Fotografía del artista ziREjA (x)
En las últimas décadas, hemos producido más residuos que durante toda la historia. El frenesí del consumismo, del plástico y de los productos de usar y tirar no sólo nos ha dado un exceso de comodidad, sino que también ha traído graves consecuencias para nuestro planeta.
Cada año generamos individualmente unos 500 kilos de basura, la cual se compone aproximadamente de un 25% de plásticos, un 40% de papel y un 7% de vidrio, entre otros. Los animales resultan afectados por esta gran cantidad de residuos –sobre todo por los plásticos, que acaban ingiriéndolos o siendo atrapados por ellos-, al igual que el medio ambiente (un litro de aceite tirado por el desagüe puede contaminar 200 litros de agua).
Ante esto, la gran solución resulta evidente: generar menos. Menos productos, menos consumismo y menos residuos. Si no estás familiarizado con las 5 Rs, éstas forman parte de una pirámide de acciones para vivir de manera más sostenible y sugieren, en este orden, rechazar, reducir, reutilizar, reincorporar y reciclar. Precisamente las acciones de rechazar productos y envases que no necesitamos, reducir nuestro consumo y reutilizar aquellos productos o envases que ya tenemos forman parte de la solución para acabar con tantos residuos.
Las dos últimas acciones consisten en reincorporar (o hacer compostaje) y en reciclar, un proceso con el que estamos ya muy familiarizados en España. Son las últimas opciones a las que deberíamos acudir, porque no atacan el problema de raíz, pero no dejan de ser una ayuda importante para la gestión de los residuos ya existentes.
El reciclaje consiste en un proceso a través del cual se reutilizan materiales, artículos y productos que de otra manera se desecharían como residuos. Según el material y el trato que recibe, puede pasar por un proceso de upcycling, en el que se le añade valor, o por un proceso de infraciclaje, en el que un objeto o material pierde valor y es utilizado para funciones para las que no fue creado.
¿Qué pasa una vez deposito un envase en un contenedor de reciclaje? Lo primero que tiene lugar es la recolección. Los residuos se recogen y se clasifican, para así enterrar o incinerar aquellos que no son reciclables, y preparar aquellos que sí lo son. Una vez clasificados, los residuos reciclables son transformados en materiales, listos para ser usados de nuevo.
Para poder poner en marcha este sistema, la gran mayoría de las ciudades disponen de contenedores de reciclaje en los que podemos clasificar nuestros residuos. Solemos encontrar el contenedor amarillo, para los envases de plástico, el contenedor azul, para papel y cartón y el contenedor verde, para el vidrio. También podemos encontrar contenedores grises, para los residuos normales, y contenedores marrones, para los restos orgánicos, pero estos dos dependen del lugar.
Además, en muchas ciudades encontramos Puntos Verdes en los que podemos llevar objetos y materiales como muebles, pinturas, neumáticos, ropa, pilas, medicamentos o aceites usados para que puedan ser reciclados correctamente.
Reciclar correctamente
Reciclar puede parecer sencillo si asociamos los colores de los contenedores con los tres grandes materiales: plástico, vidrio y papel. Sin embargo, el sistema es algo más complicado, dando lugar en muchas ocasiones a errores y confusiones.
No todos los objetos fabricados con plástico van al contenedor amarillo, por ejemplo; solamente los envases de plástico, los tetrabriks y las latas. Así pues, nada de figuritas de plástico, utensilios de cocina, cubos de plástico, CDs, pañales o chupetes, perchas de plástico, o pequeños electrodomésticos.
Tampoco van todos los objetos hechos de papel al contenedor azul. Algunos papeles están plastificados, barnizados o hechos con una capa como el de las revistas, y no pueden ser reciclados. Los tetrabriks, como hemos visto, van al contenedor amarillo, ya que aunque contienen cartón también están hechos de plástico y aluminio. Por último, las servilletas de papel o los propios papeles que estén sucios deben ir al contenedor orgánico, y no al azul.
Otra de las grandes confusiones ocurre en el contenedor verde, en el que va el vidrio, pero no el cristal.Aunque en el lenguaje cotidiano estas dos palabras son sinónimos, en la industria de la gestión de residuos hay una gran diferencia: el vidrio es un material hecho de sílice, carbonato de sodio y caliza, y el cristal, además de esta mezcla, contiene plomo (de hecho, cuanto más plomo, mayor calidad). A la hora de descomponer los materiales, esta diferencia es esencial. Así pues, ¿qué va al contenedor verde? Botellas de cerveza, zumo y vino, tarros de conserva, aceitunas y mermeladas, frascos de perfume (¡sin el tubito de plástico!), frascos de cosméticos… Nada de espejos, vasos, bombillas, ceniceros, termómetros o vajilla.
La importancia del reciclaje
A pesar de ser la última opción en la pirámide de las 5Rs, reciclar es un paso importante. De todos aquellos residuos que generamos, cuántos más podamos reutilizar, salvar de las incineradoras y vertederos y reconvertir en otros objetos, mejor.
Entre las ventajas del reciclaje se encuentran su contribución a evitar –en cierta medida- la acumulación de residuos contaminantes en los océanos y los vertederos, su ahorro de recursosnaturales y su generación de puestos de trabajo.
No obstante, no debemos olvidar ciertos aspectos, como por ejemplo que no todos los envases que clasificamos para reciclar pasan por ese proceso, ni que todos los objetos que se pueden reciclar permanecen en ese ciclo toda su vida. Las veces en que un producto puede ser reciclado son limitadas, y el mismo proceso de reciclaje requiere energía (y produce polución), a veces tanta como generar un producto de nuevo. Por eso mismo no debemos desentendernos e ignorar nuestros hábitos de consumo.
En conclusión: ¿La mejor fórmula para el planeta? Reducir nuestros residuos, disfrutar de más experiencias y de menos objetos, y gestionar y reciclar nuestros residuos lo mejor posible. ¡Feliz día del reciclaje!