Este post se lo voy a dedicar a Anabel Martín, que se pasó por aquí y nos dejó su receta de jabón líquido, a la que prácticamente no le he hecho ningún cambio. Mil gracias, Anabel, por tu generosidad y por echarnos una mano con esta fórmula, que nos tenía locos porque no había manera!Ayer fue el día de la mujer trabajadora. Ese día en el que se hacen públicos un millón de estudios que demuestran que la cosa está muy mal y que las mujeres llevamos siempre las de perder. Ese día en el que todas hacemos mucho ruido, nos enviamos mensajes con nuestras amigas y puede ser que estemos un poco más peleonas en casa y en la calle cuando alguien nos dice algo.
Pero no nos engañemos. Un día no cambia nada. Y esa especie de orgullo mezclado con indignación que nos inunda el ocho de marzo tendríamos que vivirlo todos los días del año.
El otro día leía el post de Udon Wool que reflexiona sobre el aspecto doméstico y femenino de tejer, que hace que una parte de la población lo rechace como vestigio de una época en la que la mujer estaba sometida. Y estuve pensando un rato, porque lo cierto es que no es algo exclusivo de las labores.
Uno de los grandes problemas de las mujeres es que no tenemos claro dónde estamos. Ha pasado el tiempo, nos hemos emancipado, hemos salido de casa, estudiamos y trabajamos. Pero todavía tenemos muchos complejos. Complejos que a veces nos llevan a rechazar lo que hacían nuestras abuelas. Complejos que nos llevan a gritar muy fuerte, a hacer mucho ruido y, a veces, a escucharnos poco.
Esos complejos nos llevan a ser crueles con otras mujeres. Las mujeres, como decía Soraya, que tejen. Pero también las mujeres que se quedan en casa con sus hijos, las mujeres que son muy ambiciosas en su trabajo, las mujeres a las que les gusta el trabajo de casa, las mujeres a las que les encanta vivir sin pareja. No tenemos muy claro qué es lo deseable en una mujer, porque nos ha cambiado el paradigma y todavía andamos un poco perdidas. Así que nos rebelamos un poco ante todo: ante las mujeres que hacen lo mismo que nuestras abuelas; ante las mujeres que hacen lo mismo que los hombres; ante las mujeres que no son perfectas.
Pero ninguna de nosotras es perfecta. Y ninguno de ellos tampoco. Somos lo que somos, con contradicciones, sueños y deseos. Con dudas y con miedos. Por eso, para celebrar este ocho de marzo os pido que seáis generosas con las mujeres que tenéis a vuestro alrededor. Y que seáis generosas con vosotras mismas. Porque no hay una sola manera de ser mujer ni fórmulas mágicas para saber qué es lo que tenemos que hacer.
El mundo ha cambiado y eso es bueno. Y sea tu situación como sea, vivas tu vida como la vivas, está bien si a ti te hace feliz. La única manera de recorrer el camino que todavía nos queda hasta la igualdad, es siendo solidarias y comprensivas entre nosotras y entendiendo que cada una hace lo que quiere con su vida, estemos de acuerdo las demás o no. Y que con los palos que nos caen desde fuera por el simple hecho de tener dos cromosomas X, no nos hace ninguna falta juzgarnos y maltratarnos entre nosotras.
Yo, que soy una persona totalmente casera, ya lo sabéis, a veces me siento culpable por lo mucho que me gusta la vida "doméstica". Y me da rabia. Porque no soy menos feminista por mucho que me encante hacer jabón y cocinar.
Así que, como regalo del día de la mujer, aquí os traigo la receta del jabón líquido que Anabel me ayudó a conseguir. No podría ser más fácil ni más barato ni más ecológico.
Necesitáis:
- 150 g de jabón reciclado
- 3 litros de agua
- 3 cucharadas de percarbonato de sodio (o bicarbonato)
- Unas gotas de aceite esencial
Ralláis el jabón. Ojo con dónde lo dejáis, porque tanto los pompones como el pomelo han estado a punto de comérselo pensando que era queso. De hecho, una vez encontré mi botecito de jabón en la nevera :)
Disolvéis el jabón en 3 litros de agua hirviendo. Removed suavemente para evitar que se forme mucha espuma y aseguraos de que realmente se deshace todo.
Cuando esté disuelto, añadís las 3 cucharadas de percarbonato (Anabel lo hace con bicarbonato, pero a mí me gusta más el percarbonato, porque es un buen blanqueador) y removéis bien. Empezará a gelificar, ganará en consistencia.
Añadís cuatro o cinco gotas de aceite esencial. Mi mezcla favorita últimamente es menta y pomelo. Removed bien para que el aceite se integre.
Y ya está. Lo repartís en botellas de cristal (mucho más ecológicas que las de plástico... yo compro caldo en botellas de cristal y luego las reutilizo) y ya tenéis jabón de la ropa para un montón de lavados. Si calculáis lo que os ahorráis, veréis que podéis salir ahora mismo a tomaros una cerveza a mi salud (y a la de Anabel!)
Probadlo y me contáis. Yo hace un par de meses que ya no uso jabón comercial y no podría ser más feliz.