El pasado 23 de septiembre conmemoramos el Día Internacional contra la Explotación Sexual y el Tráfico de Mujeres, Niñas y Niños. Esta fecha fue marcada en el calendario por la Conferencia Mundial de la Coalición Contra el Tráfico de Personas y en junto con la Conferencia de Mujeres que tuvo lugar en Bangladesh hace 19 años.
Este día sirve para reivindicar la abolición del tráfico de mujeres y niños. Un lucrativo negocio en el que se trafica con personas como si fueran simples mercancías de consumo, especialmente a mujeres y niñas, violando sus derechos más fundamentales.
La víctima de trata se ve sometida a un régimen de explotación sexual y esclavitud, pero lejos de decrecer, el negocio ha ido aumentando de año en año, mientras la sociedad mira para otro lado.
En el artículo de hoy queremos mencionar el documental que ha elaborado Global Alliance Against Traffic in Women (La alianza Global contra el tráfico de mujeres), organización formada por más de 80 ONG de todo el mundo, unidas en la lucha contra la trata. En su última revista ponían el foco en la vida después de la trata , y este enfoque es digno de mencionar.
Es cierto que, en estos días conmemorativos, la mayoría de los medios hablan de los horrores que viven las personas víctimas de la trata y el tráfico de mujeres y niños. En el mejor de los casos nos acercan a testimonios de personas que han podido salir de este mercado ilegal, pero la historia se queda ahí.
Sobrevivir al tráfico de mujeres y niños
Para la víctima, la pesadilla no acaba en ese punto. Cuando son liberadas, generalmente se encuentran solas en un país donde no se manejan bien, sin recursos, y sin permiso de residencia. Se enfrentan a una burocracia complicada, para acceder a algún tipo de apoyo y poder seguir adelante. Estos procesos incluyen desde la propia identificación y permiso de residencia, hasta la solicitud de asistencia para integrarse en la sociedad, pasando por los procesos judiciales, y la reunificación familiar. Esto en la coyuntura de países que en muchas ocasiones son reacios a brindar ayuda a los extranjeros, incluso cuando son víctimas de la trata.
GAATW ha estudiado las barreras que encuentran por el camino las víctimas de trafico de mujeres y niños, en función del país en el que se encuentren. Cubren así, una larga lista de países de origen y destino de trata, como son Tailandia, Indonesia, Bangladesh, india, Nigeria, Suiza, Noruega, Reino Unido, y Estados Unidos.
El miedo a ser deportada
Suele ocurrir que las víctimas de trata tengan miedo de acudir a las autoridades, por el temor a ser deportadas como migrantes irregulares. En lugares como Dinamarca, cuando la víctima denuncia, tiene entre uno y tres meses de recuperación si coopera con las autoridades, pero el resultado final siempre es la deportación, por lo que no existe ningún incentivo para denunciar.
En Reino Unido, las personas que acuden a las autoridades, en el mejor de los casos reciben asistencia durante 45 días, pero ahí acaba todo. Después de esto, sufren un enorme riesgo de volver a caer en las redes de las mafias.
No obstante, también hay países donde los protocolos de ayuda a la víctima de trata son completos, ofreciendo asistencia legal, alojamiento seguro, apoyo médico y psicológico y formación. Es el caso de Azerbayán. En Tailandia por ejemplo, se les ofrece ayuda, pero desde un punto de vista tan paternalista que se les coarta la libertad de rehacer su vida.
Como verán, cada caso particular es diferente, pero el denominador común es que cuando una víctima escama del círculo de la trata, su camino, no hace más que empezar, y en ese momento se enfrenta a dos enormes retos: reconstruir su vida, y superar enormes obstáculos personales y burocráticos para salir adelante.
Foto: Manic Quirk