En este 2018, la OMS marca un claro objetivo: Salud para todos, campaña que tiene el objetivo de conseguir una cobertura sanitaria universal. Esto implicaría que todas las personas y comunidades puedan acceder sin discriminación de ningún tipo, a una asistencia médica, sin que esto suponga pasar por apuros económicos. En este sentido estaríamos hablando de todo tipo de servicios, desde la atención primaria, y la prevención, hasta los tratamientos, rehabilitación, y cualquier tratamiento que garantice la calidad de vida. Y éstos deben ser de calidad, integrales, seguros, eficaces y asequibles para todos.
La realidad es que todavía más de la mitad de la población mundial no pueden acceder a una cobertura de servicios de salud esenciales, y aunque los datos han mejorado desde el año 2000, las desigualdades son persistentes. Además 800 millones de personas en el mundo (un 12% de la población mundial), gasta al menos un 10% de los ingresos familiares en gastos para la salud.
Por motivos obvios las dificultades se agravan en los países más pobres. Unos 100 millones de personas viven en el umbral de la pobreza, viviendo con 1,90 dólares o incluso menos, debido a los gastos que se ven obligados a hacer en materia de salud. Si buscamos datos concretos, en un país como como India más del 17% de la población tiene que gastar más del 10% de sus ingresos en salud. En Costa de Marfil esta cifra aumenta hasta el 15% de la población, y en Camboya hasta el 20%.
Este Día mundial de la Salud, remarcamos que la salud universal supone mucho más que el acceso a la atención médica por parte de quien lo necesite, en cualquier lugar y momento. La salud universal implica acciones de todos los sectores de la sociedad para enfrentar la pobreza, la injusticia social, el déficit de educación y la vivienda insalubre, entre otros factores, que influyen sobre el estado de salud de las personas.
Barreras que impiden el acceso a una atención médica universal y de calidad
Son muchos los motivos que dificultan que toda la población pueda disfrutar de una atención médica cuando lo necesitan. Las barreras físicas son una de ellas. El lugar donde vive una persona, especialmente si se trata de zonas rurales o remotas, puede suponer una escasez de personal e insumos, o una distancia a veces insuperable. Existen también limitaciones económicas. La atención médica universal no significa necesariamente que tenga que ser gratis para todos, pero si requiere de una gestión de recursos que no obligue a las personas a elegir entre curarse de una enfermedad y otras necesidades básicas, como la alimentación, la educación o la vivienda.
Existen también barreras institucionales y de aceptación sociocultural. La mala calidad, la saturación de los servicios, la escasez o ausencia de información, la falta de personal y recursos, las listas espera… son algunas de las barreras socioculturales e institucionales para acceder a la atención médica y también es perjudicial para la equidad en la salud. Por último, la discriminación por razones de idioma, edad, sexo, orientación sexual, origen étnico, o religión y los estigmas sociales también pueden funcionar como barrera.
En 2015 los líderes mundiales acordaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible, cuyo tercer objetivo es el cuidado de la salud y el bienestar. Por ello la OMS hace un llamamiento a todos los firmantes para que respeten los compromisos que acordaron, y trabajen para garantizar el servicio sanitario de calidad sin tener que pasar apuros económicos. Desde luego, es la determinación política de cada gobierno la que puede impulsar el cambio para mejorar el acceso a la asistencia médica, pero todos podemos aportar algo para cambiar y mejorar esta situación. La sociedad civil, los trabajadores sanitarios, colectivos, y cada individuo, puede hacer oír su voz, comunicar sus necesidades y opiniones para provocar cambios desde el ámbito local, compartir vivencias, y organizar foros de debate, y espacios de concienciación.