Para entender quizás el concepto primero hay que aclarar algo, que aunque es bastante evidente, las personas que no vivan en sitios afectados por la masificación turística desconozcan.
El impacto ambiental, cultural y social del turismo es cada vez mayor a medida que las capacidades económicas de ciertas capas sociales crecen, y se pueden dar “el gusto” de viajar.
Ya no se trata de irse en vacaciones al pueblo de los abuelos, algo que tradicionalmente se llevaba. Sino que las propuestas vacacionales son mucho más “ambiciosas” por decirlo de alguna manera.
Tampoco hay que ser rico para viajar. El abaratamiento de los viajes (los llamados “vuelos low cost”) y la propagación de toda una suerte de plataformas para alquilar casas, coches o incluso para comer de manera más barata han disparado las cifras turísticas a nivel mundial.
Y esto es algo que los defensores del turismo sostenible quieren hacer evidente.
En 2018, según la Organización Mundial del Turismo (OMT), 1.400 millones de turistas internacionales visitaron diferentes destinos en el mundo. Esto equivale a decir que una sexta parte del mundo viajando a países que no son el que habitan por lo general.
Esto significa un despropósito a nivel ambiental y social, cuyo impacto es enorme.
¿Qué busca el turismo sostenible?
Una de las principales tareas a las que se aboca el turismo sostenible es conseguir un mantenimiento de los recursos medioambientales. Esto significa que la actividad turística afecte lo menos posible a la biodiversidad y a los recursos del lugar.Otra de las tareas es el respeto de la cultura que acoge al turista. Esto significa, mantener sus elementos arquitectónicos y sus tradiciones lo menos alteradas posibles.
También la integración de las actividades en la comunidad local, generando empleo directo e indirecto, y al mismo tiempo beneficiar la economía local. Esto choca con el modelo de multinacionales que crean sus hoteles, cadenas de restaurantes y demás en estos países o lugares masificados por el turismo.
Por su parte el beneficio económico obtenido por el turismo se debería destinar, en gran parte, a mantener y beneficiar el desarrollo local.
También, uno de los corolarios de este turismo responsable es vigilar el mantenimiento de los lugares lo más fieles posibles a sus modos de vida.
En pocas palabras que el turismo sea algo que ayude más que destruya los lugares visitados.
Ejemplos de turismo sostenible
Uno de los ejemplos de turismo sostenible más actuales es el de Belice. Este país, situado en la península de Yucatán, entre Guatemala y México, cada año sextuplica la cantidad de habitantes.Con 400.000 habitantes, este pequeño país recibe alrededor de 1.500.000 turistas provenientes de los cruceros que llegan a su caribeño puerto. Al mismo tiempo, otro medio millón de turistas, provenientes de países ricos del norte, visitan la región pero llegan por otros medios.
Las restricciones que a tomado Belice para hacer frente a esto han sido aumentar las zonas protegidas, tanto terrestres como marinas, limitar los albergues, no conceder autorización para abrir cadenas de comida rápida y proteger las zonas arqueológicas.
Propuestas de turismo sostenible en Europa
En la actualidad en Europa Francia y España lideran las propuestas a nivel UE para dar un paso de turismo convencional a sostenible. Se enfrentan a una tarea un tanto quijotesca, ya que ambos países son visitados anualmente por millones de turistas, siendo, junto a Inglaterra, los lugares más visitados de Europa.España, además, se enfrenta a lo que se llama “turismo basura”. Un turismo proveniente de países del norte con el único fin de pegarse fiestas, sin importarle lo más mínimo el lugar de acogida. Ejemplos de este tipo de turismo de fiestas y noche podrían ser los que acogen las islas Baleares, la costa mediterránea y la ciudad de Barcelona.
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