Una encuesta reciente de YouGov (gracias Irene por la referencia ) realizada en Reino Unido, Francia, Alemania, Dinamarca, Suecia, España e Italia evidencia la preocupación de la población europea por la crisis climática y muestra una clara voluntad por hacer cosas para mitigarla. Eso sí, siempre que estas cosas no supongan grandes cambios en el estilo de vida actual; es decir, que no comporte un esfuerzo importante.
Ciertamente, es una actitud que no me sorprende para nada y a la que hace días que le estoy dando vueltas. Y es que yo misma, que en teoría tengo una conciencia ambiental y social bastante potente, me encuentro a menudo haciendo mucho menos de lo que realmente podría. Los motivos son diversos, pero los principales creo que son: la presión social, que con mayor o menor sutileza, me incita a consumir; la diferencia abismal de precios que existe entre una cesta de la compra consciente y una que no; pero, sobre todo, el hastío que me provoca ver cómo las grandes empresas, que son las que realmente podrían ser motor de cambio, hacen bien poco. En el mejor de los casos sólo ejercen una milésima parte de la responsabilidad social que se les supone, normalmente para quedar bien, conseguir una certificación o simplemente cumplir con una legilsación, que, tampoco ayuda, siempre va muy por detrás de lo que sería necesario.
Por todo ello, y después de darle bastantes vueltas, llego a la conclusión de que la única manera de conseguir que actuemos de una manera más sostenible, responsable y consciente, es que hacerlo sea más fácil, económico y gratificante que no hacerlo. Es decir, que el estilo de vida sostenible sea mejor que el actual.
¿Y sabes que es lo mejor de todo? Que en realidad, ya lo es.
Algunos ejemplos serían cambiar las tardes en los centros comerciales por tardes de intercambio de ropa con las amigas; la compra compulsiva y empaquetada en macro supermercados por la pequeña compra en el mercado local o en la cooperativa de consumo; las cremas y tratamientos estéticos invasivos por el yoga facial y el automasaje; e incluso los estresantes y caros viajes a la otra punta del planeta por rutas en tren por nuestra geografía más próxima. Además, estoy convencida de que si estes cambio de estilo de vida se populariza, a las grandes empresas no les quedará otra opción que hacer virar su modelos de negocio también hacia él.
¿Cómo te resuena?
Espero que bien. Y es que precisamente cómo transitar este camino es lo que divulgamos en So Good So Cute Magazine desde hace diez años. Y desde hace un par de ellos te ayudamos a materializalo a la práctica desde el Club So Good.
Pero la verdad es que no tenemos claro si el mensaje que queremos transmitir y las prácticas que queremos implantar, están llegando con suficiente claridad y facilidad.
Por ello te pedimos que nos ayudes contestando a una breve encuesta que hemos creado para ver cómo hacerlo mejor. No te llevará más de tres minutos. A cambio, te enviaremos el Decálogo de la Moda Sostenible de So Good So Cute en alta resolución. Para que lo puedas imprimir y colgarlo en tu armario.
¿Trato hecho? Mil gracias.
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