La sobreexplotación de combustibles fósiles usados a gran escala por los países industrializados para generar distintas fuentes de energía a partir del petróleo, gas o carbón, se ha convertido en la peor amenaza a la sobrevivencia de toda forma de vida en la Tierra, porque ha derivado en un fenómeno planetario de gran poder devastador: el cambio climático, que ha encontrado su mejor aliado en el calentamiento global derivado de alteraciones en la composición de la atmósfera.
Sin duda alguna, en la era moderna uno de los peores males producidos por la deshumanización de las actividades económicas es la contaminación ambiental, que por cierto tiene muchos rostros y manos criminales que avanzan en poder de destrucción.
Y es que aunque la revolución industrial trajo consigo mucho bienestar al elevarse el estándar de vida de los pueblos con la producción de bienes y servicios en masa, también produjo uno de los peores enemigos de los ecosistemas marinos y terrestres del planeta: la industria del plástico, un derivado del petróleo altamente contaminante de gran poder destructor, al punto de que se necesitan alrededor de 1.000 años para que la naturaleza consiga destruir o degradar un solo envase plástico.
No obstante, en el mundo se utilizan, cada minuto, alrededor de un millón de bolsas de plástico en actividades comerciales cotidianas, sin que exista consciencia global acerca del enorme impacto de este derivado del petróleo producido a gran escala por la industria petroquímica, que emplea cerca del 8% al 10% de la producción petrolera para fabricarlo en serie.
Lo más triste es que menos del 5% de esas bolsas son recicladas cada año.
De hecho, el 40% de la producción de plásticos se reserva al rubro de envases usados una sola vez, por la industria alimenticia, ya que no se reciclan. Sí, no se reutilizan, se botan.
La lucrativa industria del plástico, intensificó en un 40% la producción en masa de todo tipo de presentaciones de potes, envases y afines a partir del año 2000, inundando el planeta de este derivado del petróleo altamente contaminante.
El plástico, en cualquier presentación, genera alrededor de 100 mil toneladas/año de desechos que son vertidos incorrectamente en la naturaleza, gracias a la acción del hombre.
De ese total anual, más de una décima parte cae directamente a los mares y océanos, trayendo un grave impacto medioambiental expresado en islas flotantes de plásticos, que afectan a seres vivos de los ecosistemas marinos, porque estos ingieren micropartículas en degradación llamadas nanoplásticos, que socavan la biodiversidad animal, por solo poner un ejemplo.
La emergencia climática ha traído consigo evidencias contundentes derivadas del abuso en la sobreexplotación de recursos provenientes de la naturaleza, tales como: el derretimiento de los glaciares y el consecuente incremento en el nivel del mar, así como inundaciones que arrasan todo a su paso, huracanes, ciclones, tifones y otras expresiones pavorosas del desequilibrio ambiental.
Otro impacto se evidencia en la aparición de enfermedades tropicales, virus pandémicos y otras expresiones del calentamiento global, que impactan los sistemas de salud.
Pero también es creciente la pérdida de cultivos en zonas arrasadas por la sequía y la falta de agua, causando hambrunas, desolación y muertes.
En ese orden de ideas, África es uno de los continentes más golpeados, tanto que hasta podría desaparecer la producción de chocolate ante la creciente dificultad de cultivar el cacao, que cada vez encarecerá más sus costes de producción.
Si el calentamiento global avanza hasta derretir los glaciares que componen los polos del Tierra, el estado de Florida o Nueva York en Estados Unidos, quedarán sumergidos bajo las aguas, mientras que hacia al Norte del planeta probablemente surgirían nuevos territorios habitables.
Aunque las naciones industrializadas llevan adelante esfuerzos conjuntos dirigidos a frenar los estragos causados por el calentamiento global, materializados en el Acuerdo de París y otras iniciativas globales, ciertamente desde el siglo XIX la Tierra ha venido sufriendo un recalentamiento estimado en un 0,8ºC que amenaza toda forma de vida.
Sin embargo, Estados Unidos, China, India y Rusia son las naciones que más dióxido de carbono emiten a la atmósfera terrestre, aun cuando proporcionalmente territorios tan pequeños como Gibraltar, o Singapur, expulsan más C02.
Si la atmósfera terrestre es destruida en su composición actual, gracias a la acción de gases de efecto invernadero fuera de control, la temperatura planetaria estaría por debajo de los -15ºC, lo cual imposibilitaría la vida, tal y como la conocemos.
Pese a esa pavorosa verdad, solamente en Occidente un niño puede generar al año alrededor de 200 kilogramos de ropa sucia, que consume agua y detergentes fabricados con químicos que impactan el medioambiente durante el proceso de lavado.
De igual forma, la comunidad científica ha establecido que apenas un 5% de la población mundial consume cerca del 25% del total de energía producida a nivel global.
Por eso es imprescindible reducir la huella de carbono. Una buena medida consiste en eliminar el uso de bombillas convencionales en casa, porque estas pierden cerca del 90% de efectividad, ya que emiten más energía calórica, no luz.
Deben ser sustituidas por bombillas de tecnología LED, mucho más amigables con el medioambiente.
Otra forma inteligente de cuidar del medioambiente, es racionar el uso de la calefacción, usándola solamente en inviernos severos. Hay que abrigarse más y mejor. Un buen jersey para cada integrante de la familia, contribuye a evitar que anualmente la atmósfera reciba cerca de 400 kilogramos de emisiones de dióxido de carbono, uno de los gases de efecto invernadero responsable del calentamiento global.
Y en épocas de calor, el aire acondicionado igulamente debe usarse con racionalidad, ya que empuja a una mayor explotación de materias primas altamente contaminantes para obtener energía, como el petróleo.
Así que toca cambiar, crecer, reciclar, reutilizar el plástico y el vidrioEn fin, respetar a la Madre Tierra que nos dio la vida.
Fuente de la infografía: EnergiaToday.com