He quedado con un soñador, siempre tuvo curiosidad por saber cómo era el mundo, un emprendedor, un padrino que como bien nos define es un ser humano con conciencia, una persona normal, con una sensibilidad especial. Un hombre que a primera vista no destaca del resto, pero que si le preguntas por qué hace lo que hace, brilla con luz propia. Fernando.
Fernando.
Hoy me tomo un café a media tarde, llueven chuzos de punta y es sábado. La cafetería no está muy llena y es acogedora con música de los 60 Peppino di Capri, Bobby Darin, Pétula Clark… delante de un té chai y un café nos ponemos a hablar de África, de Bodouakro y todo lo que le rodea. Voy descubriendo que Bodouakro es un punto de inflexión en nuestras vidas que a todos nos une un amor por estos niños, por ese continente al que Fernando define como: El origen, de dónde venimos… yo así lo siento, es como volver al origen… y siento que en parte de su territorio es como si aun conservara vestigios de esos momentos iniciales de la humanidad… un lugar bellamente salvaje donde la naturaleza claramente lo abraza todo. Pienso en sus palabras y concluyo que somos como los elefantes que siempre vuelven a su lugar de origen cuando van a morir. Pero tranquilos que aquí, por ahora, no se muere nadie eso sí, de una manera u otra Bodouakro nos ha devuelto a nuestro origen al cual intentamos cuidar y proteger a través de esos enanos que nos alegran cada tres meses con su correspondencia gracias a François el conector de universos, gracias a Cristina y Aidén que son fuerza y ganas puras. Es curioso cómo con elementos tan sencillos las dos han tejido una tela de araña donde cada uno somos esenciales para que los proyectos florezcan. Bodouakro y los proyectos que Cristina diseña para Costa de Marfil son el ejemplo de que los sueños se hacen realidad. Hablando de sueños le pregunto a Fernando por uno: Un mundo de personas llenas de energía y ganas de vivir eticamente y saludablemente me responde. Es para reflexionar, ¿no?
Vamos acabando porque nos vamos al cine a ver una reposición de Blade Runner, en el bar empieza a sonar Alegría que es la que yo siento por haber conocido a una persona que destila bondad y humanidad. Sigo pensando en los elefantes y nuestros orígenes y me doy cuenta de que igual nosotros, los padrinos, somos tan inteligentes como los paquidermos, que estamos volviendo a nuestro origen para vivirlo antes de morir.