Durante estas fechas navideñas, hacer regalos puede ser una pesadilla. La obligación social, el gasto económico que conllevan, el tiempo que hay que destinar a ir de compras, el quebradero de cabeza “para ver qué le regalo a Fulanito, que lo tiene todo”… Y el horror de los regalos no se limita a la Navidad: cumpleaños, aniversarios de pareja, jubilaciones, amigos invisibles, regalos de esos que compras cuando vas de vacaciones… Estamos atrapados en un ciclo de regalos que, en la mayoría de los casos, son totalmente inútiles. Si crees que no tienes otra opción que seguir gastándote una pasta año tras año en esos regalos de compromiso, te equivocas.
Una ocasión para celebrar
¡Llega la Navidad! Qué alegría. Te encantan estas fechas porque te juntas con personas a las que quieres un montón para comer cosas deliciosas, poneros al día, sentaros junto a un árbol hermosamente decorado y haceros esas fotos que, dentro de unos años, mirarás diciéndo: ¡mira qué melenas llevaba entonces! La Navidad tiene una atmósfera entrañable: el frío, los olores, la lana… Si tienes hijos, o si hay niños pequeños en la familia, se suma la ilusión por la magia de Papá Noel / el Tió de Nadal / los Reyes Magos / el Oletzero / la Bruja Befana o lo que sea que celebre tu familia (esos espíritus navideños que vienen secretamente a dejarles regalos).
Pero, uf… ¡llega la Navidad! Qué agobio. Este año estás casi sin blanca y te toca comprarle regalos a toda la familia. Tarea, por cierto, cada año más difícil… ¡por que ya lo has regalado todo! Además de tu familia y amigos, tienes que hacerles regalos a los hijos de tus amigos, a aquella vecina que te ayudó con la mudanza hace poco, y a esa amiga de tu madre a la que apenas conoces, pero que siempre te trae regalos y estás obligado a devolverle el favor. Tienes mil cosas que hacer y lo has ido dejando, por eso te pasarás los últimos días antes trotando de un centro comercial a otro. Lo odiarás porque estará todo hasta los topes, las cosas parecen estar más caras que en otras épocas del año (¿o es tu imaginación?), hay colas tremendas y finalmente acabarás comprando una vela de 18 en el Natura (te ha hecho gracia porque tiene forma de guitarra eléctrica: para tu primo, que le gusta la música), y una variedad de “pongos”, pañuelos, libros, tazas de Mr. Wonderful y cosas por el estilo (porque no puedes permitirte regalarles las cosas que sabes que realmente quieren: una nevera o un viaje a la Riviera Maya).
¿Te suena esta historia? A nosotros también. Y es un fenómeno que se extiende a otras celebraciones: cumpleaños, aniversarios, etc (aunque a menor escala, porque entonces solo tienes que comprar para una persona, y no para veinte, pero el sentimiento es el mismo).
No tienes por qué hacer regalos a todo el mundo
¡Buenas noticias! Como ya comentamos en otro artículo del blog, hay mil formas de celebrar ocasiones especiales sin gastar ni un duro (o haciendo un gasto mínimo). Sin embargo, es importante que empieces por “sanear” tu lista de personas a las que debes regalarles cosas. No puede ser que, año tras año, tengas la carga económica y moral de comprarles regalos hasta a los vecinos de los amigos de los primos de tu cuñado. Tienes que eliminar nombres de esa lista y no debes sentirte mal haciéndolo.
Desde los regalos de Navidad a los souvenirs de las vacaciones, ¿a cuántas personas les haces regalos normalmente? Haz una lista ahora mismo. Si en esa lista solo tienes a tu familia inmediata, ¡enhorabuena! Ya estás listo para empezar a frugalizar esos regalos. Si en esa lista tienes hasta al gato de tu compañera de trabajo… saca unas tijeras metafóricas y empieza a recortar nombres.
¿No sabes cómo cortar el ciclo de regalos? Solo hay una forma.
Sinceridad: Así de simple. Habla con esas personas, una por una. Diles que, aunque aprecias mucho el cariño y la intención que se ha vertido en cada regalo hasta ahora, te supone mucho gasto y, lamentablemente, hace mella en tus finanzas. Te sorprenderá descubrir que casi todo el mundo en tu lista siente exactamente lo mismo. ¡Sé el primero en romper el silencio!
Hace años, solíamos intercambiar regalos con mis amigas (Navidad, cumpleaños, santos, vacaciones…). Un día, hablé con ellas y les expliqué la carga económica que me suponía. Les propuse dejar de hacernos regalos y celebrar de otro modo. Ese día, descubrí que ellas sentían lo mismo y se alegraron mucho por mi propuesta. A fin de cuentas, esas cosas materiales no enriquecían nuestra amistad. ¿Qué hacemos ahora? Solo nos regalamos cosas en los cumpleaños con cifra redonda (los 30, los 40, etc). Incluso entonces, no nos regalamos cosas de tiendas, sino que hacemos algo más personal: un vídeo con fotos y experiencias personales o un álbum de recuerdos. De vez en cuando, sea o no una fecha señalada, hacemos una escapada juntas… De nuestros viajes, nos guardamos monedas raras, chapas de botella o conchas de la playa. Son detalles y experiencias que dejan huella, en lugar de cosas materiales que pierden valor y cuyo origen se olvida tarde o temprano (“¿Quién me regaló este bolso? ¿Mi amiga María o mi madre? ¡Ya no me acuerdo!”).
¡Frugaliza los regalos!
Frugalizar los regalos no significa que tengas que ser un lobo solitario durante la Navidad, o un rancio que nunca tiene un detalle en el cumpleaños de sus amigos. Nosotros hemos frugalizado todos los regalos y no somos antisociales, te lo prometo. No se trata de ser un desagradecido ni un agarrado. Al contrario. Se trata de sustituir las compras sin sentido por experiencias o gestos cargados de sentimiento. El extracto de tu cuenta bancaria no transmite amor, pero las cosas que haces sí.
Aquí tienes algunas ideas para frugalizar los regalos:
Sugiere alternativas: ¿Qué tal si en lugar de hacernos regalos de cumpleaños, nos planteamos explorar un rincón desconocido juntos cada año? Coger el tren y bajarse en un pueblo nuevo para recorrerlo a pie, conversando y disfrutando del tiempo juntos. Así pueden surgir nuevos rituales que refuercen vuestra amistad de formas que ni imaginas. Así es como nosotros celebramos nuestros aniversarios. ¿Y si en lugar de comprar llaveros e imanes en vuestros viajes optáis por guardaros alguna moneda exótica, alguna roca o concha de la playa?
Hazlo tú mismo – DYI: Podéis decidir establecer una norma con los regalos: solo pueden ser de fabricación casera. ¡Se valen comestibles! Si eres como yo y te pirra el dulce, te encantará esta alternativa porque te juntarás con cosas exquisitas de producción propia. Así es la Navidad para nosotros.
Regala cosas de segunda mano: ¡Así es! Hay auténticos tesoros por ahí esperando a ser descubiertos. Establece la norma de que solo os podéis regalar cosas usadas, ya sean compradas en tiendas o plataformas de segunda mano, o cosas reutilizadas.
Unifica y vencerás: Si eliminar los regalos “de tienda” no es una opción, sugiere hacer un amigo invisible. De este modo, por ejemplo, en lugar de comprar un regalo de Navidad para cada persona de tu familia, solo tienes que comprar uno para el familiar que te ha tocado. Además de simplificar y reducir, con la excusa de hacer “el sorteo” de los nombres se comparte un tiempo adicional en familia. Versión superfrugal: Amigo invisible con cosas hechas a mano únicamente. ¡Incluye a los niños! Déjales que dediquen tiempo a pensar en la persona que les ha tocado y en qué quieren hacer.
Experiencias en lugar de cosas: Junto con los dulces caseros, estos son los regalos que más me gustan. No compres nada: planea un día de experiencias. Explorar nuevos rincones de la ciudad, aventurarse hacia algún pueblo desconocido, subirse al tren y bajarse en la parada número 7 (sea donde sea), hacer un picnic en la playa (o en el parque, o en la azotea de tu edificio), coge el coche y vete a explorar un parque natural en las montañas… regala la magia de la naturaleza. También puedes explorar clases, conferencias, exposiciones, talleres, espectáculos… Tu ciudad tiene más oferta de ocio gratis de la que crees. También puedes encontrar experiencias low cost en plataformas como Atrapalo.
No olvides qué es lo más importante
Cuando intercambiamos regalos lo hacemos porque es una forma de demostrar cariño, amor y aprecio. No olvides que eso es lo más importante. Y no ama más el que más dinero gasta. De hecho, con frecuencia, las personas que acaban gastando más dinero lo hacen por dejarlo para el último momento, por compromiso o por compensar por otras carencias (que se lo digan a los hijos de padres divorciados, sentados en su montaña de regalos).
Busca en el fondo de tu alma, ¿qué podría expresar mejor el aprecio que sientes por tus seres queridos? Seguro que ya sabes la respuesta. Y seguro que no es “gastarme 100 en el Corte Inglés“.
Cada persona tiene una forma única de amar y de demostrarlo, y nadie puede decirte cómo gestionarlo. Si decides que hacer regalos al estilo convencional es lo mejor para los tuyos, eso no tiene nada de malo. Pero ten en cuenta que no es necesario gastarte un pastón para demostrar cariño y amor, ni para tener relaciones sanas y felices.
¿Te animas a darle un giro a los regalos del 2018? Para inspirarte, te dejamos con una breve reflexión de Mujica.
Y tú, ¿cómo gestionas los regalos en tu círculo? ¡Déjanos un comentario!