Investigadores del departamento de Química y Física de la Universidad de Almería, en España, desarrollaron un nuevo método para detectar restos de plaguicidas en polen, con capacidad para analizar, de forma simultánea, más de 250 compuestos en cantidades mínimas.
Con este sistema, los expertos podrán determinar la influencia de los contaminantes en la pérdida de las colmenas de abejas, un fenómeno que se ha intensificado en los últimos años y puede tener consecuencias tanto en la producción de alimentos como en el mantenimiento de los ecosistemas, según explican los científicos.
Uno de los problemas que dificultan el análisis de polen es su elevado contenido en proteína. Según los investigadores, estas moléculas provocan una serie de reacciones químicas fuertes que interfieren en el proceso de separación de los plaguicidas del polen.
Estos efectos son difíciles de detectar. Afectan a la calidad de resultados y, por lo tanto, a la toma de decisiones. La metodología utilizada es específica para polen ya que aísla la proteína en la fase de extracción de los pesticidas y no altera negativamente el proceso de análisis, explica el responsable de este proyecto, Amadeo Fernández-Alba, de la Universidad de Almería.
El método analítico propuesto por los expertos también les permite detectar niveles de concentración de contaminantes a escala de microgramo, es decir, un millón de veces inferior a un kilo. La posibilidad de identificar cantidades traza, o ínfimas, solventa uno de los problemas del análisis de pesticidas: la presencia en una muestra de hasta 20 compuestos diferentes, a distintas concentraciones.
Aunque las cantidades traza puede parecer que no son importantes, son necesarias para la correcta evaluación. Ésta sólo se consigue cuando se dispone de una visión completa de todos los residuos que pueda evaluar los efectos sinérgicos, explica el investigador.
Junto a la precisión, el nuevo sistema de detección se caracteriza por su capacidad para identificar, de forma simultánea, hasta 253 compuestos. Esto supone una ventaja respecto a la instrumentación que, hasta ahora, se ha aplicado al análisis de polen, programada para detectar sólo aquellos componentes con mayor probabilidad de estar presentes en una muestra.
Sin embargo, la propia movilidad de las abejas y la acción de la atmósfera en el transporte de contaminantes motivaron el desarrollo de una tecnología más sofisticada que ampliara la gama de compuestos contaminantes y potencialmente tóxicos. Es evidente que todos a la vez no van a estar presentes en una muestra, pero es mucho más correcto y fiable disponer de métodos que permitan rastrear el mayor número posible de pesticidas, aclara el experto.
Estas innovaciones se consiguen a través de un conjunto de técnicas de análisis denominadas cromatografía de gases y líquidos, acoplada a espectrometría de masas en tándem. Su finalidad es identificar, separar y cuantificar los distintos elementos del polen.
Para ello, la muestra se somete a diversos procesos físicos y químicos que proporcionan información compleja y variada. Por ejemplo, qué tipo de componentes aparecen o cómo es la estructura y el nivel de concentración de cada uno de ellos. De esta forma, los investigadores pueden detectar la presencia de plaguicidas, elaborar una clasificación y determinar las cantidades de la muestra.
En este trabajo, financiado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medioambiente, los investigadores han aplicado esta metodología al análisis de, hasta el momento, 41 muestras de polen de abejas de diferentes zonas de España. Los resultados, que se recogen en el Journal of Chromatography A, ayudarán a los expertos a determinar la influencia de los pesticidas en el despoblamiento de las colmenas, una situación que se produce cuando las abejas obreras no regresan a la colonia y mueren.
La importancia de estos insectos en la preservación de la biodiversidad se debe a su labor polinizadora, proceso esencial para la reproducción de la mayoría de las plantas, ya sean silvestres o cultivadas. Las abejas cumplen un papel decisivo en la producción de alimentos y en el mantenimiento de los ecosistemas naturales. Su desaparición es un problema que surge, de forma intensa, hace unos cinco años, a escala mundial. Por lo tanto, hay un gran interés por entender qué está pasando con estos insectos, asevera el responsable de este estudio.
En este sentido, el investigador señala que aún es pronto para confirmar la implicación de los pesticidas en la reducción de las colonias apícolas. Hay que analizar otros aspectos contaminantes en las abejas. Además, hay otros factores que pueden afectar, entre ellos, la varroa, un tipo de ácaro que daña los insectos, o enfermedades como la noxema. Sólo cuando tengamos todos los datos podremos hacer una valoración global de la situación, indica.
Fuente: Fundación Descubre