Cuando llegaba el buen tiempo esas mismas familias salían de casa y en las mismas puertas formaban corrillos de sillas después de cenar para "tomar la fresca", charrar y charrar, hablar del tiempo, de los hijos, de las cosechas y algún cotilleo.
En esos tiempos todas las casas lucían un buen lustre, se encalaban las fachadas, se arreglaban los tejados y en definitiva estaban bien mantenidas.
Poco a poco la ciudad fue atrayendo a unas pocas familias que decidieron marcharse del pueblo, pero poco más tarde el número de familias que marcharon fue año tras año aumentando. Las casas todavía no estaban tristes, aquellas familias volvían al pueblo los fines de semana y en vacaciones.
De aquellas familias que se fueron nacieron varias generaciones y el apego al pueblo ya iba siendo menor, solamente iban al pueblo en fiestas y poco más. A esto también se sumo que las familias que se habían quedado en el pueblo mandaban sus hijos a estudiar y trabajar en la ciudad. Las casas del pueblo empezaban a temerse lo peor.
Una buena cantidad de casas se quedaron vacías, tenían muchos dueños, pero ninguno las habitaba. Estos dueños las intentaron alquilar o vender, pero no habían compradores. Estas casas vacías entraron en una tristeza profunda y empezaron a enfermar. Sus fachadas dejaron de estar limpias y encaladas, las termitas devoraban su madera, aparecieron humedades y goteras.
En la actualidad muchas de esas casas sin vida están en ruinas y otras muy cerca. Su única oportunidad es que alguien se haga cargo de ellas para que vuelvan a estar muy vivas y alegres, de nuevo. FIN
Cuando decidí hablar de las casas abandonadas en los pueblos se me ocurrió darle forma de cuento, lo que pretendía era quitarme un poco la tristeza que me da hablar de este tema.
En este cuento hablo de la despoblación rural y como fruto de la misma se han quedado en los pueblos muchas casas vacías, algunas de ellas de muchísimos años. También hablo del tema de que cada vez estas casas tienen más dueños por el tema de las herencias y de qué la solución de alquiler o venta fracasa más cuanto más tiempo las casas han permanecido vacías y sin arreglar.
Hay muchas casas prácticamente en ruinas que además de afear el pueblo también constituyen un peligro para la propia gente que camina por las calles.
Además de que las administraciones autonómicas se deben implicar en el problema de la despoblación también deben implicarse y dar soluciones al problema de las "casas tristes" de los pueblos.