Si digo aceite de palma, muchos pensaréis en orangutanes en Sumatra quedándose sin bosques. Pero, ¿entendemos exactamente por qué ocurre esto? Y ¿qué se puede hacer al respecto? ¡Más del 50% de los productos que compro llevan aceite de palma y ni siquiera soy consciente de ello! ¿Cómo puedo evitar algo así?
Empecemos por el principio. El aceite de palma es un aceite de origen vegetal, derivado de la pulpa de la palma africana. Es increíblemente versátil, por lo que se puede usar tanto en alimentos como en productos de cosmética o limpieza. ¡Y es que puede ser procesado en centenares de formas distintas! Es por eso que resulta complicado identificarlo como tal en algunas listas de ingredientes (eso, y que muchas empresas prefieren esconder su poco compromiso detrás de nombres irreconocibles).
Puede que no lo sepamos, pero el aceite de palma está en todas partes; desde champús y pintalabios hasta galletas y mantequilla de cacahuete. ¡En la India incluso es uno de los principales aceites utilizados para cocinar! Esto no sería ningún inconveniente si no fuera por el hecho de que es una de las mayores causas de destrucción medioambiental.
Sí, sí, como oyes. Como el aceite de palma está en todo, su demanda es masiva (100 millones de toneladas anuales, más o menos), lo que resulta en:
Deforestación
Suelo y tierra irrecuperable
Contaminación medioambiental
Animales en peligro y/o dañados
Apropiación de tierras indígenas
Supresión del trabajo agrícola de comunidades locales
Explotación de mano de obra barata
Resulta que, para satisfacer la demanda y tener espacios de cultivo, se limpian dimensiones enormes de tierra. Cosa que significa deshacerse de las plantas y árboles existentes (a menudo con incendios provocados, que pueden arrasar a poblaciones de seres vivos a su paso), además de destruir el espacio vital de muchos animales que viven allí, desde primates hasta aves exóticas. De hecho, gran parte del aceite de palma utilizado proviene de Malasia y de Indonesia, hogar de especies fascinantes y en peligro de extinción, como orangutanes, elefantes asiáticos, rinocerontes…
El impacto medioambiental también es preocupante, ya que la cantidad de metano y de dióxido de carbono desprendidos al crear zonas de cultivo es enorme (unas 6.000 toneladas por hectárea).
Como toda gran industria, la del aceite de palma también presenta problemas relacionados con los derechos humanos, ya que se apropia de las tierras de comunidades indígenas, les quita sus trabajos agrícolas, e utiliza mano de obra barata que acaba siendo explotada bajo condiciones cuestionables.
Por cosas así, se está desplegando una lucha contra la industria. Francia es un gran ejemplo en este aspecto, tomando acciones como boicotear la marca Nutella (algo polémico pero bastante simbólico).
Hay muchos objetos con aceite de palma, no obstante. ¿Significa esto que debemos boicotearlos todos? Pues la verdad es que su producción podría hacerse bien y de manera sostenible. El gran inconveniente es que esto no está para nada regulado.
Solo el 20% del aceite de palma mundial está certificado. Y es que resulta extremadamente difícil para muchas compañías identificar aquellas prácticas y granjas que han cultivado aceite de palma de manera sostenible y responsable. Apenas existen regulaciones, garantías y sellos. Incluso ciertas marcas de cosméticos sostenibles y cruelty-free no son capaces de garantizar que el aceite de palma que utilizan sea de orígenes responsables.
¿Entonces qué? Pues el siguiente paso no es boicotear todas las marcas del supermercado, sino apostar y luchar por un aceite de palma regulado, certificado, y sostenible. Las cosas se pueden hacer bien, sin dañar al medio ambiente ni a los animales y apoyando la economía local e indígena.
Está claro que boicotear o no ciertos productos es decisión tuya, pero hagas lo que hagas, una buena forma de apoyar la sostenibilidad del aceite de palma es:
Apoyando a las compañías que solamente utilizan aceite de palma con la certificación RSPO (Roundtable on Sustainable Palm Oil).
Evitando productos cuyo aceite de palma tiene procedencia dudosa o conflictiva.
Preguntando a tus marcas preferidas si usan aceite de palma, y si lo hacen, de dónde proviene este. ¡Pide certificados, enseña tu preocupación al respecto!
Escribiendo a tu gobierno, a los legisladores de tu país, a tu periódico local… sobre el tema, informando a los demás y pidiendo medidas al respecto.
Probando marcas de cosméticos libres de aceite de palma (y si son cruelty-free y veganas, ¡mejor que mejor!).
Uniéndote a campañas y firmando peticiones para avanzar en la causa.
¡Empieza a comer más sano! Muchos de los productos con aceite de palma son comidas procesadas o empaquetadas. Apuesta antes que nada por productos frescos y naturales y, además de evitar los impactos negativos del aceite de palma, estarás cuidando tu cuerpo.
Haciendo una donación para proteger los bosques tropicales y las especies en peligro de extinción de Asia.
Yo intento evitar de manera consciente aquellos productos con aceite de palma, al menos hasta que estoy completamente segura de que su origen es sostenible. Una buena forma de hacerlo es leyendo las etiquetas y cuestionándose aquellos ingredientes demasiado generales (aceite vegetal, por ejemplo).
Si queréis saber más al respecto, podéis echarle un vistazo a los artículos de las Esturirafi (Aceite de Palma,un peligro para la salud y el medio ambiente) o de Irene la Recolectora (Cómo comprar sin aceite de palma). También podéis ver todos los nombres que puede tener el aceite de palma como ingrediente aquí, y leer el blog/revista Selva Beat, que habla regularmente sobre cómo llevar un estilo de vida vegano y libre de aceite de palma.
¡Hasta otra!