En mi casa no se gastaba por gastar, más bien todo lo contrario.
La ropa iba pasando de uno a otro, entre hermanas o primas, y había que mucho para compartir.
Tampoco nos íbamos de vacaciones, como mucho un fin de semana al campo de algún pariente, a correr a nuestras anchas, o ordeñar alguna vaca o a dar de comer a las gallinas y sino, a lo de alguna amiga que tenga piscina para pasar parte del verano. Quizá por eso nunca me ha llamado tanto la atención el estar consumiendo sin más. A diferencia de muchas amigas, no me gusta ir a los shoppings o centros comerciales, no me gusta ir de compras (a veces voy por que no me queda otra y me doy cuenta que mi armario da pena).
Hoy el consumo se ha vuelto una práctica diaria en exceso casi imposible de frenar. Estoy segura que podemos vivir con menos y mejor: reducir el consumo y reducir los desechos que generamos y tomar conciencia de nuestros hábitos de consumo actuales para poder cambiarlos (y no por ahorro económico solamente).
Cada día tenemos la oportunidad de elegir qué, dónde, para qué y a quién darle nuestro dinero. Es un acto sumamente importante, aunque de hacerlo de una forma tan cotidiana no lo parezca. Mis compras no son realizadas espontaneamente. Lo cierto es que desde hace un tiempo he decidido consumir menos, en lo posible directamente de manos de quienes producen o prefiero los pequeños almacenes de barrio, los mercados y las ferias, en lo posible.
Ya no me guío únicamente por el parámetro del precio-calidad. A la hora de consumir analizo también el origen, el impacto ambiental y social. Me importan sobre todo lo que consumiré, ya que mi cuerpo y mi salud son una de mis pautas primordiales, no tolero ver como hay gente que cosnume sin más y mete cosas en su cuerpo, sin pensar cómo les afectará al día siguiente y por consecuencia en su salud, como si su cuerpo, fuera algo ajeno a ellos…
La buena noticia es que todos podemos convertirnos en consumidores responsables.
¿Cómo? Empezando por preguntarnos cada vez que estemos ante una posiblididad de consumir algo: ¿Tengo hambre ahora o es un antojo? ¿Realmente necesito lo que voy a comprar o es que quiero satisfacer un deseo? ¿Estoy eligiendo libremente o es una compra compulsiva? ¿Cuánto lo voy a usar? ¿Cuánto me va a durar? ¿Podría pedirlo prestado a un amigo o a un familiar?
Siempre tenemos la posibilidad de elegir, qué, cómo y dónde comprar..¿Cuál es tu elección?
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