Probablemente, existe una fórmula escandinava milenaria que desconocíamos hasta hoy y que a los países del norte les hace funcionar tan bien como la hacen. Pero más vale tarde que nunca.
Sonia Marzo, responsable de emprendedores de Microsoft Ibérica, nos contaba esta semana cómo se organiza el año laboral en la multinacional, de forma que, marcándose objetivos claros a 12 meses vista, el empleado puede distribuir su tiempo como le plazca, sin necesidad de disponer de un puesto físico en el, por otro lado, espectacular campus de Microsoft.
En su discurso, Sonia ponía como ejemplo el hecho de que si ella quería hacer voluntariado, en vez de tener que hacerlo un martes a las 9 de la noche -horario en el que ya de por sí es difícil encontrar actividades-, puede tomarse el viernes a las 12 del mediodía para hacerlo, y en su calendario público aparecerá exactamente lo que está haciendo, para que el resto de empleados sepa que no está disponible durante ese tiempo para reuniones.
El voluntariado, por supuesto, es sólo una de las múltiples actividades que los empleados elige compaginar con sus obligaciones laborales, pero sí es de las más satisfactorias, y “un trabajador satisfecho es un trabajador eficiente” (léase con tono de anuncio de los años 50).
Microsoft, no lo olvidemos, es el 2do Great Place to Work ® 2014 en España. Saben lo que hacen.
La moraleja no es tan sólo, en lo que a nosotros atañe, que los empleados quieran tener tiempo para hacer voluntariado y la empresa fomente o facilite que lo hagan ; si no que aquellas personas que quieren hacerlo, que consideran el voluntariado una prioridad, son las personas que empresas como Microsoft quieren tener como empleados.
También esta semana, José Almansa, co-fundador de Impact Hub Madrid, declaraba que “hemos pasado de un mundo competitivo a un mundo colaborativo”. Y la realidad es, que las grandes empresas son las que tienen que adaptarse a la dinámica de las start-ups, y la única forma que tienen de hacerlo, es a través de la conciliación y la solidaridad : es la única forma de que personas válidas se sientan lo suficientemente autorrealizadas trabajando por cuenta ajena para que no se propicie una fuga de cerebros.
Un ejemplo claro de por qué se ha dado esta situación, es el sistema educativo de la Ivy League. En Universidades como Columbia, en Nueva York, la forma de evaluación de sus alumnos no se realiza mediante exámenes periódicos, si no mediante ensayos de investigación. Es lógico: consideran que todos los estudiantes que hay entre sus filas están de sobra capacitados para sacar la máxima nota en un test. Es mucho más práctico y estimulante ver cómo se desarrollan sus ideas a lo largo de un semestre y lo plasman en un trabajo escrito.
La diferencia de este sistema con el de una universidad mediocre, está en que la mediocre no confía en sus alumnos.
Y este es el error del sistema empresarial hasta ahora: la infantilización -en el sentido peyorativo del término- de sus empleados. Probablemente, es tan sólo un reflejo de la política estatal, en la que un gobierno condescendiente con sus ciudadanos les vuelve cada vez más pusilánimes e individualistas.
Pero si confías en tus ciudadanos, en tus empleados, y les das libertad para desarrollarse, estarán dando lo mejor de sí mismos en todo lo que hacen. Porque la confianza es de las pocas cosas que cuánto más recibes, más das.
Fomenta la libertad entre tus empleados y el curso natural es que nazca o aumente su sensación de pertenencia. El voluntariado es esa forma de hacer que los demás también tengan esa sensación.
El ROI se calcula sólo.
Maricu Durán