He decidido escribir este post, un tanto diferente para concienciarnos con conceptos muy básicos nuestra relación con la alimentación.
Hace un tiempo escribí un artículo en la revista digital El Magacín, en el que hablaba de la importancia de la alimentación ecológica, al cual podréis acceder al artículo entero pinchando aquí.
Llevo tres años consumiendo alimentos de procedencia ecológica, no en su totalidad, pues creo que el 50% de lo que como es de procedencia convencional... No sé si os pasa lo mismo que a mí, que al llevar un tiempo comiendo, por ejemplo el arroz integral ecológico, si voy a un restaurante y me ponen arroz blanco, claro, no es integral, y mucho menos ecológico y entonces no tiene sabor alguno... no sé.... se me hace muy raro el tema ese de masticar esa pasta sin sabor. Realmente cuando empecé a consumir los alimentos integrales se me hacía muy raro, ya que me llenaba muchísimo al tener más fibra y tenía una sensación rara al masticarlo, por eso, por la fibra.
Todo tiene un proceso, y eliminar esa parte tóxica de los alimentos que nos lleva a malestares de todo tipo y acostumbrarnos a ese estilo de vida más sano puede ser un tanto tedioso en un primer momento, pero algunas claves para no darnos por vencidos es no hacer el cambio todo junto del tirón, sino de una forma progresiva, poco a poco irnos acostumbrando a productos más naturales. Lo importante es no dejar de hacerlo, no importa cuanto tiempo nos lleve esta adaptación, siempre merecerá la pena.
Hoy en día mi cuerpo me agradece cada bocado "limpio" que me llevo a la boca, y con "limpio" quiero decir libre de tóxicos. ya que, como digo en el artículo que os comenté al principio del post, nuestro cuerpo es el único lugar en el cual viviremos siempre, pero son muchas las veces que no lo escuchamos, no le hacemos caso y después nos las hace pagar. Considero que deberíamos tener una conexión más íntima entre cuerpo y mente, algo que parece fallar en muchas personas, y que yo, personalmente, tuve que luchar para reducir al máximo esa ansiedad que separaba mi cuerpo de mi mente, esa ansiedad de la cual me sentía presa día tras día, esa ansiedad, que me obligaba a darme atracones para calmarla, después decirte a tí misma que no lo volverás a hacer por el malestar que te causó y al día siguiente o dentro de dos días vuelves a repetir...
Era adicta al azúcar y a los ultraprocesados, consumía este tipo de alimentos a diario! Cada vez que lo pienso, me doy cuenta del cambio brutal que dí al decidir alimentarme de esta forma. Tenía dolores de cabeza muy a menudo, hinchazón abdominal, caída de pelo, uñas frágiles... Ahora me siento bien, ya que no me pasan estas cosas, aunque la gente me mire como con pena, porque no como "cosas ricas" según ellos, yo sé que me estoy alimentando muy bien, siempre podré mejorar, pero mi cuerpo me está agradeciendo todo el esfuerzo que hice y que ahora no supone ningún esfuerzo, porque no me siento esclava de la comida procesada, a la que era adicta, a lo que las grandes marcas quiere que seamos para que no paremos de consumir sus productos.
Es alarmante ver como la mayoría de la gente ingiere alimentos hasta estar llenos, hasta no poder más, porque al ser humano le gusta ese sentimiento de abundancia en todos los aspectos de la vida, y si está lleno significa que comió "bien"... cuando lo único que estamos haciendo es saturar a nuestro organismo hasta que después vienen las enfermedades y nos echamos las manos a la cabeza.
Si habéis llegado hasta aquí, enhorabuena! Espero que poco a poco la sociedad vaya tomando conciencia de lo que supone la alimentación en nuestras vidas.
Sin más, a cuidarse y mimarse mucho!!!