Se calcula que son 200 millones, las mujeres y niñas que viven en el mundo habiendo sufrido la mutilación genital femenina. Una práctica que atenta contra su salud y dignidad de niñas y mujeres. La mutilación genital femenina es una forma de violencia que consiste en cortar los genitales externos femeninos de manera total o parcial.
Tabú y mutilación genital femenina
Isatou Jeng es una joven gambiana, que a los seis meses fue víctima de ablación genital. A pesar de que en Gambia existe una ley vigente que lo prohíbe desde 2015, el 75% de las mujeres han sido víctimas de la ablación y sigue siendo una práctica común. Durante su exposición en el VIII Encuentro de mujeres que transforman el mundo, celebrado el pasado mes de marzo, explicaba que su vida es un testimonio de discriminación, abusos, y violencia, pero que esa experiencia es lo que le ha empujado a seguir con el activismo, luchando contra la mutilación genital femenina y el matrimonio infantil.
El tabú, la falta de información, y el limitado acceso a contraceptivos, fueron la causa de su embarazo adolescente. Ella en ese momento ya sabía que no quería casarse ni dejar de estudiar, y gracias al apoyo de su madre, volvió a la escuela. A pesar del estigma y la discriminación, se graduó en Ciencias políticas. Creó The Girls Agenda, un movimiento donde su trabajo se centra en empoderar a la próxima generación de mujeres, utilizando los principios del feminismo, la igualdad y la justicia social, y donde los hombres son parte de la conversación. El objetivo, cambiar los valores de la sociedad patriarcal y el control sobre la sexualidad femenina.
Emuatare sin lágrimas ni dolor
En Kenia la mutilación genital femenina también es una práctica normalizada, pero Nice Nailantei tuvo más suerte. Tenía 8 años cuando la dejaron una noche durmiendo a la intemperie para practicarle el ritual. Según contaba en la Conferencia sobre la ablación dentro de los Días Europeos de Desarrollo, ella sabía que le esperaba el emuatare. Con esa edad no podía imaginar las secuelas que le podía dejar sobre su salud física y mental, pero sí sabía que las niñas dejaban de ir a la escuela, y ella quería estudiar. Por eso se escapó hasta dos veces, evitando ser mutilada.
A pesar de que el Parlamento de Kenia aprobó en 2011 una ley que prohíbe expresamente la ablación femenina, más del 70% de las masái siguen pasando por este calvario. Muchas mueren durante la intervención o a las pocas semanas como consecuencia de las infecciones. Nice Nailantei era un caso atípico en su comunidad, donde casi todas las mujeres habían sufrido la ablación. Fue objeto de burlas, pero en realidad se convirtió en una líder contra la ablación.
La activista keniana no solo se dedica a sensibilizar a las niñas de su comunidad sobre los peligros de la mutilación genital, también ha puesto en marcha un proyecto revolucionario: un rito de iniciación alternativo, promovido y organizado por la organización sanitaria Amref, que elimina ese ritual sin alterar la esencia cultural y étnica de la fiesta. Desde 2009, cerca de 8.000 niñas han optado por esta nueva celebración en la que todos los miembros de la comunidad tienen un papel decisivo.
Son sólo dos ejemplos de mujeres luchadoras que han plantado cara a las tradiciones y los tabús, en pro de la salud y la dignidad femenina, pero son muchas más, y gracias a ellas, queda esperanza para que pronto exista una generación de niñas y mujeres que ya no corran el peligro de ser mutiladas.
Foto: Nice Nailantei, activista keniata contra la mutilación genital femenina. Por Diario de Madrid