Esta aseveración siempre causa mucha polémica, pues aquellos que son padres o desean serlo son, entonces, mal vistos.
Sin embargo, esto no es así, pues investigaciones recientes han mostrado que la huella de carbono no siempre es proporcional a la cantidad de población asentada en un área.
Se trata, más bien, de las regiones con niveles altos de consumo, que son las que generan mayores emisiones de carbono.
Por ejemplo, los países ricos, que conforman 7% de la población mundial, presentan bajos índices de natalidad, pero un elevado nivel de emisiones de carbono –se estima que son responsables del 50% de la emisión mundial–. Por otro lado, los países con economías en desarrollo y con índices de natalidad más altos representan únicamente 7% de las emisiones.
Uno más, tomado del artículo “El mito de la sobrepoblación”: las emisiones de un estadounidense promedio equivalen a lo que consumen 250 etíopes o 40 nigerianos.
Así que todo esto se debe principalmente a las diferencias en consumo.
El nivel de consumo actual, principalmente en las grandes ciudades de América, está guiado por la facilidad y rapidez, lo que conlleva el aumento de los desechos de materiales no biodegradables altamente dañinos para el medio ambiente y la salud.
De acuerdo con Natalia Lever, directora de Climate Reality Project México, “la contaminación está directamente relacionada con el consumismo”.
Lever también comentó que la forma de contribuir para aminorar el cambio climático es “siendo más conscientes sobre las decisiones de compra que tomamos todos los días. Lo ideal es comprar productos que en verdad necesitemos, que duren lo máximo posible y que, al ser desechados, puedan ser reciclados con facilidad”.
Por otra parte, también dijo que “la crisis climática es una crisis de civilización; estamos hablando directamente de la necesidad de sentirnos mejor a través de los objetos”.
Así que no, asumir que dejar de tener hijos ayuda al planeta no es del todo correcto. “El verdadero cambio recae en aprender a consumir. Educar generaciones conscientes de que el consumo responsable es prioritario y concientizarlos de que sus acciones diarias pueden ayudar a reducir los efectos negativos del cambio climático”, concluyó Lever.
*Con información de Climate Reality Project