La isla de basura del Océano Pacifico va aumentando de tamaño aceleradamente, alcanzado un tamaño que supera tres veces el de Francia. Pero, ¿de qué está compuesta está isla? En su mayoría de residuos plásticos que se aglomeran en una zona determinada debido a las corrientes. En ocasiones estos residuos provienen del cargo que transportan muchos barcos, por ejemplo, en 1994 un barco perdió aproximadamente 34.000 piezas de equipamiento de hockey en el área del pacífico. Sin embargo, en su mayoría, los plásticos aglomerados en dicha isla provienen de los residuos que generamos.
A parte de esta isla situada en el Océano Pacifico, hay muchas otras. Tanto el Océano Atlántico como el Océano índico tienen islas de basura, incluso en zonas pequeñas como el Mar del Norte se está produciendo una isla de basura. Pero la isla del Océano Pacífico destaca sobre el resto debido a que es la más grande. Está última isla también es conocida como el vórtice de la basura y se encuentra en una zona de tránsito de basura, esto es debido a que hay otras islas situadas cerca y los plásticos viajan a través de las corrientes de unas a otras.
Es importante ser solidarios con el medio ambiente y depositar la basura en las papeleras porque, por ejemplo, una botella que se tira en la costa de California, EE.UU., va a viajar a través de las corrientes de México, del norte ecuatorial y a través de todo el pacífico para seguramente aterrizar en algunas de las islas de basura, que consecuentemente, aumentarán en tamaño. Hay que decir que la gran mayoría de estos plásticos no son biodegradables y, por lo tanto, permanecerán mucho tiempo ensuciando nuestros océanos y dañando la vida de los ecosistemas naturales.
Según un estudio realizado por The Ocean Clean Up, con un sistema de limpieza efectivo se podría limpiar el 50% de la isla de basura del Pacífico en 5 años. La mayoría de los plásticos provenientes de residuos se encuentran en dicha isla y si se recogen mientras todavía tienen un tamaño más o menos grande, estaríamos previniendo que se rompieran en pedazos más pequeños y se hagan imposibles de recoger, por tanto, dañando el ecosistema de manera permanente. Combinando la limpieza con una reducción de los residuos tirados al océano, podríamos llegar al objetivo de un océano libre de plásticos en 2050.