Qué tanto hemos avanzado hacia un consumo responsable, hacia un desarrollo sostenible. Las encuestas parecen indicar que, efectivamente, se han producido cambios significativos en los patrones de consumo de la sociedad española. Existe en el ciudadano, la preocupación por el impacto ambiental que pueda producir la satisfacción de sus necesidades básicas así como las de otra índole.
El consumo responsable debe estar guiado por principios éticos y ecológicos.
Las crisis económicas se transforman en motores en cambio en las sociedades y con toda seguridad, la actual crisis que ha provocado por la pandemia no será la excepción. España ha pasado en distintas oportunidades por situaciones complicadas desde el punto de vista de la economía, en las que los consumidores orientan sus compras hacia lo que necesitan por encima de lo que desean.
En estos casos los componentes que privan son en primer término el precio, el beneficio para la salud y sin lugar a dudas, la calidad, luego vendrían los factores que tienen que ver con la sostenibilidad como lo es la certificación ambiental, pasando a menor relevancia, otros factores como la marca o la moda.
Pero, en medio de las crisis surgen las oportunidades, de tal manera que frente a la necesidad promover el crecimiento económico y social, así como el incremento del empleo, hay que llegar a un punto de equilibrio que permita cumplir con los objetivos del desarrollo sostenible.
Aunque, en años recientes, los sondeos de opinión en la población española han evidenciado que, 8 de cada 10 ciudadanos consideran que el impacto en el medio ambiente es un elemento importante de decisión en la adquisición de productos; no obstante, en la práctica sólo una minoría, privilegia en sus compras la protección del ambiente por encima del costo y la calidad.
El consumidor busca la mejor relación calidad-precio seguido por los beneficios para la salud (etiquetado nutricional, presencia de alérgenos e información acerca del origen o procedencia) y luego, tomará en cuenta otros atributos relacionados con la sostenibilidad, como lo es el carácter ecológico del producto o el respeto a los derechos humanos.
La Agenda 2030 propuesta por La ONU en su apartado 12 establece los lineamientos para el logro de la producción y el consumo responsable.
Hay que entender que existe una interrelación entre los consumidores, la administración pública y las empresas.
Es un hecho que cada vez más los españoles se encuentran mejor informados sobre aquellos aspectos que tienen que ver con el consumo responsable y la protección del ambiente, sin embargo, en la mayoría de los casos no conocen el alcance de estos conceptos. Pero, cuando se ha enterado de que una empresa está envuelta en escándalos poco éticos como la explotación infantil o prácticas ambientales insostenibles, penaliza sus productos o servicios, dejando de adquirirlos.
La administración pública, tanto a nivel central como autonómico, aparte de crear el marco legal en consonancia con las metas establecidas por ONU y la Unión Europea, debe velar por su cumplimiento, asumiendo las acciones de control e inspección, concretamente en las empresas. En lo que respecta a los consumidores, debe encargarse de la formación de la ciudadanía, creando conciencia en cuanto a las consecuencias de ciertos hábitos de consumo irresponsables. El objetivo es orientar los valores y principios que deben guiar a las personas a la hora de hacer sus compras.
Las empresas están conscientes que el consumidor español privilegia la relación calidad-precio y que el consumo sostenible no es por el momento un elemento impulsor del mercado. Pero las presiones legales desde organismos internacionales hasta los propios estados favorecerá a aquellas empresas que logren integrar la sostenibilidad dentro de su núcleo de negocio, donde la clave se encuentra en la innovación en sus productos o servicios, haciéndose de esta manera más competitiva y logren alcanzar posiciones de liderazgo en el mercado.