Por fin, un día, de estos en los que te apetece meterte en la cama y olvidarte de todos y de todo, me puse a mirar en mi móvil y empecé a ver no sé cuantos mensajes de Twitter en los que Aidén ponía algo así como «tienes un e-mail en tu bandeja de entrada esperando a que lo abras » y no sé cuantos mensajes de los padrinos de Bodouakro hablando sobre sus cartas: quién era el más guapo de todos, la ilusión que les había hecho, etc. Y claro está, miré mi bandeja de entrada del correo electrónico y vi el tan deseado correo de Aidén. De un plumazo se me olvidó el día tan aciago que había tenido y solo quería una cosa, abrir el correo, imprimir la carta y ver las fotos de Akissi.
Leí la carta de mi ahijada y empecé a conocerla un poco más. A través de su carta pude conocer ciertos aspectos de su día a día que me hicieron reflexionar: que vive sin agua potable ni electricidad, que tarda treinta minutos en llegar al colegio, que sus padres trabajan en plantaciones de cacao y de café. Pero, también que aunque vivimos a miles de kilómetros y en continentes diferentes, es una niña, y, como a cualquier niña de su edad, le gusta jugar con sus compañeros de clase a la rayuela, y ya piensa en lo que quiere ser de mayor (matrona para ayudar a los bebés de su comunidad). Lo que más me llamó la atención con diferencia es que, a pesar de que su vida no es nada fácil, tiene una maravillosa sonrisa en todas sus fotos, vive el presente, el aquí y el ahora, y, disfruta de cada pequeño buen momento de su vida. Después de leer y releer su carta, de mirar una y otra vez su foto, me doy cuenta de que realmente somos nosotros los que vivimos en un país subdesarrollado, por lo menos, desde el punto de vista emocional; porque, nosotros no nos conformamos con nada, siempre queremos más y más; ellos viven el día a día.
Disfrutan, por ejemplo, simplemente, leyendo nuestra carta o mirando nuestros dibujos o nuestras fotos. Creo que tienen muchas lecciones que darnos. Sinceramente, estoy encantada de recibir su sabiduría a través de sus cartas. Como no podía ser de otra forma, he decidido poner su carta en la nevera sujetada por un imán que reza: No sabía qué ponerme….y me puse feliz. Gracias, Akissi, por hacerme sonreír cada vez que veo tu foto y tu carta.
Decía el filósofo francés Blaise Pascal que No vivimos nunca, sino que esperamos vivir; y disponiéndonos siempre a ser felices, es inevitable que no lo seamos nunca. Pues el velero de Bodouakro, con sus capitanas, grumetes y marineros han contribuido a que me disponga aún más a ser feliz.
Gaëlle Guerreiro