"Todos los zoos, incluso los mejores formados, son construidos a partir de una idea tanto seductora como repelente: la noción de que podemos buscar lo salvaje de este mundo y contemplar su belleza, pero no sin antes contener ese estado salvaje. Los zoos argumentan que están luchando por la conservación en el planeta, que educan al público y que proporcionan refugio y apoyo para especies que están en peligro de extinción. Y tienen razón. Los grupos que luchan por los derechos animales discuten que los zoos trafican con seres vivos, explotándolos para obtener beneficios económicos y entretenimiento. Y tienen razón. Atrapados en medio de esta contradicción están los propios animales, y los humanos han cargado contra su bienestar."
Las sabias palabras de Thomas French en su libro Zoo Story: Life in the Garden of Captives, no suelen dejar indiferente a sus lectores. El tema zoo es cada día más polémico por el cúmulo de contradicciones que acarrea. Ayer mismo mi compañera de piso se enfadó conmigo hablando sobre esto; yo dije que los propósitos de conservación me parecían cortinas de humo, y ella creyó que la estaba atacando personalmente -pues ama a los animales y ha estado apoyando a su zoo local durante 2 años.
Sin duda, es un tema algo peliagudo. Pero si hay algo que podemos afirmar con seguridad, es que la felicidad de los animales en estado de cautividad no es demasiado elevada, si es que siquiera existe. En los últimos meses he podido llevar a cabo un proyecto fotográfico personal para mostrar lo que a veces se nos pasa por alto cuando miramos a los animales.
La gran mayoría de los animales que se encuentran en zoológicos muestran señales de estrés, frustración, e incluso depresión. Pueden llegar a auto-lesionarse, a ser agresivos con los otros animales o con sus cuidadores, y a mostrar movimientos estereotipados. Incluso se conocen casos, especialmente en mamíferos como delfines, tigres, o primates, en que el animal ha dejado de comer por decisión propia -por tristeza- y ha acabado pereciendo.
Afortunadamente, empiezan a cobrar fuerza alternativas como eZoo, o Proyecto Zoo XXI, que pretenden afrontar los objetivos de un zoológico (conservación y educación) sin perjudicar el bienestar físico y mental de los animales.
¿Qué opinas tú?