Nuestros hábitos de consumo dictan cómo vivimos nuestra vida. Pagar facturas, comprar cosas, salir, viajar, vivir en casas más grandes, pagar por tener más comodidades… Son algunas de las razones por las que pasamos décadas trabajando a jornada completa, apenas llegando a fin de mes y contando los días para las vacaciones. Llevar una vida frugal y minimalista consiste en reformular por completo tus hábitos de consumo, transformando lo que ahora es una espiral de deuda, gasto y falta de tiempo en un círculo sostenible de abundancia y libertad.
El primer paso para vencer nuestros hábitos de consumo consiste en aceptar el problema: Tenemos unos hábitos terribles. Manejar dinero y recursos se nos da realmente mal, y el problema es del sistema mismo. Vivimos en una sociedad irresponsable que nos educa para consumir a lo tonto y trabajar como burros. Los bancos nos animan a gastar más de lo que tenemos. Los comercios nos seducen con hechizos publicitarios. Los medios nos convencen de que nuestra felicidad está dictada por nuestras compras. Incluso el calendario anual, que antaño estaba estructurado alrededor de las lunas, las cosechas y las mareas, ahora está dominado por los eventos de consumo.
Así, nos vemos arrojados a una frenética carrera laboral en la que se nos va la vida entera, dedicándonos a perseguir dinero para consumir.
Tener unos hábitos de consumo más responsables no solo te ayudará a ahorrar dinero, también te hará más feliz, más libre y te enseñará a valorar las cosas importantes de la vida.
Quizá los únicos que todavía recuerdan otra forma de vida son nuestros abuelos y abuelas. Ellos son expertos en vivir con poco, y saben atesorar relaciones y experiencias, en lugar de objetos. Transformar tus hábitos de consumo significa volver a esos valores que antes teníamos tan interiorizados. Pero no siempre es fácil ser un consumidor responsable. El mercado está diseñado para seducirte.
Si quieres transformar tus hábitos de consumo, prométele fidelidad incondicional a tu minimalista interior e identifica las tentadoras curvas de la mercadotecnia. Así es como lo hacemos nosotros, y gracias a estos hábitos de consumo responsable hemos conseguido ahorrar más del 50% de nuestro sueldo. Tú también puedes hacerlo. ¿te animas a probarlo?
¿Pero cómo podemos resistir los impulsos del consumo?
1. Cambia el chip y disfrútalo
Se trata de hacer un cambio de mentalidad. Tienes que estar convencido, emocionado, ilusionado por el proyecto de ahorrar, minimizar, reducir… Yo disfruto planeando mi presupuesto. Cada vez que elimino un gasto inútil, me siento como una ninja del ahorro cortando cabezas enemigas con mi letal sable minimalista.
No te sientas mal por cambiar tus hábitos ni te sientas excluido o marginado de tu entorno social. Por el contrario, céntrate en las relaciones que tienes con tus amigos, el tiempo que compartes, la complicidad que desarrollas con ellos… porque eso es lo verdaderamente importante, no cuánto dinero gastas cuando quedas con ellos. Te aseguro que pronto te darás cuenta de que tus relaciones personales son más auténticas y significativas cuando dejan de depender del dinero.
No te sientas como un bicho raro por ser minimalista y frugal. La próxima vez que te veas en una situación en la que normalmente gastarías dinero intenta decir esto: “Lo siento, estoy siguiendo una estricta dieta económica y no puedo”.
2. Necesidades y caprichos
Una de las armas secretas del consumo es hacer pasar caprichos por necesidades. Lo logran haciéndote creer que necesitas cosas, es decir: inventándose necesidades nuevas. Sin embargo, nuestras verdaderas necesidades son, en realidad, muy pocas. Lo esencial se reduce a: Comida, vivienda, cuidados médicos, ropa, forma de transportarnos de un sitio a otro y el apoyo de nuestra comunidad. No importa la marca ni la popularidad del producto: solo la calidad y la durabilidad.
Identifica todo lo que no es esencial y somételo a un profundo análisis. ¿Aporta verdadero valor a tu vida? ¿Te hace feliz por otras razones? Si no es así, y casi nunca lo es, saca tu espada ninja y ¡zas! Un gasto menos.
3. Pospón las compras
Un sencillo ejercicio para combatir la inercia del consumo es simplemente posponer las compras. Antes de comprar algo, espera. Procrastina tus compras. Con toda seguridad, la simple espera te hará darte cuenta de que, en realidad, no lo necesitas.
Así es como yo lo hago: Cuando veo algo que quiero comprar lo apunto en una lista. Al cabo de una semana, repaso la lista de nuevo. Si todavía creo que lo necesito (con mucha frecuencia, me doy cuenta de que puedo sobrevivir perfectamente sin eso) lo dejo apuntado unos días más. Si he sobrevivido dos semanas sin eso, seguramente no es tan necesario. No vayas corriendo a comprar algo solo porque el que tenías se ha terminado. Haz la prueba de la lista y verás que muchas de las cosas que compras de forma rutinaria no son necesidades en absoluto.
Y si, por el contrario, después de todo esto, veo que sigue siendo una necesidad, entonces investigo las opciones disponibles. Busco ofertas, consulto las plataformas de bienes usados y opto por la mejor relación calidad-precio.
¡Te aseguro que este simple ejercicio te ayudará a eliminar muchos gastos innecesarios!
4. Haz buenas compras
No se trata de comprar siempre lo más barato. Lo fundamental para hacer una buena compra es encontrar productos de calidad que duren mucho tiempo, aporten valor a nuestras vidas y tengan el precio justo.
Unos zapatos de 10 la mar de monos pueden parecer un chollo, pero, si los vas a tener que tirar dentro de un mes, no lo es. Con los productos de alimentación es especialmente importante priorizar la calidad por encima de todo. A fin de cuentas, eres lo que comes.
Fíjate también en la huella ecológica y en la dimensión ética de los productos. ¿Se trata de una marca notoriamente famosa por extender prácticas nocivas para el medioambiente? ¿Es el producto de una gran empresa que vulnera los derechos humanos de sus trabajadores? ¿El envase es reciclable? ¿Contiene productos tóxicos? Es importante tener en cuenta que cada vez que hacemos una compra estamos apoyando y fomentando ciertas prácticas. Nuestro dinero es poderoso. Asegúrate de estar ejerciendo bien ese poder.
5. Ponte las gafas anticonsumismo (y no te las quites)
Con frecuencia las artimañas mercantiles nos deslumbran. Aprende a identificar las trampas del marketing y no te dejes deslumbrar. Algunos de los síntomas más evidentes son: Envases de formas y colores llamativos; promesas de felicidad, popularidad o belleza; productos que tienen una única función demasiado específica (por ejemplo: un pelador de ajos, un calentador de manos); productos que requieren el uso de otros productos… Cuando te encuentres ante estos objetos en una tienda ten por seguro que son artificios del marketing diseñados con un único propósito: meter mano en tu bolsillo. No lo permitas.
Ponte tus gafas anticonsumismo y no te dejes deslumbrar por las lentejuelas del mercado.
6. Más crear y menos consumir
Cada vez que haces algo tú mismo (DIY) en lugar de comprarlo (ya sea alicatar el baño, cortarte el pelo o hacerte las cortinas) estás beneficiándote a muchos niveles. En primer lugar, obviamente, estás ahorrando dinero. Además, estás contribuyendo a romper con la dominación mercantil, fomentando la creatividad personal. Y, por último, estás aprendiendo nuevas habilidades que pueden servirte en muchos otros aspectos de tu vida.
Internet es una cantera infinita de manuales y tutoriales para todo tipo de proyectos DIY. Desde los regalos de Navidad a los arreglos domésticos, intenta hacerlo tú mismo. La próxima vez que necesites algo, antes de echar mano a tu cartera, escribe en Google “Cómo hacer [X]” e inténtalo. Para mí, Pinterest es un recurso fabuloso donde siempre encuentro buenas ideas e inspiración. Echa un vistazo a nuestros tableros de Pinterest si andas en busca de inspiración.
Transformar nuestros hábitos de consumo solo requiere de voluntad y de confianza. En cuanto pruebes los beneficios de llevar una vida minimalista y frugal, créeme, no entenderás cómo has podido vivir despilfarrando tantos años.
Líbrate de las cadenas del consumo, no vivas dominado por tus posesiones materiales y pronto descubrirás un yo más simple, relajado y feliz.
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