En un estudio reciente de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se estima que las 1,3 millones de toneladas de alimentos que son desechadas alrededor del mundo, representan más emisiones de gases de efecto invernadero que las emitidas por cualquier país por otras causas, con excepción de China y los EEUU.
¿Por qué es desperdiciada toda esta comida?
En las naciones industrializadas, los consumidores compran demasiada comida y desechan lo que no comen. En los países en desarrollo, el problema es que carecen de instalaciones adecuadas para el almacenamiento de alimentos y que practican técnicas agrícolas ineficientes.
Las soluciones propuestas por las naciones industrializadas, son simples y de amplio alcance:
Se deben encontrar alternativas a la disposición de los residuos en los vertederos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero,
Las empresas deben donar los excedentes de alimentos a organizaciones benéficas y
Los consumidores deben ser alentados a comer porciones más pequeñas y a hacer un mejor uso de las sobras, por ejemplo, compostando sus residuos orgánicos. (Véase nuestra guía práctica)
Una opción sostenible y ecológica que nos ayuda a reciclar de forma gratuita, a la vez que le brinda un nuevo significado al concepto "tirar la basura".
Y, ¿Qué es el compostaje?
Es la descomposición de la materia orgánica por medio natural, produciendo un abono magnífico para la tierra, y cuyos beneficios incluyen:
- Convertir el metano en dióxido de carbono, luchando contra el cambio climático,
- Reducir el volumen de basura en los vertederos y
- Enriquecer el suelo de una forma natural.
Para elaborar nuestro abono casero, utilizaremos distintos residuos y desperdicios orgánicos, que generamos en el hogar:
- Restos de comida troceados (frutas, verduras, cáscaras de huevo, pan),
- Posos de café y restos de infusiones,
- Cenizas de madera...
Y además necesitaremos una pala de jardín para mover y cubrir las capas de tierra y residuos, y por supuesto, nuestro recipiente (macetas, tiestos...).
Pasos a seguir:
1. Removemos la tierra que queramos nutrir para que se oxigene.
2. Reservamos parte de esa tierra para ir cubriendo después las diferentes capas de residuos.
3. Extendemos los restos de las frutas o verduras por la superficie
4. Tapamos con una capa de tierra.
5. Repetiremos el paso 3 y 4 siempre que tengamos restos.
Así formaremos en el macetero varias capas de restos orgánicos y tierra, que podrán estar compuestos por ejemplo de las puntas de las judías verdes o las cáscaras de los huevos.
6. Otra buena opción para nutrir nuestra tierra, es regarla con el agua dónde hervimos las verduras.
Después de unos 3 meses, aquella tierra que debíamos cambiar o abonar con productos químicos, volverá a ser apta para plantar nuestras semillas favoritas...
Ya estamos preparados para sembrar y lucir semejante espectáculo...
¡Recicla tus desperdicios orgánicos, reutiliza tus residuos
y mejora el medioambiente!