Pero hubo 2 motivos adicionales que me llevaron a tomar la decisión:
1. Quería una opción “más limpia”, saber que mis productos no estaban envenenando al planeta (aguas y el uso constante de envases plásticos de un solo uso).
2. El tema de la experimentación cosmética en animales y la crueldad a la que son sometidos los animales en laboratorios. Reconozco que hasta hace unos pocos años no tenía ni idea de lo que se escondía detrás de mi champú.
No solo champú, jabón, cremas de afeitar, desodorante, maquillaje, limpiadores… son solo algunos de los productos que han sido experimentados en animales.
Hay quienes dicen que la ignorancia es una bendición o que lo que no se sabe no te afecta, yo no estoy de acuerdo con ninguna de las dos. Más bien creo que el conocimiento es poder: poder para cambiar el mundo, poder para tomar decisiones informadas y poder para trasmitir ese conocimiento.
Así que el saber de dónde vienen nuestros productos, qué estamos comprando, qué le estamos metiendo a nuestro cuerpo y cuál fue el verdadero precio (más allá del dinero), es sin duda conocimiento que necesitamos tener.
Yo no creo que detrás de un pelo bonito, de una piel tersa o de un piso brillante tengan que haber animales mutilados, seriamente heridos o asesinados de forma rutinaria por tantas empresas.
¿Qué tipo de experimentos se realizan para probar cosméticos?
Según explican en la página de AnimaNaturalis, “se llevan a cabo dolorosos experimentos en cientos de miles de animales cada año, incluyendo conejos, cobayas, ratas, ratones. Estas pruebas incluyen la irritación de la piel o los ojos, sensibilización de la piel (provocar alergias), toxicidad (envenenamiento), mutagenicidad (daño genético), teratogenia (defectos de nacimiento), carcinogenicidad (causar cáncer), daño genético embrionario o fetal, toxicocinética (para estudiar la absorción, metabolización, distribución y excreción de las sustancias químicas).”
Para ser un poco más específicos:
Prueba de Draize (irritación del ojo): se le aplican sustancias irritantes como champú, jabón, esmalte de uñas en los ojos de conejos para estudiar sus reacciones por un período de 3 a 21 días. Este “experimento” resulta en llagas sangrantes.
Prueba de la dósis letal 50: se les administran a los animalitos de forma forzada, sustancias altamente tóxicas como limpiadores para inodoros o lejía y se observa su reacción: convulsiones, erupciones, adelgazamiento, diarreas, vómitos, muerte. La prueba se detiene una vez que han muerto el 50% de los animales (se emplean unos 200 animales), de ahí el nombre.
Todo esto me recuerda a una película animada The Plague Dogs, la vimos hace un par de años sin tener idea previa de qué se trataba. Nos impactó muchísimo y desde la primera imagen aborda muy cruelmente el tema de la experimentación en animales y su sufrimiento.
A mi no solo me indigna el hecho de que violen los derechos de los animales, sino que defiendan estas acciones alegando que son pruebas necesarias y que no pueden ser sustituidas por métodos alternativos, cuando en realidad no existe ninguna ley que demande practicar ensayos de este tipo para la venta de cosméticos y productos del hogar. El requerimiento es demostrar que el producto es seguro, y a estas alturas se dice que existe una lista con más de 15.000 productos marcados como seguros.
Básicamente, llevan a cabo todas estos experimentos donde al final, igual te advierten que el producto que estás comprando (tintes, limpiadores, champú, etc) tienen el potencial de envenenarte, causarte daños en la piel, cegarte, y ¡la lista sigue!… mientras que los animales sufren y mueren para nada, porque al final, el producto igual llega a los anaqueles y son vendidos como saludables o seguros.
La solución comienza por aceptar que los animales no son nuestros. Poco a poco, más y más empresas se han ido sumando al uso de ingredientes inocuos y se han comprometido a no experimentar en animales. Hay empresas que utilizan método alternativos, experimentan en humanos (voluntarios), mediante pruebas in-vitro (tubos de ensayo) o hasta con bioimpresión 3D. Entonces ¿cómo es que otros se atreven a decir que sus experimentos no pueden ser sustituidos por métodos alternativos? claramente no es así.
Hay 2 puntos que no me canso de repetir:
1. Mi bienestar no tiene por qué comprometer el bienestar de otros.
2. Tú dinero tiene voto, y al comprar productos que experimentan en animales estás apoyando esa acción.
Así que, ¡no los apoyes! Elige productos libres de crueldad animal, busca en la etiqueta el logo del conejito que lo identifica como Cruelty Free o No Testeado en Animales. O mejor aún, elabora tu propios productos en casa, desde mi punto de vista, esta es la mejor opción.
Yo te propongo que te cambies al lado compasivo y casero de la cosmética y la limpieza, además de que también es más saludable y más sostenible, y al final, te enganchas de tal forma que resulta hasta divertido.
¿Qué ventajas tiene elaborar mis propios productos?
Usar productos más naturales y que han sido sometidos a la menor cantidad de procesos industriales es beneficioso para tu cuerpo. A mi, los productos de marcas comerciales tienden a darme alergias en la piel y en los ojos.
Al usar productos hechos por ti sabes exactamente de qué están compuestos, además de no tener que usar envases nuevos constantemente y de saber que tu producto no tuvo que viajar desde el otro lado del mundo para llegar a ti.
Tener los productos necesarios (de cosmética y limpieza) no es complicado. Con una variedad de ingredientes multiusos ya podrás mezclar y preparar un montón de cosas diferentes. Bicarbonato, vinagre, nuez de lavado, aceite de coco y esencia de árbol de té son de los que yo más uso.
Saber que estás haciendo lo correcto y que tu higiene y cuidado personal no le está costando la vida a millones de inocentes animales. Mis productos caseros no son experimentados ¡en ningún animal!, al contrario, son también aptos para mi Nikito (mi perro).
¿Tú comprarías productos que han causado sufrimiento y muerte de tantos animalitos inocentes? yo no, y creo que tú tampoco. Si estás en contra de estas prácticas, que seguro que si, entonces ¡la solución está en ti!
Para ayudarte a dar el paso, te cuento sobre 5 de las alternativas que nosotros utilizamos:
1. Champú: mezcla una cucharada de bicarbonato con una taza de agua, mezcla bien y aplica por todo el cuero cabelludo mientras masajeas suavemente (no hace espuma). Enjuagua con agua a consciencia.
2. Acondicionador: mezcla en proporción 1-4 vinagre con agua, mezcla bien y aplica por todo el cabello la cantidad necesaria. No es necesario enjuagar pero puedes hacerlo si así lo prefieres.
3. Limpieza del inodoro: echa una cantidad generosa de bicarbonato (unas 2 cucharadas), seguido de un poco de vinagre. Hace efecto efervescente. Si tengo, a mi me gusta añadir también un chorrito de limón que además da un aroma muy rico. Deja actuar unos minutos, y luego pasa el cepillo. Puedes limpiar la ducha y el lavamanos de la misma manera.
4. Ventanas y espejos: aplica vinagre puro en un paño seco o si tienes una botella rociadora, directamente sobre la superficie. Limpia hasta que quede brillante.
5. Limpiador multiuso: añade 5 gotas de esencia de árbol de té con una taza de agua. Mezcla bien y limpia como lo harías normalmente. Sirve para mesones, superficies de la cocina, muebles, suelos.
También tengo publicada una receta de pasta dental y enjuague bucal, así que si no lo has hecho, te recomiendo te pases por mi sección de alternativas, donde continuamente voy publicando opciones más saludables y sostenibles.
Y tú, ¿ya te pasaste al lado libre de crueldad animal? ¿haces tus propios cosméticos y limpiadores? ¿alguna receta en particular que necesites? ¡Hablemos!
Las fotos de los conejios las saqué de aquí (imagen principal by Andy Brunner / imagen del conejito albino by Waranya Mooldee)