Cambiando nuestros hábitos de consumo y adoptando una vida minimalista y frugal, ahorramos un 50% de nuestro sueldo durante 2016. Nuestro objetivo para el 2017 es ahorrar el 60%. No creáis que vivimos como cavernícolas alumbrándonos con una brasa. Al contrario, vivimos en abundancia y no nos falta de nada. Lograrlo requiere creatividad y confianza, y tú también puedes hacerlo. ¿Cómo lo hemos hecho? Aquí tienes nuestra estrategia en 10 pasos.
1. No compramos cosas innecesarias
No nos verás paseando por un centro comercial, mirando escaparates ni yendo de rebajas. Cuando tenemos que ir a un centro comercial por algo, vamos directos a lo que necesitamos y salimos. No pasamos el rato en tiendas, no salimos a inspirarnos para hacer regalos ni a comprarnos fruslerías de temporada.
En nuestras compras, buscamos calidad y durabilidad. No se trata de comprar siempre lo más barato. Investigamos las opciones disponibles y elegimos la alternativa más eficiente. Evitamos los productos que vienen rodeados de artificio mercantil: envoltorios llamativos, promesas de felicidad, etc. Buscamos la alternativa más simple y natural.
2. Cuando necesitamos algo, lo compramos de segunda mano
En nuestra casa, casi todo es de segunda mano. La compra y venta de productos usados es una práctica sostenible que nos gusta apoyar y fomentar. Plataformas como Wallapop o Craigslist son sitios ideales en los que puedes cubrir todas tus necesidades, desde amueblar tu casa hasta comprarte un coche.
Cuando se trata de compras grandes (una lavadora, una nevera, una tele, muebles), estas plataformas son el lugar ideal para hacerlas. Puedes obtener productos en perfectas condiciones por un cuarto de su precio en tiendas.
3. No tenemos coche
Viviendo en la ciudad, nuestras necesidades de desplazamiento se cubren con el transporte público, las bicicletas, los servicios de coche compartido y caminando. Cuando ocasionalmente queremos hacer una escapadita, alquilamos uno (Atrápalo tiene excelentes ofertas y muy bien servicio al cliente).
Al no haber tenido nunca coche, no arrastramos una deuda ni estamos atados a los pagos habituales de tener uno. Por la misma razón, nunca tenemos facturas sorpresa por emergencias relacionadas con el vehículo.
4. No comemos fuera ni pedimos comida a domicilio
Cocinamos en casa y planeamos el menú de la semana. Nos llevamos el almuerzo al trabajo. También un termo con café y algo de fruta, por si nos entra el gusanillo. Compramos productos frescos y de calidad. Llevamos una alimentación equilibrada y sana.
Solemos organizar cenas en casa con nuestros amigos y solo vamos a restaurantes en ocasiones muy contadas. Cuando nos apetece una velada romántica, nos la montamos en casa, ¡nos encanta experimentar en la cocina!
Para evitar la tentación de encargar comida cuando estamos cansados, siempre tenemos una pizza en el congelador (las de La Sirena son estupendas) para sacarnos del apuro.
5. Si podemos, lo hacemos nosotros – DIY
Gracias a tutoriales y vídeos de YouTube, hemos aprendido a hacer muchas cosas por las que ya no pagamos dinero. Desde cortarnos el pelo, hacernos las cortinas o cambiar las baldosas de la cocina. Cada vez que surge una necesidad, estudiamos la posibilidad de hacerlo nosotros mismos y así ahorramos mucho. La mayoría de las veces son habilidades totalmente accesibles, hasta para los más torpes.
Por supuesto, no lo hacemos TODO nosotros. No practicamos cirugías, ni tocamos cuadros eléctricos. Solo las cosas que entran dentro de las capacidades de cada uno. Y son muchas más de las que crees. La próxima vez que necesites algo, escribe en Google “cómo hacer [lo que sea que necesites]” e intenta aprenderlo. ¡Quizá te sorprendas!
6. No gastamos en ocio
Casi nunca pagamos dinero para entretenernos, o pagamos muy poco. Vamos mucho al teatro, pero normalmente son proyectos independientes que no cobran los precios de los teatros de élite, o son gratis. Vemos películas en casa, pero casi nunca vamos al cine. Solo en ocasiones muy específicas (el Sr. Frugal se empeñó en ver Star Wars en pantalla grande). El único servicio de ocio que pagamos mensualmente es Netflix.
Somos asiduos de la biblioteca de nuestro barrio. De allí sacamos nuestras lecturas, también películas y juegos. Los centros cívicos tienen mucha oferta cultural: música, baile, teatro, exposiciones. Los museos siempre tienen un día de visita gratuita y nos encanta aprovecharlo.
Tenemos varios juegos de mesa y podemos pasar horas enfrascados jugando, solos o con amigos. Ocasionalmente, hacemos senderismo en la montaña. También nos encanta hacer excursiones urbanas por nuestra ciudad y descubrir nuevos rincones. Siempre tenemos alguna botella de licor y cervezas en la nevera, para las visitas más festivas.
No creas que por ser minimalistas y ahorradores estamos más solos que la una. Tenemos muchos amigos y estamos orgullosos de pasar tiempo de calidad con ellos. Casi nunca vamos a restaurantes, pero, cuando lo hacemos, te aseguro que no nos pasamos la velada con la nariz pegada a las pantallas de nuestros móviles.
7. Mantenemos a raya nuestras facturas
Tenemos aire acondicionado y calefacción, y los usamos con mucha cautela. Si podemos estar a gusto abriendo una ventana o poniéndonos más ropa, no los encendemos. Cuando los encendemos, los ponemos a una temperatura razonable.
No dejamos la luz encendida si no estamos en la habitación. Por la noche, apagamos los electrodomésticos. Usamos el agua con moderación. Aunque tenemos una secadora para la ropa (ya estaba en el piso cuando lo alquilamos), solo la usamos para las sábanas y las cosas grandes. Lo demás, lo secamos colgándolo en una cuerda.
8. Planeamos la comida de forma saludable y eficiente
Las cosas frescas (frutas, verduras, carnes) lo compramos en el mercado. Normalmente, puedes obtener mejor precio comprando en grandes cantidades. Por eso, los ingredientes básicos los compramos a granel o al por mayor: legumbres, arroz, avena, harina, etc.
Todo lo demás lo compramos en el supermercado y nos guiamos por las ofertas del momento. Nos da igual qué marca compramos. En nuestras compras buscamos sencillez, calidad, envoltorios reciclables y ofertas. Muy a menudo, compramos marcas blancas.
9. No usamos las “ocasiones especiales” como excusas para gastar
No corremos a gastar dinero cada vez que ocurre algo bueno. Celebrar y gastar no deberían ser sinónimos. Aumentos, ascensos, ofertas de trabajo, graduaciones, bodas, cumpleaños, nacimientos… No son excusas para ir con la tarjeta de crédito por delante.
Nuestra boda fue totalmente low cost y de producción casera (próximamente escribiré un artículo sobre cómo lo hicimos). Cuando tenemos algo que celebrar, nuestro o de alguien cercano, lo celebramos a nuestra manera. Hacemos cenas en casa, paseamos, nos aprovechamos de la oferta de ocio gratuita en la ciudad o salimos a hacer una ruta de senderismo.
En cuanto a los regalos, muchas veces los hacemos caseros. Me encanta hacer galletas, mermeladas, conservas, pasteles y panes artesanales en casa. Preparo envoltorios bonitos y a la gente le encanta recibir un regalo tan personal. Cuando compramos regalos, solo buscamos cosas de calidad y valor. Sin embargo, con frecuencia también regalamos experiencias: ¡a mi madre le encantó el curso de Tai-Chi que le regalé por Navidad!
10. No tenemos deudas y ahorramos
Manejamos nuestras finanzas como si fueran las de un negocio. No tenemos ninguna deuda. Tratamos nuestros ahorros e inversiones como facturas: los pagamos a principios de mes y no nos los saltamos nunca. Nuestros ahorros están en una cuenta separada donde generan interés y no los tocamos.
Cuando podemos y se da la ocasión, nos sacamos un dinerillo extra. Ya sea vendiendo algo en Wallapop, dando clases particulares o haciendo trabajillos sueltos, hay muchas opciones para hacer cosas sueltas que nos ayudan a incrementar puntualmente nuestros ahorros.
Gracias a nuestro estilo de vida frugal y minimalista, ahorramos un 50% de nuestro sueldo sin que nos falta de nada. Para nosotros, la motivación de vivir de esta forma empezó como una vía para lograr nuestro sueño de ser independientes. Sin embargo, poco a poco se ha convertido en mucho más que eso: fomentar un mundo mejor, conectar con las personas, no vivir bajo el influjo de lo material, valorar el tiempo que tenemos… Cambiar tus hábitos de consumo puede traerte muchísimos beneficios, y no todos son económicos.
Esta es nuestra estrategia y tú también puedes seguirla.
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