Durante la década de los 80 del pasado siglo los pesticidas fueron considerados como un gran avance para la agricultura, pero en la actualidad surgen dudas sobre su eficacia y salubridad.
Por un lado, existen estudios que defienden la poca incidencia en la salud de las personas que tienen los plaguicidas, como el realizado en el año 2020 por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria, que aseguraba que menos de un 2% de las frutas y verduras consumidas en el continente europeo presentaban restos de pesticidas por encima de los estándares permitidos y que alrededor del 30% presentaban estos residuos pero sin llegar al límite legal.
Sin embargo, y a pesar de los estrictos controles existentes respecto a los pesticidas, no hay que olvidar que mucha de la fruta y verdura consumida en España procede de países extracomunitarios con unas normativas diferentes. Por este motivo cada vez es mayor el apoyo que recibe la agricultura ecológica, la mejor apuesta para evitar peligros innecesarios, tanto para el medio ambiente como para la salud de las personas.
Los efectos de los pesticidas en la salud humana y en el medio ambiente
Una alta exposición a los diferentes tipos de pesticidas pueden llegar a afectar de diferentes modos y grados a la salud de las personas. A pesar de los controles existentes, no son pocos los trabajadores del entorno rural que se ven afectados por diferentes dolencias relacionadas con el uso de estas sustancias químicas, como trastornos neurológicos, problemas cutáneos, desarrollos de distintos tipos de cáncer y, en el caso de las mujeres embarazadas, abortos involuntarios.En cuanto al efecto en el medio ambiente, los pesticidas son considerados como una de las principales causas de la contaminación del agua y de los contaminantes orgánicos que acentúan la contaminación atmosférica.
Entre las consecuencias más negativas de estas sustancias químicas cabe señalar la reducción de la biodiversidad, la disminución de los polinizadores, la destrucción de hábitats naturales (especialmente los de las aves a consecuencia de los herbicidas) y la amenaza constante a especies animales y vegetales en peligro de extinción.
Otro de los grandes problemas de los pesticidas es la resistencia, en ocasiones incluso inmunidad, que crean en los organismos nocivos que se pretenden exterminar mediante su uso. Es lo que se llama “resistencia a los pesticidas”, que aboca a la necesidad de crear un nuevo plaguicida aún más potente o de aumentar las dosis del disponible, lo que aumenta la contaminación.
Principales pesticidas en verduras y frutas
Es importante señalar que los pesticidas o plaguicidas son, ante todo, venenos que se utilizan para eliminar agentes tóxicos en la agricultura. Así, pueden dividirse en insecticidas, cuyo objetivo es exterminar a los insectos que puedan afectar a las cosechas, herbicidas, cuya función es acabar con las hierbas letales o, como se conocen popularmente, las malas hierbas, y los fungicidas, que sirven para eliminar hongos malignos.Insecticidas
El contacto con insecticidas puede provocar diferentes problemas de salud en el ser humano, como indigestiones, vómitos, jaquecas, dolor de ojos y diferentes reacciones alérgicas. Las características de un insecticida ideal, algo que muy rara vez se da en un mismo producto, serían su alta especificidad, es decir, que esté dirigido a los organismos dañinos, sin daños o efectos secundarios en personas, en el resto de animales y, en general, en el medio ambiente.Entre los insecticidas más utilizados se encuentran los organoclorados (dieldrin, clordano, DDT…), los carbamatos (pirimicarb, carbofuran, carbaryl…), los organofosforados (chlorpyrifos, temephos, malatión…), los neonicotinoides (thiaamethoxam o imidacloprid), los piretroides (cipermetrina o permetrina), los ryanoids (flubendiamide o cyantraniliprole), los avermectinas y los IGR´s.
La opción más ecológica son los conocidos como bioinsecticidas, menos agresivos con el medio ambiente y la salud de las personas que los insecticidas sintéticos y con una menor probabilidad de provocar resistencia o inmunidad en los insectos a largo plazo. Este tipo de insecticidas pueden ser de origen bacteriano, vírico o fúngico.
Fungicidas
Los fungicidas pueden ser de dos tipos: protectores y erradicadores. Los fungicidas protectores actúan sobre la superficie de las plantas para vitar la germinación y penetración en las células de los esporangios, mientras que los fungicidas erradicadores son aquellos que se aplican cuando las plantas ya han enfermado a causa de los hongos y que son absorbidos por sus raíces o follaje.En la actualidad, los fungicidas son más variados y específicos que en décadas anteriores. Entre ellos destacan los fungicidas ditiocarbamatos, con azufre en su composición, y los fungicidas orgánicos de mercurio, que se utilizan en las semillas, con anterioridad a la siembra.
Al igual que ocurre con los insecticidas, también existen fungicidas biológicos, sin toxicidad para personas y animales, entre los que destacan la Trichoderma Harzianum y el aceite de nem.
Herbicidas
El mayor daño que provocan los herbicidas se da entre las aves. Incluso algunos de los menos tóxicos han provocado la disminución de la fauna aviar de las zonas en los que son utilizados.Los herbicidas pueden ser de diversas clases. Según su resistencia pueden catalogarse en herbicidas residuales, que son los que se aplican sobre el suelo, habitualmente un par de veces al año, y los herbicidas no residuales, con un mayor grado de degradación y que suelen utilizarse varias veces al año.
Según su grado de incidencia sobre las plantas tenemos los herbicidas de contacto, que solo afectan a las partes de las plantas sobre los que son aplicados, y los herbicidas sistémicos, que pueden afectar tanto a las partes sobre las que se aplican como a las que no.
Según la acción sobre los vegetales hay herbicidas selectivos, específicos para un tipo de malas hierbas y con la capacidad de respetar los cultivos, y herbicidas no selectivos, más dañinos y poco específicos, que suelen utilizarse en zonas industriales.
Según el momento de su aplicación la división se realiza entre herbicidas de preemergencia, que se utilizan antes de la germinación de los cultivos, y herbicidas de postemergencia, que se usan tras la germinación de los cultivos.
También para los herbicidas hay una respuesta desde la agricultura ecológica. Se trata de los herbicidas orgánicos o ecológicos. Entre ellos destacan la harina de gluten de maíz, de tipo preemergente, el aceite de cítricos, el agua salada, el vinagre o el vapor.
Es evidente que el uso racional y desde un enfoque ecológico de los pesticidas en frutas y verduras es uno de los grandes retos para la agricultura del siglo XXI, tanto en España como en el resto del mundo.