Con toda la contaminación y los problemas medioambientales que estamos viviendo en la actualidad, existe una luz al final del camino y es la construcción de ciudades más sostenibles para el año 2022.
Las ciudades son sistemas muy complejos ya que alteran un espacio natural donde hacen vida centenares de personas, en donde son azotadas por lluvias intensas colapsando el drenaje urbano siendo las alcantarillas afectadas lo que trae como consecuencia calles y casas inundadas evitando la movilidad de las personas.
Aunado a esta situación, la red de agua potable también está siendo afectada paulatinamente ya que la demanda hídrica cada vez es aún mayor, pero se desarrollan exitosamente infraestructuras que mitigan estas consecuencias y una de ellas es la construcción de estas ciudades donde se hace un uso más eficiente de los recursos.
Según datos oficiales de la Organización de Naciones Unidas (ONU), se estima que para 2030, “dos tercios de la población mundial vivirá en ciudades”, por lo que esta realidad afectará a la movilidad, el consumo y la demanda de recursos naturales.
Para el urbanista José María Ezquiaga, se debe realizar una reforma en las ciudades haciéndolas más inclusivas, seguras y sostenibles por lo que esta dinámica conlleva un cambio en la mentalidad de las personas que habitan en estos espacios.
Durante el encuentro Agua, ciudades e infraestructuras se plantearon tres objetivos para construir un nuevo tiempo, organizado por EL PAÍS y Ferrovial, llevar a cabo no es una utopía y no solo dependerá de las administraciones públicas, sino también de “la responsabilidad social y ambiental de las empresas, con el capital para transformar el rumbo de la economía”.
Cristina Moral quien es gerente de Responsabilidad Corporativa y Reporting de Ferrovial señaló que “estamos viendo cómo Europa ha sido muy radical, muy ambiciosa, en sus objetivos hacia el 2050”, donde pretenden ser climáticamente neutrales abriéndose paso al concepto de inversión sostenible.
En este sentido, esto exige inversiones considerables, no sólo por parte de la Unión Europea sino también del sector público nacional y del sector privado, en donde el control del cambio está fundamentalmente en la mano de los ciudadanos que dan vida al sistema urbano.
Por esta razón las empresas han adoptado los criterios ESG (que se refieren a factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo) a la hora de desembolsar recursos. “Eso hace que su inversión sea más segura, incluso más rentable”.
Según una encuesta del CFA Institute, publicada el año pasado, “el 85% de los inversores y propietarios de activos en 15 economías del mundo tiene en cuenta esos factores en sus inversiones”, donde los grandes bancos de España también están mirando con lupa dónde ponen los recursos.
Elena López Gunn quien es directora de Icatalist, consultora medioambiental explicó “Si te defines como verde tenemos que saber qué hay debajo del capó”, lo que para Ezquiaga agregó “hay una normativa estatal que obliga a demostrar la sostenibilidad económica de los planes urbanísticos. Pero no es la sostenibilidad entendida como el cuidado del medio ambiente, sino como solvencia”.