A pesar de que la Declaración de los derechos del niño protegen al menor de cualquier tipo de trabajo o explotación que no le permita desarrollarse en libertad, las cifras revelan que estamos muy lejos de erradicar el trabajo infantil.
“El niño debe ser protegido contra toda forma de abandono, crueldad y explotación. No será objeto de ningún tipo de trata. No deberá permitirse al niño trabajar antes de una edad mínima adecuada; en ningún caso se le dedicará ni se le permitirá que se dedique a ocupación o empleo alguno que pueda perjudicar su salud o su educación, o impedir su desarrollo físico, mental o moral.”
Así versa la Declaración de los Derechos del Niño, en su artículo IX, con el fin de proteger a la infancia de la explotación y el trabajo, que no debe ser ejercido, ya que les priva de la educación, del juego y de otros espacios necesarios para el desarrollo integral, libre y digno del niño.
No obstante, la realidad dista mucho de ajustarse a esta declaración. Por ello, cada 16 de abril seguimos conmemorando el Día Mundial Contra la Esclavitud Infantil. Este día recuerda el asesinato de Iqbal Masih, un niño pakistaní, que fue vendido por su padre a los 4 años y condenado a trabajar en condiciones de semiesclavitud en la industria textil, para pagar una deuda. Iqbal escapó de la fábrica a los 10 años, y haciendo visible su historia y la de muchos más niños y niñas, se convirtió en un verdadero activista contra la explotación laboral infantil. Sin embargo, el 16 de abril de 1995 fue asesinado, mientras conducía su bicicleta en las calles.
Por desgracia, todavía en el año 20018, sigue habiendo muchos niños y niñas como Iqbal. Según datos facilitados por la Organización Internacional del Trabajo, en 2016 había 152 millones de niños entre 5 y 17 años trabajando, y aproximadamente la mitad de ellos lo hacen en condiciones peligrosas, que ponen en riesgo su salud o su seguridad, aunque esta cifra podría ser inferior a la real. El trabajo infantil va de la mano con la falta de escolarización de 263 millones de niños y niñas en el mundo. Estas circunstancias unidas a otras muchas como la pobreza, las guerras o al matrimonio infantil, arrebatan la infancia a cientos de millones de niños en el mundo.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible planteados en 2016, se comprometen a eliminar el trabajo infantil de cara a 2030. Pero las cifras, y la tendencia de estas nos muestran lo lejos que estamos de tales metas.
África, Asia y las regiones del Pacífico recogen nueve de cada diez niños en condiciones de trabajo infantil. Sólo en África hay 72 millones de niños trabajando. Para acabar con el trabajo infantil en todo el mundo será esencial que África experimente un cambio notable en esta materia. El 2016 las estimaciones sugieren que África ha sido testigo de un aumento del trabajo infantil entre 2012 al 2016, en contraste con las otras grandes regiones donde trabajo infantil ha ido disminuyendo.
La OIT explica que hay una fuerte correlación entre trabajo infantil, las situaciones de conflicto y las catástrofes naturales, y el continente africano sufre en muchos de sus países el golpe de varios de estos factores. La incidencia del trabajo infantil en los países afectados por el conflicto armado es de 77 por ciento más alto que el promedio mundial, mientras que la incidencia del trabajo peligroso es un 50% mayor en los países afectados por un conflicto armado.
El sector agrícola es el sector en el que se registra la mayor parte del trabajo infantil (108 millones de niños) El trabajo infantil en la agricultura está íntimamente relacionado con una necesidad de subsistencia familiar. En el sector servicios hay 26 millones de niños trabajando en el mundo, y en la industria 18 millones.
El trabajo infantil forzoso requiere especial atención. La OIT contabilizaba en 2016 alrededor de 4,3 millones de niños menores sometidos a condiciones de trabajo forzoso. Esta estimación incluye 1 millón de niños y niñas explotados sexualmente. El hecho de que exista este tipo de explotación infantil, en el que el los niños sufren tanto el impacto de condiciones de trabajo peligrosas, como el trauma de la coacción, el maltrato, y la falta de libertad, requieren medidas urgentes de todos los gobiernos, de la Comunidad Internacional.
Sigue leyendo: ¿Qué podemos hacer contra el trabajo infantil?
Fotografía: Juan Díaz/Global Humanitaria