Durante este mes, desde el día de la mujer, queremos dar visibilidad a las diferentes maneras de violencia y discriminación a los que se enfrentan las niñas por el hecho de ser niñas. En el último artículo del blog, hablábamos de la privación del derecho a la educación de las niñas en base a su género. Hoy nos detenemos en el abuso sexual como una de las formas de violencia que afectan gravemente a niñas y adolescentes.
El abuso sexual contra las niñas y adolescentes es una de las peores formas de violencia que se puede ejercer sobre ellas. A pesar de que constituye un problema creciente en el mundo, la mayoría de los casos no son detectados ni denunciados.
Este tipo de agresiones no entienden de geografía, ni clase social, pero en algunas regiones el problema es especialmente preocupante.
Consecuencias del abuso sexual
En Colombia, como en otros rincones del mundo, las niñas son el colectivo que más sufre abusos sexuales, malos tratos y discriminación de forma sistemática. Todas estas formas de violencia tienen graves consecuencias. Afectan al desarrollo futuro de la niña y a su autoestima, haciéndola más vulnerables ante otros tipos de violencias.
Según el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, en Colombia el 73% de los casos de abuso sexual afectan a niñas y adolescentes. En 2018 se registraron en este país una media de 74 casos diarios de violencia sexual contra menores. Y estos son sólo los casos denunciados.
Este fue el caso de Jennifer (Para proteger la identidad de la víctima, este no es su nombre real). Hoy tiene 19 años y vive en Cartagena, Colombia. Jennifer fue abusada por su ex padrastro cuando sólo tenía 11 años. “Él jugó con mi inocencia, me manipuló para que no le contara nada a mi madre”, explica Jennifer. Su agresor no sólo empleó la fuerza con ella, sino que la hacía sentirse responsable de la situación para que guardara silencio.
Por suerte Jennifer encontró apoyo en sus padres, que la acompañaron a denunciar, y recibió acompañamiento psicosocial y legal por parte de la Fundación Protect.
Justicia lenta e ineficaz
A pesar de estar arropada por su familia, ha visto cómo la lucha legal contra su abusador durante ocho años, no ha dado frutos, y su agresor sigue libre. “La justicia ha sido poco eficaz, pueden imaginar todo lo que he pasado en este tiempo tan largo esperando que se haga justicia, pero ha sido indignante, lo aseguro”, explica Jennifer con desazón.
También se vio obligada a abandonar su ciudad para evitar los rumores. Se ha sentido señalada. Hoy, de vuelta a su barrio natal, ha vuelto a estudiar, y advierte a otras niñas para que no se dejen manipular y denuncien, para evitar agresiones como la que ella vivió.
Este tipo de violencia afecta de una manera muy grave a las niñas y suele ocurrir en su propio hogar, el lugar donde deberían sentirse protegidas y seguras. Son muchas las cosas que hay que cambiar para erradicar esta problemática que pone a las niñas, pero entre otras cosas, es necesario reeducar en el respeto, en la igualdad y los derechos humanos, y tener la implicación de todos los agentes sociales para proteger a las niñas y adolescentes.
Fotografía: Global Humanitaria
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