Ante la opción de tirar algo a la basura o reciclarlo, por supuesto el reciclaje es la mejor opción.
No estoy sugiriendo que eliminemos el reciclaje de nuestro arsenal de acciones sustentables. Pero siempre es preferible reducir nuestros consumos, y dejar el reciclaje para aquellas cosas que sean realmente necesarias. Por ejemplo, aunque las botellas de PET sean reciclables, el agua embotellada es algo que es mejor evitar. Lo mismo aplica para prácticamente todos los productos desechables, desde popotes a cápsulas de café. Para los casos donde no podamos evitar generar desechos, entonces sí, hay que optar por materiales reciclables y asegurarnos de canalizarlos de forma que sí lleguen a ser reciclados.
De acuerdo con el gobierno de la Ciudad de México, en promedio los capitalinos generamos 1 kg diario de basura por persona (en contraste con 0.37 kg en 1950, en su mayoría orgánica). Hasta un 30% termina en barrancos, ríos y terrenos baldíos. Además México es el tercer consumidor de envases de plástico a nivel mundial. Dado que el 43% de la basura generada proviene de nuestros hogares, cualquier reducción en esa área tendrá un efecto importante en nuestra comunidad.
Es importante distinguir entre reciclar y reusar, el reciclaje implica un proceso industrial y nos aporta lo siguientes beneficios:
Reduce la necesidad de tiraderos de basura o rellenos sanitarios.
Evita la necesidad de extraer materias primas vírgenes del medio ambiente.
Se ahorra energía, ya que la gran mayoría de los procesos de reciclaje consumen menos energía que la producción de materias primas nuevas.
Se reducen las emisiones contaminantes, con respecto a la obtención de materiales vírgenes.
La industria del reciclaje no es perfecta, y en el caso de México queda mucho por desarrollar. Estas son algunas realidades del reciclaje:
El proceso de reciclaje consume altas cantidades de energía y genera emisiones, desde el transporte al centro de reciclaje, hasta el proceso mismo. Existen diversos tipos de reciclaje, pero ninguno de ellos es un proceso sin impacto propio. Por ello la importancia de no sólo reciclar, sino reducir nuestros desechos en primer lugar.
El porcentaje de materiales que se reciclan es mucho más bajo de lo que se suele pensar. Las cifras del 2011 de la ANIPAC indican que sólo al rededor del 11% de los desechos son reciclados o reutilizados. Por un lado está la dificultad de la recolección y los limitantes técnicos y por otro tenemos casos en que por diversos motivos se opta por no reciclar todo lo recolectado y los materiales son enviados a rellenos sanitarios. Algunos materiales son enviados a otros países, donde su manejo deja mucho que desear.
Una fracción importante de los residuos recolectados para reciclaje se incineran, lo cuál a pesar de producir energía y reducir un 99% del volumen de residuos, es muy controversial por las emisiones que genera el proceso (dióxido de carbono, óxidos de nitrógeno y de azufre, compuestos volátiles y partículas). Cuando se incinera el PVC se generan además dioxinas y furanos, los cuales son altamente tóxicos.
En México, son muy pocos los tipos de plástico que se reciclan. Así que aunque un envase tenga el símbolo y número de reciclaje, eso no significa que en realidad se recicle. Estos terminan en rellenos sanitarios, ríos, mares y campos. El plástico que más se recicla es el PET, seguido del polietileno.
Muchos productos de materiales mezclados no se reciclan por la dificultad de separarlos, tales como las bolsas de papas (aluminio y plástico) y los vasos de algunas cafeterías (papel recubierto de plástico). Si están contaminados, tampoco serán reciclados. Por ejemplo, el cartón de la caja de la pizza por tener manchas de grasa y restos de alimentos automáticamente se descarta.
En México hay muy pocos centros de acopio para material reciclable, lo que lo vuelve poco práctico y como resultado de esto mucha gente se da por vencida pronto.
El número de plantas de reciclaje en México es aún insuficiente. Por ejemplo en el caso del aluminio, aunque se recolecte un gran porcentaje, en México sólo hay capacidad para reciclar el 50% y el resto se exporta a E.U.A. Lo mismo sucede con el PET.
A diferencia del aluminio, el papel o el vidrio, el uso que se puede dar al plástico reciclado es más limitado, ya que va perdiendo algunas de sus propiedades en el proceso. Por ejemplo, el PET deja de ser cristalino por lo que una botella de PET hay un límite al porcentaje de plástico reciclado que puede contener. Dicho de otra forma: el plástico sólo puede reciclarse un número reducido de veces, mientras otros materiales puedes reprocesarse innumerables veces manteniendo sus propiedades originales.
Esta ha sido una larga reflexión, ¿cierto? En la siguiente entrada entraremos ahora sí en sugerencias prácticas para saber qué reciclar y dónde llevarlo. Espero les haya resultado interesante y que continúen conmigo para la siguiente parte.