Cuando voy a comprarme una nueva crema he tomado por costumbre el pararme un momento en leer el INCI (Nomenclatura International de Ingredientes Cosméticos) por sus siglas en inglés. Esta es una práctica muy recomendable para el consumo responsable y para que no nos engañen con el marketing. El orden en que aparecen los productos en el INCI tiene una importancia vital ya que según la legislación vigente deben ordenarse de mayor cantidad a menor cantidad. Esto es algo que much@s personas desconocen y compran algo en base al marketíng que luego poco o muy poco tiene que ver con la realidad. Por ejemplo si estamos buscando un producto con Aloe Vera, no es lo mismo si éste aparece dentro de los cinco primeros en el INCI que si está entre los 5 últimos. En este caso su cantidad será prácticamente residual y sus efectos muy reducidos en el mejor de los casos.
Bien, voy a seguir con lo que os quiero contar que me enrollo y me voy por los cerros de Úbeda. La cuestión es que si nos ponemos a ver el INCI podremos ver como la mayoría de las veces el primer ingrediente que aparece es el Agua (Water o Aqua). Esto quiere decir que el principal componente de la formulación que tenemos entre las manos es el agua y sin embargo muchas veces no nos paramos a pensar si la calidad de dicha agua es la más apropiada para la cosmética.
Lamentablemente existen muchas empresas que utilizan el agua que obtienen directamente de la red pública que aún siendo potable no es la mejor para su utilización en cosmética debido, principalmente a su alto contenido en cloro. El cloro se usa abundantemente en las aguas públicas para protegerlas de la contaminación microbiológica y mantenerla como potable. Pero además del cloro, el agua potable presenta cationes, aniones y contaminantes microbiológicos que podrían presentar efectos adversos en el proceso de producción del cosmético.
Por todo ello, el agua destinada a ser empleada en la fabricación de cosmética debe presentar un tratamiento especializado que permita disminuir las concentraciones de estos cationes, aniones y demás elementos presentes para conseguir una formulación con los mayores niveles de calidad.
Pero y ¿cómo podemos saber que el agua ha sido tratada adecuadamente? Una buena forma es la presencia de sellos de certificación ecológica como Cosmos, Ecocert o DBIH (hay muchos más!). En el caso de Ecocert el agua puede ser obtenida por ósmosis, destilada, de mar, de manantial o potable, pero en este último caso deben establecerse los mecanismos y sistemas necesarios para garantizar que no esté contaminada por agentes microbiológicos o fisicoquímicos. Además el sistema de evitar la estancación y superar una serie de niveles de calidad establecidos por el agente certificador.
Asi que, teniendo un poco de precaución al leer el INCI de nuestro nueva crema o producto de cosmética y comprobando si tiene alguno de los más prestigiosos sellos de certificación ecológica estaremos seguros de que compramos exactamente lo que queremos con el nivel de calidad que buscamos!
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