De un tiempo a esta parte, hemos visto cómo se han desarrollado ciertas prácticas que tienen como objetivo cambiar nuestro estilo de vida. Se trata de engancharnos a una manera de vivir más respetuosa con el medio ambiente y lo que nos rodea. Aunque Donald Trump diga que el cambio climático no existe, lo cierto es que la actividad humana está destruyendo poco a poco el planeta, hasta tal punto de que un día será irreversible.
Se derriten los polos, crece el nivel del mar, se hace cada vez más grande el agujero de la capa de Ozono, hay especies de animales que ya se han distinguido… Y, aunque creas que no te afecta, tarde o temprano estos cambios afectarán el modo en que vives.
Sin embargo, no todos los motivos que llevan a una persona a alimentarse de manera ecológica es el cambio climático. La principal causa por la que un individuo decide cambiar su dieta es su salud. ¿Has pensado alguna vez, por ejemplo, los pesticidas que ingieres a través de la carne?
En este artículo no venimos a convencerte de nada. Eres libre de comer lo que te plazca y seguir el estilo de vida que más feliz te haga. Sin embargo, si venías buscando pistas sobre cómo comer de manera ecológica para respetar el medio ambiente y, a la vez, cuidar tu salud, estas son algunas pistas:
Usa productos reciclados y reduce los envases
Regla número 1 del ecologista: reusa tu bolsa de la compra una y hasta mil veces, y si está hecha de material reciclado, mejor. Se necesitan toneladas de petróleo para fabricar todas las bolsas de plástico que usan los humanos y, por regla general, no se suelen reciclar, lo que provoca miles de muertes a especies marinas a lo largo del año.
Además, es importante que compres aquellos alimentos que usan los menos envases posibles. Es una buena idea, por ejemplo, beber agua del grifo (para ahorrarnos el plástico de las botellas) o comprar en la carnicería y charcutería del barrio. Lo normal es que te sirvan donde te sirvan los alimentos, utilicen menos plástico que si compras tu filete en una gran superficie.
Haz la compra en tu barrio
Ya sabemos que comprar tus alimentos en pequeños establecimientos de barrio puede encarecer un poco tu cesta de la compra, pero ten por seguro que ganarás en calidad. Estas tiendas suelen abastecerse directamente de los agricultores y ganaderos, por lo que nos aseguramos que nuestros alimentos sean más naturales y menos procesados. Y seguramente también sea más frescos, pues suelen recibirlos todos los días.
Consume alimentos orgánicos
Los productos orgánicos son aquellos que van directamente de la huerta a tu mesa. Se trata de alimentos que no han sido procesados y que no contienen antioxidantes, pesticidas, conservantes… Si sigues el paso anterior, casi todos los productos que consumes serán naturales. Si por el contrario haces la comprar en un supermercado, ya existen millones de productos ecológicos con los que llenar el carro de la compra (leche bio, miel ecológica, panes naturales, cereales, frutas y verduras, carnes y pescados…). Eso sí, lee siempre las etiquetas, que no te den gato por liebre.
Cocina lo menos posible y recicla
No estamos diciendo que te conviertas en crudivegano, pero ten en cuenta que cuanto menos cocines, mayor será el ahorro energético. Hay verduras que, por ejemplo, no hace falta cocinarlas. ¡Ahorrarás agua, luz, gas y tiempo!
Sobra decir que debes separar tu basura según su naturaleza y que debes reciclar todo lo que puedas. No solo hablamos de residuos orgánicos, papel o vidrio, hoy en día también se puede reciclar el aceite, los artículos electrónicos, la ropa…
Pregunta si tienes dudas
Tanto si estás en un restaurante como haciendo la compra o en casa de unos amigos, no tengas vergüenza a preguntar de donde provienen los alimentos que estás a punto de comerte, todos tenemos derecho a saber qué estamos a punto de llevarnos a la boca. Por suerte, cada vez hay más restaurantes que siguen estas pautas y cuidan la salud de sus comensales, por lo que no nos es tan difícil seguir con este estilo de vida si salimos a cenar por ahí.
Quizá pienses que lo que tú hagas no influye en el conjunto, pues eres una sola persona en el planeta. Pero al final la suma de muchos pequeños gestos puede suponer un gran cambio. Ya lo dijo Neil Amstrong: “es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad”.