Sé que puede parecerte un poco excesivo tanto entusiasmo. Y que te da pereza prepararte tú misma esos “ungüentos y potingues” teniendo de todo al alcance de la mano en cualquier supermercado o perfumería. Una vez más, te pido que abras tu mente a nuevas prácticas. Los resultados te van a encantar pero, más allá de ellos, vas a disfrutar de un bienestar integral. ¡Se abre el cofre de los tesoros naturales!
Unas nociones básicas, creatividad y cariño… ¡es todo lo que necesitas!
Para que veas hasta qué punto le hemos dado la vuelta a las cosas: la palabra “cosmética”, que hoy relacionamos con una belleza artificial, tiene origen griego y significa “restaurar el equilibrio y la armonía”. No sé en qué punto del camino se perdió el encanto de ese enfoque, pero sí estoy segura de que puede recuperarse con un poco de interés.
Una de las mujeres que más sabe de hierbas, plantas, bienestar y salud holística, la americana Rosemary Gladstar nos anima a recibir los regalos de la Naturaleza y recuperar ese arte ancestral de convertirlos en instrumentos para restaurar el equilibrio de nuestro cuerpo y mente. De forma similar a como se trabaja en la cocina, sólo tienes que conocer las cualidades de cada producto y dar rienda suelta a tu creatividad. Estos tres principios te serán de gran ayuda para comenzar con la cosmética natural, sin olvidar que no pasa nada si pruebas y no sale bien desde el principio. Al contrario, debes disfrutar también del proceso de aprendizaje:
Cada ingrediente tiene básicamente una de estas funciones: es disolvente, licuante o emulsionante. Tenlo en cuenta a la hora de añadirlo a tu receta.
En las primeras pruebas, haz cantidades pequeñas. Toma nota de las proporciones y los pasos que has seguido. Así te será más fácil ir haciendo las modificaciones que necesites.
Investiga sobre las propiedades de cada componente. En la mayoría de los casos tienen diversas aplicaciones, lo que te será muy útil para combinarlas. El truco es sacar el máximo partido con el mínimo de ingredientes.
Un último consejo, la cosmética natural observa e imita la sencillez de la Naturaleza. En ella todo fluye y mantiene un equilibrio. No se trata de trabajar fórmulas enrevesadas, si no de poner dedicación y cariño a lo que hacemos. Considera cada receta como una pequeña obra de arte que tú has sido capaz de lograr y siéntete orgullosa.
La cosmética natural esencial: talcos, aceites y vapores
La piel es el órgano que pone en contacto nuestro yo interior con el mundo exterior. Aunque te suene extraño, mejoramos nuestra comunicación cuando la mantenemos en perfecto estado. Los cosméticos naturales son el instrumento ideal para restaurar su armonía. Tres son las formas de preparación más efectivas mediante el uso de cosmética natural:
Los polvos de talco. Para empezar olvida esos artificiales que se compraban en la farmacia y relacionas con tu infancia. Los que te proponemos sólo llevan arcilla blanca en polvo fino (1 taza), raíz de lirio blanco también en polvo (1/4 de taza) y harina de avena (1/4 de taza). Tan sencillo como mezclar todo bien en un cuenco. Si quieres aromatizar, puedes añadir unas gotas de tu aceite esencial preferido o polvo fino de rosas, lavanda, limón, cedro… ¡las combinaciones son infinitas! Deja secar y conserva en un frasco de cristal hermético. Elige los modelos más bonitos y te servirán, además, para decorar tus estanterías. Se pueden usar plumas naturales para aplicarlos en la piel.
Los aceites herbales. En este caso, se combinan tus aceites preferidos de frutas (cacahuete, almendra, albaricoque, coco…) o vegetales (oliva, soja, sauce) con hierbas o flores. El proceso es fácil: pones tu mezcla de hierbas en un recipiente, añades el aceite hasta llenar y dejas macerar en lugar cálido con sol directo durante unas dos semanas. Luego cuelas el contenido.
Los vapores faciales. Una fórmula aún más sencilla pero de efectos inmediatos y sorprendentes. Sus funciones son varias, tonifican, ablandan y sobre todo limpian la piel en profundidad. Sólo necesitas dos litros de agua hervida durante 10 minutos. Lo pones en un cuenco amplio, introduces hierbas (manzanilla, flor de acacia, sauco, menta, romero… en fin al gusto). Cubre tu cabeza con una toalla amplia de algodón, a modo de tienda de campaña y… mantente así durante 10 minutos o más. Aprovecha para relajar tu mente y respira en profundidad. Cuando termines, refresca tu rostro con agua lo más fría posible.
Henna y otros lujos para tu cabello
¿Qué hay más envidiable que un cabello sedoso y brillante? Da igual su largura, lo importante es que su apariencia invite a meter tus dedos entre él. Es como “nuestra corona natural”. Pero es especialmente sensible a nuestros malos rollos: estrés, nervios, mala alimentación, falta de sueño. Todos nuestros problemas emocionales se reflejan en el pelo.
El mejor acondicionador natural es el aceite de romero o el de lavanda, incluso ambos a la vez. Bastan unas gotitas en tu cepillado diario para que recupere todo su esplendor. También puedes usar como parte del aclarado una mezcla a base de vinagre de manzana y hierbas, diferentes dependiendo de las características de tu cabello.
Y, no podemos olvidarnos de dos clásicos insustituibles: la henna y el cepillado. El uso de la henna se pierde en el principio de los tiempos, tanto como colorante como por sus propiedades acondicionadoras (brillo y suavidad). Claro que, como lo nuestro va de pequeños placeres, no podemos dejar de recomendaros que recuperéis el de un buen cepillado. Nuestra propuesta es hacerlo en grupo. Formando un círculo, con cepillos naturales y aceites, suave música de fondo y unas deliciosas infusiones para beber. ¡Será una tarde inolvidable!
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