Óscar Alberto Ramírez, salvadoreño de 25 años, había dejado su empleo para viajar a Estados Unidos con su mujer Tania y su hija Valeria, de casi dos años. Era la forma de huir de la violencia y la pobreza, y así ofrecer un futuro seguro a su familia.
Cuando llegaron a la frontera al norte de Méjico, se encontraron la ciudad de Matamoros colapsada por la migración. Supieron que tendrían que guardar una larga lista de espera, hasta poder solicitar asilo en el país vecino. Por eso se lanzaron a cruzar el Río Grande. La pequeña Valeria en ese paso se soltó de su padre. En el intento de salvarla, su padre falleció ahogado con ella.
Endurecimiento de políticas migratorias
Los hechos coinciden con el endurecimiento de las políticas migratorias en muchos países. También las del gobierno Trump. Y ocurre al mismo tiempo que crece la crisis humanitaria en los centros de detención, donde se retiene a miles de centroamericanos, muchos de ellos niños.Este caso ha sacudido la sensibilidad de la sociedad, pero pronto iremos olvidando, igual que la imagen de Aylan en el Mediterráneo se fue diluyendo con el tiempo. Lo grave es que las de Valeria y Aylan son historias individuales, pero no son únicas. Muchos otros niños migrantes pierden la vida en el intento de alcanzar un lugar seguro.
Garantizar los derechos fundamentales de la infancia migrante
Es importante pararnos a pensar por qué está pasando algo así y si puede remediarse. Es necesario generar cambios sobre las políticas migratorias en todo el mundo, para garantizar la seguridad y los derechos más esenciales de las personas. Porque cuando alguien arriesga su vida y la de sus pequeños, es porque no han recibido las garantías que le corresponden de acuerdo al derecho internacional.Valeria y Aylan simbolizan a esa infancia migrante que huye de la violencia y la desesperación, y que, con sus padres, hicieron un peligroso viaje en busca de una vida segura y un futuro digno. Porque no tenían nada que perder.
La fotografía de Valeria, como la de Aylan, nos remueven. Los políticos y personalidades más influyentes condenan la situación precaria y la violación de los derechos humanos en las fronteras más calientes. Y, sin embargo, una vez más, pocas cosas habrán cambiado cuando Valeria deje de ocupar portadas.