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Para los que no lo conozcáis, el kéfir es una masa gelatinosa en la que conviven bacterias y hongos del género Lactobacillus y Saccharomyces, entre otros. Su primera utilización se remonta miles de años atrás en la zona del Caucaso, donde era habitual preparar kéfir de leche, uno de los productos lácteos más antiguos que se conocen. Esta especie de yogur de sabor ácido no es más que leche fermentada con importantes propiedades nutricionales, puesto que es rico en mineralescomo calcio, vitaminas (especialmente vitamina K y del grupo B) y aminoácidos esenciales como el triptófano, entre otros.
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Aunque su composición y preparación puede variar, tanto el kéfir de leche como el de agua pueden ser de gran ayuda en el tratamiento de diferentes afecciones o enfermedades, tales como:
*Tratamiento de diarrea aguda infecciosa en niños y adultos.
*Prevención de la diarrea asociada a antibióticos en niños y adultos.
*Algunas enfermedades inflamatorias intestinales (colitis ulcerosa, reservoritis).
*Mejora de los síntomas debidos a la mala digestión de la lactosa.
*Mejora de algunos síntomas del síndrome del colon irritable.
*Prevención de la enterocolitis necrotizante en recién nacidos pre-término.
Asimismo, hay indicios de su posible efecto en la disminución del asma, la dermatitis, los eczemas y otras enfermedades alérgicas, en la regulación de los niveles de azúcar y colesterol en sangre, en la mejora de los síntomas de pacientes con reumatitis u otras afecciones inflamatorias y en la prevención de determinadas infecciones o incluso el cáncer.
¿Vale la pena probarlo, verdad? Pues estar atentos, porque el próximo día os explico cómo lo podéis prepararlo en casa.
Referencias
Papel de los probióticos en la salud. CedimCat.
Ahmed Z, et al. (2013) Kefir and health: a contemporary perspective. Crit Rev Food Sci Nutr. 2013;53(5):422-34.