Cada vez más personas se preocupan del origen de los alimentos que consumen. De la misma manera tienen en cuenta si esos productos son de temporada, de proximidad y sobre todo si se han elaborado de manera sostenible. Tanto en frutas y verduras como en productos de origen animal, los consumidores prefieren métodos de elaboración y cría tradicional frente a grandes explotaciones agrícolas o ganaderas.
Así, las granjas ecológicas tienen cada vez más auge e importancia en todo el territorio europeo y nacional. Este tipo de granjas tienen muy en cuenta el bienestar animal, pero también si hay suficiente superficie de suelo por cada cabeza de ganado. La alimentación con la que crían a los animales también es de origen ecológico y suelen limitar el uso excesivo de antibióticos. Un ejemplo claro de estas buenas prácticas es el jamón ibérico de la empresa Encina Don Alberto.
En comparación con las ya tan rechazadas macro-granjas que causan tantos estragos en los lugares donde se asientan, la empresa Encina Don Alberto está situada en el corazón del Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche, en la Sierra de Huelva. Sus embutidos y jamones de bellota son elaborados de forma tradicional y artesanal, tanto es así que los animales pasean libres por el terreno y se alimentan directamente de bellotas.
Auge y futuro de las granjas ecológicas
En el sector agropecuario la gestión del impacto ambiental tiene una especial importancia. De hecho, una de las claves para poder hacer frente al cambio climático es adaptar los sistemas de producción alimentaria a nivel global según los expertos. Para preservar la biodiversidad y garantizar la seguridad alimentaria y el desarrollo inclusivo ya no se puede seguir apostando por las macro-granjas que tantos problemas medioambientales generan, por no hablar del maltrato animal que en ellas se suele dar.En este sentido, no es lo mismo la paleta ibérica de bellota procedente de ejemplares criados en libertad y con buenas prácticas, que la procedente de instalaciones donde los animales están hacinados y son sometidos a condiciones deplorables. Es lógico pensar que la calidad del producto es mucho mayor en el primer caso, ya sin entrar en la ética que cada consumidor pueda tener frente al maltrato animal. Sin entrar en ese tipo de debates, la cría tradicional y artesanal vuelve a ser apreciada y preferida por los consumidores.
Pero esto no ocurre solo con los cerdos, sino también con las gallinas, las vacas, y todos los animales que forman parte habitual de la alimentación. Lo mismo pasa con las verduras y frutas, los consumidores buscan aquellos productos que hayan sido cultivados de forma ecológica, libres de pesticidas y modificación genética, y a poder ser de cercanía para evitar el impacto ambiental que los traslados generan. Los mercados tradicionales vuelven a ganar protagonismo frente a las grandes superficies y cadenas de supermercados.
Esta evolución de los hábitos de consumo se debe sobre todo a una concienciación cada vez mayor sobre la necesidad de llevar una vida más sostenible, dada la situación actual y el impacto que el cambio climático está produciendo a nivel mundial. Años de excesos, contaminación, deforestación y producción acelerada han ocasionado daños irreparables. Tanto expertos como ciudadanos de a pie están viendo la necesidad de cambiar este modelo productivo y de consumo tan despiadado.
La solución está clara: fomentar la producción y el consumo local y nacional frente a los alimentos importados; elegir alimentos de temporada, y empresas y marcas que sean respetuosas con el medio ambiente (Si además dichas marcas tienen sistemas de producción tradicionales y sostenibles, tanto mejor); y huir de las macro explotaciones agrícolas y ganaderas que solo generan problemas a las poblaciones cercanas, contaminan el medio y producen sufrimiento animal.
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