1 - Planifica
Tener en la cabeza las comidas que cocinarás a lo largo de la semana, y los ingredientes necesarios, te ayudará en limitar la compra impulsiva de productos que luego terminan caducando en la nevera.
2 - Haz una lista
Otra práctica muy sencilla para que tu planificación sea efectiva y no te dejes llevar por ofertas y reclamos de los supermercados.
3 - Prioriza el consumo
De todo lo que has comprado, empieza consumiendo lo que más pronto caduca. El orden típico sería el pescado, luego la carne, las verduras, el queso, productos envasados y las conservas. Puede ser muy útil organizar la nevera para que los productos a consumir primero sean los que están por delante de los demás.
4 - Mantén la despensa llena
Las conservas, la pasta y el arroz se suelen emplear como base en el consumo de productos más frescos. Tener siempre a mano estos productos nos ofrece muchas opciones para dar salida a esa calabaza que tenemos al fondo de la nevera.
5 - No exageres con el tamaño de los platos
Si tres parejas de amigos se juntan para cenar, y cada una lleva una portada, no prepares la tuya como para saciar los 6. Además, está científicamente demostrado que solamente necesitamos una pequeña cantidad de lo que ingerimos a diario. No hace falta hincharse tanto.
6 - Emplea las sobras
Un salteado de verduras se puede emplear el día siguiente como base para unas hamburguesas vegetales o como salsa para una pasta. De hecho, muchos ingredientes están más ricos el día siguiente, ¡no lo tires!
7 - Usa el congelador
Si algún producto fresco está en su límite, puedes congelarlo para que aguante más tiempo en perfecto estado. Lo puedes hacer tanto crudo que cocinado.
8 - Haz compostaje
Aunque en este caso podríamos considerar que sí estamos tirando la comida al cubo, pero lo estamos haciendo de una forma en la que los nutrientes vuelven a entrar en el ciclo de la naturaleza.