¡Gracias Carmen por compartir tu experiencia!
Mi nombre es Carmen, natural de Albacete, veintisiete años ya en este mundo. Dí con esta organización completamente de rebote y en principio por casualidad. Con el tiempo he entendido que la vida me la presentó en medio del camino por algo.
Tuve dos opciones. Escuchar esa vocecita interior que me decía "házlo" o, por el contrario, hacer caso a ese otro monstruito que responde al nombre de miedo. Y pensar, por lo tanto, que era arriesgado; que cómo iba a parar mi contrato por irme a otro país tan incierto y apabullante como La India; y que siempre habría otro momento mejor para hacerlo. Sin embargo, las ganas de vivir y de descubrir ganaron y salí de mi zona de confort para hacer algo que siempre me había llamado la atención: Irme a un sitio tan lejos de mi casa a hacer algo por gente, en principio desconocida, pero con grandes necesidades y problemáticas.
Parecerá un tópico pero es completamente cierto que la aportación del voluntario nunca podrá igualarse a lo que ese ejército de sonrisas te da nada más llegar. En cuanto puse un pie en la escuela Akshay todas las dudas sobre cómo saldría, si sería capaz, los miedos...se disiparon. La acogida fue tan brutal y emocionante que todavía puedo sentir el calor que a mi alma llegó cuando revivo ese momento. Solo con la propia experiencia uno llega a entender estas palabras. La luz que irradian estos niños no es comparable a ninguna otra cosa que yo haya podido vivir. La sensación de plenitud fue tal, con el trabajo allí realizado, que aun hoy siento esa paz en mi interior y creo y espero me acompañará por mucho tiempo.
Vivimos a veces demasiado enfocados en nuestro pequeño mundo y problemas que son seguramente igual de lícitos que los de allí, pero a veces simplemente mirar un poco más allá de nuestro ombligo nos invita a ver como la vida se abre paso entre las dificultades con gran fuerza. Solo hay que poner atención a lo grato para darnos cuenta de las maravillas que se nos presentan cada día, por pequeñas e insignificantes que parezcan.
Cuando ahora oigo a gente que me felicita o lo ve como una gran hazaña no termino de entender esa visión. Pues para mí ha sido un regalo y una decisión que me ha cambiado la vida. Los pequeños contratiempos que puedan surgir en el viaje, las dificultades que a veces se puedan vivir en un país tan alucinante como ese, de sobra se ven compensadas por la maleta que te traes hasta arriba de recuerdos, enseñanzas, miradas, risas y toneladas de amor que no se factura si no que se quedará contigo siempre.
Repetiría una y mil veces y animaría a todos a visitar el proyecto y aportar lo que esté en sus manos. Desde útiles de escritura, tiempo o un compromiso mayor. No importa si lo que se hace se hace desde la autenticidad. De nada sirve el sermón típico si la voluntad no es real. Cada cual tenemos una manera única e irrepetible de dejar algo en este mundo. No es obligación pero si una invitación a ir más allá de lo individual. Somos enormemente afortunados de poder abrir cada día el grifo de agua potable de la que beber y abastecernos. No dejemos que eso se convierta en algo que se de por hecho. Está en tu mano hacer algo por poblaciones que te necesitan enormemente.
Desde Akshy cada ayuda va íntegramente para el conjunto del proyecto. Todas las piezas son importantes pero la educación es el eje sobre el que se mueve la organización. Recordando aquella frase de "No me des el pescado, enséñame a pescar", se puede ilustrar fácilmente por qué es tan crucial la alfabetización y las oportunidades de conocimiento en la India rural. En un país con tal nivel de pobreza, es fundamental ayudar a las nuevas generaciones a través del conocimiento. El avanzar depende de ellos y de su esfuerzo diario por aprender. La inversión de recursos en escuelas fomenta el desarrollo del país pues crea un lugar de encuentro social, humanitario e intergeneracional.
Muchas de las niñas pequeñas que cursan los primeros niveles de la escuela Akshay suponen la primera persona de su entorno más cercano que tendrá la oportunidad de aprender a leer. Esto con el tiempo revertirá en su familia favorablemente pues esa niña probablemente tendrá descendencia, así como hermanos y padres que seguro beberán de ella de algún modo. Esto supone un pequeño paso en la libertad de estos pueblos ya que el conocimiento servirá como herramienta para luchar contra las injusticias de un sistema social tremendamente injusto sobre todo para la población femenina y que responde solo a los intereses de ciertas castas altas y adineradas.
La aportación mensual tendrá un nombre y apellidos simbólico pero la repercusión en la población de Amwan y alrededores es enorme. Basta con conocer a los chicos que comenzaron siendo unos críos en las primeras andaduras de la escuela para ver el trabajo encomiable que se ha hecho con ellos durante estos 7 años. A día de hoy todavía la ONG Akshy sigue acompañándoles en sus logros ya fuera de estos primeros niveles de escolarización y puedes ver en ellos la gratitud y energía que Akshy les ha transmitido todo este tiempo. En palabras de ellos mismos, esto les ha cambiado la vida. Forman parte de una gran familia con un objetivo común: trabajar por el desarrollo de su pueblo y por un futuro mejor.