El jabón es un producto resultado de una reacción química llamada saponificación. En ella a partir de productos tan diferentes como el agua y el aceite o la grasa obtendremos un nuevo producto apto para la limpieza, gracias a un tercer componente alcalino la sosa (Hidróxido de sodio - NaOH) o la potasa (Hidróxido de potasio - KHO).
Seguramente hemos oído en alguna ocasión la expresión: “Son como el agua y el aceite”. Esta se utiliza para personas que no se llevan bien, esta forma de hablar se debe a que las grasas son insolubles en agua, es decir, que por mucho que mezclemos, batamos o calentemos… El agua y el aceite por si solos no se van a mezclar formando una disolución. Como puede ocurrir con el agua y el azúcar, la sal, la leche, etc.
By Victor Blacus (Victor Blacus)[GFDL or CC BY-SA 4.0-3.0-2.5-2.0-1.0], via Wikimedia Commons
- Pero entonces, ¿Qué podemos hacer para que se mezclen y así poder conseguir que se produzca la reacción de saponificación?
Aunque no logremos reconciliarlos totalmente, podemos intentar que se lleven mejor y que puedan permanecer juntos sin separarse realizando una emulsión con la ayuda de un “conciliador” en este caso un alcali como la sosa caustica. Una emulsión es lo más parecido a una mezcla que podemos obtener con estos dos elementos. Según el diccionario: una emulsión es un líquido de aspecto lácteo que contiene en suspensión pequeñas partículas o gotas de otra sustancia insolubles en aquel*. Para que nos entendamos y podamos comparar, un ejemplo de emulsión cotidiana es la mayonesa.
A nuestro conciliador, la sosa, hay que manejarla con mucha precaución, ya que puede causar graves lesiones en la piel e irritar las mucosas. Esto no quiere decir que trabajar con ella sea peligroso, sino simplemente deberemos tomar ciertas precauciones en el momento de su manipulación.
La sosa al ser disuelta en el agua produce una reacción exotérmica (desprende calor) sobrepasando incluso los 80º. Esta mezcla se convertirá en nuestro medio alcalino conciliador, que al ser añadida a nuestro aceite y remover o batir con constancia logrará una separar los aceites en: glicerina y ácidos grasos.
Lo podemos ver en el siguiente esquema:
Ácidos grasos + Solución alcalina = Jabón + Glicerina.
En el caso de nuestros jabones la glicerina se queda mezclada en ellos aportando suavidad e hidratación a nuestra piel cuando los usemos.
Para obtener el jabón aún quedan un par de cosas por hacer. Por un lado debemos verter nuestra solución alcalina poco a poco sobre nuestras grasas (aceite de oliva, mezcla de aceites, o grasas) e ir removiendo despacio, para evitar salpicaduras, con un instrumento de silicona, acero inoxidable o madera. No utilizar nunca instrumentos de hierro o aluminio, porque la sosa los corroe. Después de un rato podemos ayudarnos con una batidora a baja/media potencia para acelerar el proceso de emulsionado.
Sabremos que el proceso de batir ha finalizado porque en el jabón aparece la traza, la traza no es más que el punto en el que la densidad de la mezcla se espesa lo suficiente como para dejar dibujo al mover el utensilio que usamos para revolver. La densidad es algo más fuerte que la de unas natillas pero menos que un flan. Para saber de lo que hablo podéis ver la siguiente fotografía:
Aquí se puede apreciar muy bien la traza del #jabon, si hasta parece caramelo...
Una foto publicada por Marta Cuesta (@sol_agua_tierra) el
Por último debemos verter la mezcla en nuestros moldes, abrigarlos y dejarlos reposar durante al menos 24 horas antes de poder desmoldar y si fuera necesario cortarlo en pastillas más manejables. Mientras el jabón está en el molde, la temperatura sube y al taparlo con las mantas mantenemos esa temperatura. Esto es muy importante, pues si el jabón sufre un cambio brusco de temperatura se pueden separar los elementos o podemos obtener jabones con texturas desiguales.
Una vez hagamos esto solo queda esperar al menos un mes para que el proceso termine y sea totalmente seguro de usar. Durante el mes de curado se completa el proceso de saponificación,esto quiere decir que se seguirán formando enlaces entre las moléculas. Cuando vertemos la mezcla en el molde, solo el 40 – 50 % de los enlaces están formados. Además el proceso de curación ayuda a que el jabón sea cada vez más suave, cosa a tener en cuenta si el jabón va destinado a nuestra piel o nuestro pelo, en jabones de limpieza para el hogar podemos saltarnos el proceso de curación, aunque siempre es recomendable no hacerlo, pues los jabones curados durante al menos cuatro semanas terminan de evaporar el agua y las pastillas se hacen más duras, lo que significa que serán más resistentes y duraderas.
Estos son algunos de mis jabones listos para poner a curar:
Sin importar el tipo de jabón que sea, de lavanda, de castilla, de leche, con aromas, sin aromas, con o sin micas… Todos los jabones elaborados con el proceso en frio deben ser cortados en pastillas tras las horas de reposo en el molde envueltos con la manta y después deben dejarse curar en un lugar ventilado, oscuro y seco.