Llegó por casualidad, ya que por mi afición a las motos, decidí un día comprar el libro que Isidre Esteve, un piloto de motos de Raids como el Dakar, publicó después de quedarse en silla de ruedas por un accidente en la Baja Almanzora, en el desierto de Almería. Sabía que ese libro me iba a aportar muchas cosas a la hora de enfrentarme a la vida y a las motos, pero jamás pensé que me transportaría de esa manera a África, a la bondad de sus gentes y en especial a la inocencia y alegría de los niños. Una tierra que para siempre se ha ganado un trozo de mi corazón.
Aunque no te gusten las motos, creo que es un libro que debes leer, porque es una lección de vida, optimismo y superación, especialmente la parte en la que Isidre habla con tanta ternura y sentimiento de África, tras años compitiendo en el Rally Dakar.
Frases como “Los africanos son pobres, pero siempre sonríen”, “los niños se hacen juguetes con tres hierros, y balones de reglamento con calcetines”, “conocen la felicidad, mientras que aquí como mucho aspiramos a la tranquilidad” dan para pensar en qué nos hemos convertido en el mal llamado “primer mundo” dónde solamente aspiramos a tener más que el vecino o a ser más que el de enfrente.
Sin duda una de las partes que más me impactó, y desde que colaboro con Bodouakro, he podido vivir esa realidad en mi persona, es otra cita del libro que dice “En los países que pasa el Dakar, si uno le da un caramelo a un niño, éste se lo agradece con una sonrisa de plata, pero si se lo pide, se lo devuelve sin rechistar. Aquí, ni con la bicicleta ultramegaespacial o con el caramelo más sofisticado de sabor a limón exprimido o relleno de chicle están contentos…” y creo que todos los que colaboramos en esta maravillosa familia, lo vemos cuando nos hacen llegar las fotos con sus regalos de “Reyes”, pinturas, libros, cuadernos y algún juego.
Regalos que a los niños de aquí les harían enfadar porque no es una Play Station, unas botas caras de Messi o Ronaldo, o la mejor bici del mercado y que sin embargo en sus miradas y en sus caritas, ves que en ese momento se creen los niños más afortunados del mundo... Y seguramente lo sean!!
Tengo que reconocer que muchas veces siento envidia de África, de esa sociedad pura en la que aunque no tengas nada, si puedes ayudar al vecino lo harás. Ojalá algún día podamos cambiar la nuestra y aprendamos a ser felices con lo que tenemos y no con lo que podríamos o mal creemos que deberíamos tener.
Espero no haberte aburrido mucho con estas líneas, y te animo a que leas este libro que me hizo acercarme a África y ver la vida de otra manera. El libro se llama "La suerte de mi destino".
Para finalizar, si has llegado a esta página por casualidad y todavía no te has decidido a apadrinar, hazlo por favor. Llena tu vida para siempre de “Sonrisas de Plata”
Diego Peruga