Agroecología y sostenibilidad: crear conocimiento desde el campo y la academia

2015

Mariana Benítez y Lev Jardón-Barbolla
Miembros del comité organizador del encuentro



El problema agro-ambiental en México: ¿qué hacer?

En México, como en muchas partes del mundo, se han puesto en marcha numerosas prácticas y programas de producción agroindustrial con la promesa de terminar con el hambre y la malnutrición. Sin embargo, Urquía-Fernández señala en su trabajo La seguridad alimentaria en México, que en el país, el hambre y la malnutrición exhiben diferentes manifestaciones: hay 14% de desnutrición infantil, 30% de la población adulta sufre de obesidad y más de 18% de la población está en pobreza alimentaria. Chapell y colaboradores explican en su artículo Food sovereignty: an alternative paradigm for poverty reduction and biodiversity conservation in Latin America que, al mismo tiempo que los insumos para la agricultura y ganadería (insecticidas, herbicidas, fertilizantes, semillas, etc.) se han ido haciendo más caros, la migración del campo a las ciudades ha aumentado, así como el número de jornaleros en grandes plantaciones, quienes reciben salarios miserables. Por otra parte, según el artículo Estado actual y dinámica de los recursos forestales de México publicado en Biodiversitas de CONABIO, cada año perdemos cerca de 500 mil hectáreas de bosques y selvas, los cuales frecuentemente se transforman en campos de cultivo industrializados que contaminan y degradan el agua, suelo y aire.





Visita a la parcela demostrativa de productor en una de las unidades de riego de Zaachila, Oaxaca. Foto: S. Arau y A. Moctezuma.


Al estudiar científicamente los problemas de producción alimentaria y de degradación ambiental es necesario reconocer que todos están interrelacionados y son parte de un mismo sistema económico y socioambiental. Dadas esta interacción, consideramos que es imposible aspirar a la soberanía alimentaria, al mismo tiempo que se preserva el patrimonio natural de nuestro país, si no abordamos estos problemas de forma conjunta. Sin embargo, algunos sectores de las universidades parecen aislarse de los problemas nacionales, sobre todo de su componente social y económico, o es posible que reconozcan estos problemas, pero sugieren que la solución va a surgir solamente desde un aula, un laboratorio o una oficina de gobierno, sin considerar a los habitantes de comunidades rurales y urbanas, ni su conocimiento, experiencia y necesidades. Más aún, como lo han señalado R. Levins y R. Lewontin desde hace décadas (por ejemplo véase The Dialectical Biologist), muchas de las propuestas de vinculación entre las universidades y el resto de la sociedad suelen ignorar la desigualdad y el conflicto entre los distintos sectores, o conciben al conocimiento como mercancía, utilizándolo en ocasiones para legitimar políticas y tecnologías que agudizan los problemas sociales.

Ante este panorama, la agroecología es un área de la investigación que puede involucrar a la sociedad haciéndola partícipe de la adquisición del conocimiento, conjuntando la experiencia de científicos y campesinos. De igual manera plantea aprovechar la biodiversidad de los propios agroecosistemas y del paisaje ecológico en el que están inmersos. De esta forma se busca alcanzar la soberanía alimentaria y así disminuir el uso de insumos externos y sus posibles efectos negativos en el ámbito socioambiental. Ante este panorama nos preguntamos ¿qué hacer para aprender y trabajar desde la agroecología, abordando los complejos problemas que vemos en el campo y la ciudad, en la parcela y las universidades?



Agroecología en Zaachila, Oaxaca... ¿quiénes y cómo trabajamos ahí?

Con el fin de avanzar colectivamente en la búsqueda de respuestas, un grupo de académicos de distintas áreas del conocimiento y organizaciones campesinas planeamos el Encuentro de Intercambio y Trabajo en Agroecología para que ambos sectores escucharan, intercambiaran y aprendieran las formas de conocimiento del otro sector. Conocíamos distintas experiencias, por ejemplo en Cuba, en las que la convivencia en un espacio compartido permitió hablarse y escucharse entre campesinos y universitarios, lo que ha fortalecido el conocimiento de ambas partes. Además, gracias a estas experiencias ambos grupos han podido enfrentar mejor algunos problemas como la incidencia de plagas, la erosión de suelos y la pérdida de agrobiodiversidad. Así, planeamos una experiencia de intercambio y trabajo en los valles centrales de Oaxaca, específicamente en la Villa de Zaachila. Decidimos trabajar en esta ciudad porque es de gran tradición campesina y porque está situada en uno de los estados del país con mayor diversidad biológica, agrícola y cultural.

Zaachila tiene una larga historia de defensa de sus tierras y de organización comunitaria para el trabajo, el manejo de bienes comunes y también para las fiestas y otras tradiciones. Además, ya trabajaban en la región algunos promotores agroecológicos y colegas del Instituto Tecnológico del Valle de Oaxaca (ITVO). Para los organizadores, el encuentro de hecho inició un año antes de la inauguración, a principios del 2014, cuando empezamos a trabajar y a conocernos entre universitarios, productores, organizaciones campesinas y organizaciones civiles.

Como parte de la organización, nos reunimos muchas veces previamente, tanto en grupos pequeños como en asambleas grandes. Estas reuniones nos sirvieron para identificar los problemas y temas que deberíamos de trabajar durante el encuentro que se llevaría a cabo en abril del 2015. Como resultado de estas reuniones preparatorias, nos planteamos los siguientes objetivos: 1. Intercambiar experiencias entre productores, promotores y científicos en temas relacionados con la agroecología y soberanía alimentaria; 2. Generar líneas de trabajo colectivo; 3. Divulgar la experiencia del trabajo en agroecología en diferentes sistemas de producción; 4. Fortalecer y promover redes de consumidores, productores y promotores agroecológicos y 5. Evaluar la posibilidad de crear un espacio permanente de intercambio y construcción del conocimiento agroecológico en la Villa de Zaachila.

El esfuerzo para la organización fue colectivo, es decir, en él participaron el Instituto de Ecología y del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM, estudiantes y profesores de la Universidad Autónoma de Chapingo y de la Universidad Autónoma Metropolitana campus Xochimilco (UAM-X) y el ITVO. El Ayuntamiento de la Villa de Zaachila contribuyó a esta organización aportando el espacio de trabajo, y resolvió diversos aspectos logísticos. El Consejo de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Territorio contribuyó con alimentos y la Iglesia de Zaachila alojó gratuitamente a más de 200 personas.



Mural en una de las calles de Zaachila. Se realizó en el contexto del día de muertos e ilustra el consumo de tejate, una bebida tradicional elaborada a base de maíz, cacao, semilla de mamey y la llamada flor del cacao. Foto: S. Arau y A. Moctezuma.


El proceso de organización no siempre fue fácil, pero nunca faltó cómo alimentar y acoger al creciente número de invitados y participantes, gracias a la tradicional organización comunitaria zaachileña y a la guetza. La guetza es una manera de contribuir a una actividad colectiva mediante aportaciones voluntarias (por ejemplo con alimentos como frijoles, tortillas y verduras, así como con leña, mano de obra, etcétera). Además, muchos de los participantes ayudaron en las labores de limpieza, cocina y logística. Todo esto permitió que se llevara a cabo el encuentro, pero sobre todo que nos conociéramos a través del trabajo. El esfuerzo colectivo se manifestó en todo momento durante la comida, el descanso, el disfrute y sin lugar a dudas, durante el aprendizaje.


Actividades y temas de trabajo del encuentro

El 10 de abril del 2015 iniciamos el encuentro. El día tenía un significado especial para el sector campesino, pues se conmemora la muerte de Emiliano Zapata. Al evento asistieron 270 participantes de 11 estados de México y de Cuba. Cerca de una tercera parte eran productores agrícolas, un tercio estudiantes e investigadores y otro tercio miembros de distintos tipos de organizaciones sociales. La reunión se organizó en torno a mesas de trabajo ya que es un formato que permite compartir experiencias, aprender colectivamente y llegar a acuerdos. Además, se prepararon algunas conferencias plenarias, actividades con los niños, talleres prácticos, visitas a parcelas demostrativas y eventos culturales.

Cada día de trabajo empezó con una sesión de pláticas plenarias que tenían el objetivo de poner en contexto a los visitantes sobre la situación agrícola, alimentaria y de conflicto territorial en Zaachila, así como de compartir distintas experiencias de trabajo agroecológico. Estas plenarias también permitieron identificar problemas en torno a temas más generales que se trabajarían el resto de la mañana en las cuatro respectivas mesas:





Espacios de encuentro y aprendizaje colectivo ¿cómo trabajamos juntos en las escuelas y en el campo?

Prácticas autónomas para conservar los suelos, el agua y la biodiversidad.

Defensa del territorio y sus cultivos, y

Lazos solidarios entre campesinos y consumidores: hacia una vida digna.


De acuerdo con sus intereses, los participantes se organizaron en grupos heterogéneos que trabajaron durante la mañana en torno a uno de los cuatro temas. El primer día, la discusión en las mesas se orientó a la identificación de problemas en cada eje y el segundo a construir propuestas.

El encuentro también contó con actividades sobre agroecología dirigidas a niños y niñas. A través de juegos, cuentos y talleres, reflexionamos sobre temas como el territorio, la comunidad, la siembra, los cultivos y la alimentación. Resultó muy interesante conocer las ideas de los niños y niñas sobre la realidad social y ambiental, y así se confirmó la necesidad de trabajar inter-generacionalmente, no sólo a través de la investigación, sino también de proyectos de educación incluyentes.

Por las tardes organizamos talleres sobre la elaboración de productos orgánicos, y en torno al trabajo de la Red de Alimentación Sana de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS). Paralelamente, realizamos recorridos en parcelas de campesinos que empiezan a utilizar técnicas agroecológicas en sus terrenos. Ésta fue una de las actividades más importantes, pues es en la práctica en donde realmente los campesinos por un lado muestran y explican sus conocimientos y, por otro, observan, aprenden y comparten nuevas formas de trabajar la tierra. Además se presentó el trabajo de algunos campesinos de Zaachila y de la Granja Integral del ITVO, como ejemplos del camino avanzado dentro del enfoque agroecológico en los Valles Centrales de Oaxaca. Las visitas a las parcelas, además de diversas actividades culturales, fueron un complemento esencial al trabajo teórico llevado a cabo en las cuatro mesas de discusión. El encuentro cerró el 13 de abril con una feria de exhibición y venta en la que participaron productores de Zaachila y de otros estados. En la muestra se exhibieron principalmente productos de las cosechas, semillas y alimentos preparados.



Acuerdos y trabajos futuros


Feria de exhibición, intercambio y venta de productos de Zaachila, Oaxaca. Foto: S. Arau y A. Moctezuma.



A partir de estas distintas actividades llegamos a acuerdos particulares, y se generaron nuevas relaciones, compromisos de visitas y de trabajo conjunto entre algunos de los participantes. Además, hubo algunas conclusiones generales que fueron compartidas entre los grupos de trabajo. Por ejemplo, tras conocer las problemáticas de los diversos participantes, nos dimos cuenta de que tienen un trasfondo común: el despojo y amenaza a nuestros territorios, que se manifiesta de múltiples formas (hidroeléctricas, mineras, sustitución de semillas nativas, acaparamiento de tierras y aguas, etcétera). Entendiendo como territorio el espacio en donde echamos a andar proyectos colectivos, concluimos que la agroecología es una práctica que reivindica la vida campesina y permite caminar hacia la soberanía alimentaria. Las variadas experiencias sobre el manejo de los suelos, el agua y la biodiversidad revelaron que hay factores comunes que orientan nuestras búsquedas; para conservar nuestras semillas, suelo y agua necesitamos trabajar mediante la capacitación entre iguales, lo cual requiere de espacios permanentes para compartir y fortalecer las experiencias en las nuevas formas de trabajo en el campo. Vimos que es posible tener mecanismos propios, tanto locales como regionales, para intercambiar conocimiento, semillas nativas e incluso tecnologías para trabajar abonos y bioinsecticidas. Identificamos la importancia de reforzar lazos solidarios entre los estudiantes y los campesinos, para que el conocimiento se construya con y para la sociedad. Concluimos que el proceso de recuperación, desarrollo e intercambio de técnicas entre los campesinos es fundamental y que sólo tiene sentido si éstos tienen la libertad de decidir sobre su territorio y sobre los mecanismos de producción.

Otros resultados relevantes del trabajo en grupos fue el diseño de algunos proyectos de investigación y tesis de licenciatura y maestría que ya han comenzando ha ser desarrolladas por estudiantes del ITVO y de la UNAM. También se generaron memorias, material audiovisual y directorios que permitirán revisar y dar seguimiento a los acuerdos y discusiones del encuentro. De hecho, el encuentro fue el inicio de un proyecto de trabajo conjunto entre universitarios y campesinos. Siguiendo los acuerdos y reflexiones que ahí surgieron, la asamblea que lo organizó continúa haciendo reuniones y trabajo voluntario mensualmente en Zaachila. Además, se llevó a cabo ya una segunda feria de exhibición y venta de productos. Como continuación del trabajo con los niños y niñas de diversos barrios de Zaachila, realizamos un curso de verano profundizando algunos de los temas del encuentro. Por otra parte, han surgido nuevas colaboraciones entre el ITVO, la UNAM, la UAM-X y las instituciones cubanas, y hemos comenzando la planeación de un museo vivo que represente la agrobiodiversidad de los Valles Centrales de Oaxaca. Se ha trabajado continuamente en parcelas demostrativas y también en la articulación de un espacio permanente de intercambio y experimentación agroecológica en Zaachila.

Vimos que nos podemos hacer fuertes en colectivo, que nuestros problemas son compartidos y por lo tanto así tendrá que ser la búsqueda de soluciones. El proceso para construir una agroecología participativa es complejo. Sin embargo, el encuentro y los proyectos futuros suman unos pasos más en este largo camino.



Para saber más


Chappell, M.J., H. Wittman, C.M. Bacon, B.G. Ferguson, L.García. Barrios, R. García Barrios, D. Jaffee, J. Lima, V. E. Méndez, H.Morales, L. Soto-Pinto, J. Vandermeer e I. Perfecto. 2013. Food sovereignty: an alternative paradigm for poverty reduction and biodiversity conservation in Latin America. F1000Research, 2.



Magdoff, F. y J.B. Foster. 2011. What every environmentalist needs to know about capitalism. NYU Press. EUA.



Levins, R. 2015. Una pierna adentro, una pierna afuera. CopIt ArXives & EditoraC3, Mexico. SC0005ES. ISBN: 978-1-938128-07-3

Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología



Urquia-Fernández, N. 2015. La seguridad alimentaria en México. Salud pública de México 56( suppl.1): s92-s98.


Fuente: Ecología UNAM


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