Básicamente es deshacerse de cosas. 1 cosa el primer día, 2 cosas el segundo, 3 el tercero y así hasta 30 el día 30. En total suman 465 cosas.
Pero yo hice un poco de trampa y al final saqué de casa más de 600. Y eso que no tenía casi nada... jejeje
El compartirlo en redes sociales ha permitido que otras personas se uniesen a mí e hiciesen el reto. Menos soledad, más impresiones. (¡Gracias a los que lo habéis hecho conmigo!)
Como no te puedo contar sus impresiones, te voy a contar las mías.
Todo empezó porque me molestan las cosas...
¿Por qué me molestan tanto las cosas?
Dicen que no sabes lo que tienes hasta que te mudas. Entre el año 2015 y 2016 me mudé 5 veces por cuestiones de trabajo, estudios y alguna historia más de cuyo nombre no me quiero acordar.
Cada uno de los procesos fue largo, tedioso y te da ganas de plantarle fuego a todo varias veces al día. Pero lo bueno de esas 5 mudanzas es que me fui deshaciendo de cosas por el camino y cada vez que lo hacía sentía que soltaba lastre.
Es cuando me di cuenta de que las cosas son eso, un lastre. Te quitan tiempo de vida, espacio, dinero y libertad. Vamos, que las cosas son como un invento del diablo.
Acabe de asimilarlo tras estar 1 año sin comprar nada que no fuese comida, medicamentos y productos de higiene. En ese año aprendí mucho sobre el consumo.
Las personas de mi entorno creían que estaba haciendo un sacrificio tremendo, cuando lo cierto es que fue más que liberador. Y aprendí que tenemos demasiadas cosas. Que a pesar de estar un año sin comprar, seguía teniendo mucho.
Esto me llevó a querer deshacerme de algunas de mis pertenencias para seguir aligerando peso.
Las fases por las que fui pasando durante el reto
Fue un mes y se paso súper rápido, pero es cierto que fui pasando por distintas fases:
- El primer día que me deshice de un objeto (un Geomag) me quedé como estaba. Tenía ya varias cosas pensadas de los días previos a iniciar el reto, y la verdad es que eliminar una sola cosa no cambió nada.
Tenía unas ansias tremendas de seguir y quitarme todo de encima de golpe. Como los millenials no sabemos esperar, fue todo un reto tener que dejar pasar 24 horas hasta el día siguiente para quitarme de encima 2 rídiculas cosas. Aún así estaba contenta pensando en todo lo que venía.
- Los siguientes días fueron en la línea del ansia, a la vez que iba descubriendo cuanta tontería inútil guardaba. Cada vez que me ponía a rebuscar en los cajones me preguntada "¿En qué estabas pensado para guardar esta mierda?"
Quizás estos días fueron los más divertidos, por ir descubriendo chorradas que tenía olvidadas.
- A partir de la mitad la cosa se fue complicando. Los objetos no me cabían bien las fotos, así que iba haciendo combinaciones de cosas grandes y pequeñas. Además los montones de cosas se iban acumulando en una esquina y la sensación era de total caos.
Ver crecer los montones cada día más me hacía pensar la burrada de pertenencias que acumulamos sin sentido.
- Hacía el final, a partir del día 20 y algo, me estresaba muchísimo ese montón de cosas acumuladas en una esquina. Quería quitármelas de encima ya. Así que de nuevo me invadió la prisa.
Además en este punto, ya comenzaba a hacerse complicado deshacerse de cosas, porque estaba quitando lo que en un principio no descarté. Era volver sobre lo mismo una y otra vez. Pero quizás eso era lo que también me animaba. Porque lo que guardé la primera vez, a la segunda o a la tercera vez que lo veía, lo desechaba. Por eso creo que es tan importante hacer este reto así, durante 30 días. Con una limpieza general un día no consigues lo mismo ni de lejos.
- La última foto me dio una gran satisfacción. Había terminado, podía quitar los trastos de casa para siempre y a volar. A pesar de ser una foto feísima, a mi me parece súper bonita por lo que significa.
Photo finish :D
Por cierto, de eso que hay para la venta de momento solo se vendió el Geomag, que ni siquiera está en la foto, porque fue el primero en irse. Creo que la venta de segunda mano no es lo mío :D
Lo que he aprendido tras el reto minimalista
Me llevo una sensación de desahogo muy grande.
No solo tengo más espacio, todo está más ordenado y en paz, si no que tengo más libertad. Esto que, a priori, parece muy utópico, es real, es la sensación general que me llevo.
Las cosas que he aprendido:
- Que tenemos demasiadas cosas de las que ni nos acordamos. Esto ya lo sabía, pero acabé de confirmarlo y es mucho más de lo que creía.
- Que no necesitamos prácticamente nada para el día a día. La mayoría de nuestras pertenencias no las tocamos casi nunca.
- Que acumulamos sin sentido, por miedo a que nos haga falta, o por sentimentalismos que no conducen a nada más que a enterrarnos en vida. Suena mal, lo sé, pero es mi forma de verlo sin edulcorar.
- Que sigo teniendo cosas que me sobran y que quiero reducirlas a lo mínimo.
- Que lo importante son las experiencias, los objetos no son nada. ¡Vaya frase de psicología de Facebook! Pero de verdad lo creo...
- Que tenemos muy poco amor por las cosas. Es decir, no apreciamos nada lo que tenemos. Simplemente está ahí, no le hacemos el más mínimo caso, no lo necesitamos y ni siquiera nos acordamos en muchas ocasiones de que existe. Si valorásemos un poco más lo nuestro, tendríamos menos y mejor.
Me he parado a pensar que si hubiese un incendio en mi casa, lo que de verdad querría salvar sobre todo lo demás, es mi portátil. Una única cosa está por encima de todas las demás. Y es algo que uso todos los días y significa tanto para mí porque me da una libertad increíble.
Así que, si algo he aprendido con esto, aunque también ya lo sabía, es que valoro mi libertad sobre todo lo demás. Esa es la razón por la que no quiero tanto.
Te animo a que hagas este reto, no solo por lo que vas a quitarte de encima y lo mucho que vas a ganar. Si no por lo que aprenderás de ti y de tu vida. (Soy más profunda que el subsuelo cuando quiero, ¿eh?).
Venga, te veo en los comentarios :)
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