Vas al súper o la tienda, compras tu comida, te la comes y en ningún momento piensas si ha sido modificada genéticamente. Otro rollo es si alguien dice una palabra al respecto, entonces todo son opiniones contradictorias y a ti lo que te falta es información.
¿Nos falta información? ¿Deberíamos estar más preocupados? ¿Los transgénicos son el diablo?
Empecemos por el principio, ¿qué es un transgénico?
Un transgénico u Organismo Modificado Genéticamente (OMG) es un organismo creado de forma artificial a través de la manipulación de sus genes. ¿Cómo? Se aísla el material genético (ADN) de un ser vivo (animal, batería, hongo, vegetal) para introducirlo en otro, de manera que se combinan sus características. Suena divertido cuando te imaginas a un elefante lanzando telarañas gigantes, pero en realidad no es tan guay.
Un ejemplo: aquí en España se cultiva un maíz transgénico que lleva el ADN de una bacteria para que produzca una sustancia insecticida.
¿Qué tienen de bueno los transgénicos?
Al modificar un organismo (en este caso me centraré en los vegetales) lo podemos hacer resistente a las sequías, a las plagas, y cualquier otra condición adversa. También se puede aumentar la productividad del cultivo y que requiera menos regadío.
Esto está genial porque se evitan grandes pérdidas en las cosechas y es posible disponer de una mayor producción en menos espacio.
¿Y que tienen de malo los transgénicos?
La toxicidad es un problema enorme que rodea a pesticidas químicos y herbicidas, usados comúnmente con los transgénicos, además de la toxicidad inherente a estas plantas. Los OMG pueden ser tóxicos para organismos como las abejas, las cuales son muy importantes en la polinización. Además de las abejas y otros insectos, las aves también están en riesgo ante los plaguicidas.
Los efectos a largo plazo de los OMG son inciertos. Las plagas que son objeto de estos métodos agrícolas pueden adaptarse a los pesticidas y herbicidas, volviéndose resistentes.
La evidencia también sugiere que pequeños cambios genéticos en las plantas pueden producir cambios ecológicos mayores. Existe la posibilidad de que las plantas modificadas se conviertan en especies invasoras en ecosistemas delicados y naturales.
La biodiversidad, si bien es crítica en todos los ecosistemas y para la sostenibilidad de todas las especies, es puesta en riesgo por los OMG. Cuando se plantan cultivos transgénicos, generalmente en forma de monocultivo, muchas tras semillas ya no se utilizan. El uso de los OMG implica menos flores de malezas y, por lo tanto, menos néctar para los polinizadores. Las toxinas liberadas en el suelo a través de las rutas de las plantas se traducen en menos bacterias en el suelo, que son parte esencial para que esté sano y las plantas crezcan sin el uso de fertilizantes químicos. Los residuos tóxicos de los cultivos transgénicos se dejan en el suelo, pero los nutrientes no vuelven a él, lo que significa la pérdida de fertilidad. A continuación se crea un ciclo de dependencia de las semillas transgénicas y fertilizantes químicos, pesticidas y herbicidas para los monocultivos. Además de los problemas del suelo, el riego utilizado para cultivar alimentos transgénicos lleva naturalmente todos estos problemas a fuentes de agua y al aire. Esto expone a diferentes bacterias, insectos y animales a los mismos problemas.
Los riesgos sanitarios a largo plazo de los OMG presentes en nuestra alimentación o en la de los animales no se están evaluando correctamente y su alcance sigue siendo desconocido. Algunos de los riesgos a los que nos exponemos son nuevas alergias, aparición de nuevos tóxicos, pérdida de eficacia de ciertos medicamentos o efectos inesperados.
Por otro lado, los transgénicos refuerzan el control de la alimentación mundial por parte de las multinacionales, que lejos de luchar contra el hambre, aumentan los problemas alimentarios. Unas pocas empresas se hacen con el control de todas las semillas transgénicas que venden a los agricultores al precio que les convenga, que no es barato. Este es el caso del famoso gigante Monsanto.
¿Una conclusión?
Los transgénicos están envueltos de incertidumbre, por lo que necesitamos más estudios al respecto y mucha precaución.
A priori, y según mi forma de verlo, parece que tienen más inconvenientes que ventajas, por lo que no lo veo como una opción sostenible.
¿Puedo evitar los transgénicos en mi plato?
Puedes, sí. La actual normativa de la Unión Europea indica que los productos que contengan transgénicos deben ir etiquetados, sin embargo esta normativa a penas se aplica.
Para facilitarnos un poco la vida, Greenpeace elaboró la Guía Verde y Roja de los Transgénicos, donde podrás encontrar muchas marcas categorizadas por el uso o no de transgénicos. Además esta organización nos propone consumir productos ecológicos como vía par evitar los transgénicos.
Y tú, ¿qué opinas?
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