Los atunes de gran tamaño pueden tener cantidades peligrosas de mercurio.
Es común pensar en la contaminación como un problema lejano, impersonal y de la naturaleza; nunca como algo que pueda entrar en nuestras vidas y afectar nuestra salud sin previo aviso. Sin embargo, en la naturaleza ningún ciclo se encuentra completamente separado de los demás, y la misma contaminación que mancha los campos, océanos y cielos, inevitablemente regresa a nosotros de una manera inesperada, en los alimentos.
El término contaminación alimentaria ha ganado fuerza en los últimos años, y se refiere a la presencia de cualquier sustancia en concentraciones peligrosas dentro de los alimentos. En muchos casos se puede enlazar la presencia de estos contaminantes a casos más graves de contaminación ambiental. Esta es una preocupación creciente en muchos países alrededor del mundo, donde la alta incidencia de contaminación alimentaria ha llegado a generar verdaderos problemas de salud pública, y en respuesta, se han tomado precauciones para disminuir el peligro causado.
No es sencillo resguardarse de una problemática tan compleja, pero a continuación encontrarás tres fáciles pasos que puedes tomar para proteger tu salud y la de tu familia de la contaminación ambiental.
Paso 1: saber de dónde proviene la comida
Los lugares en los que se produce la comida son, en muchos casos, causantes de la contaminación, por esta razón es muy importante conocer de dónde provienen los alimentos que consumimos. Con anterioridad se han reportado casos en Andalucía en donde los vertidos de diques y minas han contaminado campos y cuerpos de agua cercanos, por esta razón es recomendable no comprar alimentos que provengan de granjas cercanas a minas o plantas de tratamiento de agua.
De igual forma, se recomienda el consumo de pescado atrapado en mar abierto, por encima del que se captura cerca de la costa, pues tiene un menor contenido de contaminantes asociados a la actividad pesquera.
Paso 2: evitar alimentos peligrosos
Ciertos alimentos tienden a acumular más contaminantes que otros por diversas circunstancias. Los peces depredadores de gran tamaño, como atunes o tiburones, tienden a acumular niveles peligrosos de metales en su carne debido a su dieta. Los productos lácteos provenientes de granjas, que utilizan tratamientos hormonales en su ganado, pueden tener también un alto contenido de dichas hormonas, y los moluscos filtradores suelen tener altas concentraciones de hidrocarburos en sus tejidos.
Esos son solo algunos ejemplos de tipos de alimentos que pueden ser peligrosos para la salud si se consumen en grandes cantidades. Se recomienda limitar su ingesta, y suspender si se observa algún evento de contaminación importante en su entorno.
Paso 3: limpiar y preparar bien los ingredientes
Es indispensable lavar las verduras antes de comerlas
La última precaución es la más simple, pero en muchos casos la más eficiente, y consiste en lavar y preparar los alimentos de manera adecuada. La gran mayoría de los contaminantes que afectan la comida son bacterias, provenientes de materia orgánica en descomposición.
Estás bacterias pueden afectar mucho la salud si entran al organismo, y la mejor manera de evitarlo es lavando las frutas y verduras con una mezcla de agua y vinagre, y cocinando las carnes a una temperatura adecuada durante un periodo de tiempo suficientemente largo, como para eliminar los virus, bacterias y parásitos que puedan encontrarse en los tejidos.
Recuerde siempre que el primer paso para la buena salud es comer bien, y para comer bien es indispensable saber de dónde provienen nuestros alimentos.
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Vicente Romero l Redactor Especialista