Para bajar el ph recurriremos a algún acidulante, que no es más que un elemento con un pH ácido que conseguirá neutralizar el pH alcalino de nuestro jabón.
¿Qué acidulante utilizar?
Hay muchos en el mercado y cada uno tiene su peculiaridad y es más adecuado para un producto concreto, por eso se suelen utilizar algunos con fines alimentarios y otros con fines cosméticos. Los más conocidos son el ácido cítrico (procedente de frutas), el ácido láctico (de la lactosa), el ácido ascórbico (es la vitamina C y se usa como conservante en cosmética), el ácido tartárico (el que se usa para darle acidez a los vinos), ácido fosfórico (el que proporciona acidez a las bebidas de cola) y el ácido málico (procedente de frutas y verduras).
De todos ellos, el que más solemos utilizar en cosmética es el ácido cítrico y lo puedes encontrar en nuestra tienda online todoespecias.com en el siguiente enlace: comprar ácido cítrico.
¿Cómo se utiliza?
Para utilizarlo tendremos que recurrir a la técnica del refundido y lo haremos de la siguiente manera:
Para 1 kilo de jabón (curado).
1. Primero picaremos o rallaremos lo más finamente posible el jabón. Cuanto más fino sea más fácil será de fundir, menos tiempo nos llevará y más fino será el resultado.
2. Ponemos a calentar el jabón picado en una olla al baño maría. Es la manera más segura de fundir porque nos aseguramos una temperatura media repartida por todas las zonas por igual. Si lo hiciéramos a fuego directo se calentaría más el jabón del fondo y casi seguro que se quemaría. En el microondas pasaría igual, no podemos comprobar ni mantener la temperatura constante.
3. Le añadimos el agua destilada, o alguna infusión de plantas si lo preferimos. La cantidad de agua necesaria no será más del 5% del peso total del jabón, es decir, que para 1 kilo de jabón pondremos como máximo 50 gramos de agua (si las pastillas están muy secas). Si el jabón está bien hidratado no necesitaremos más de 10 cucharadas de agua. Si le añadimos más agua de la indicada tendremos que dejar el jabón más tiempo en el molde hasta que se evapore el exceso de agua, solidifique y lo podamos sacar.
4. Si queremos conseguir un resultado más óptimo y aportarle al jabón un plus de cremosidad e hidratación podemos añadir también 6 cucharadas de glicerina líquida.
5. A continuación removemos, tapamos la olla y dejamos que se cueza el jabón durante unos minutos.
6. Preparamos la solución de ácido cítrico, que variará la cantidad según el pH que haya marcado el jabón al empezar. Si el pH estaba entre 9 y 10 necesitaremos 2 cucharaditas de ácido cítrico diluidas en 4 cucharadas de agua destilada o infusión. Si el pH estaba por encima de 10 necesitaremos entonces el doble de ácido cítrico.
7. Una vez se haya disuelto el ácido cítrico en el agua lo agregamos a la mezcla del jabón y volvemos a remover y tapar. Dejamos cocinar durante unos 10 minutos.
8. Pasado ese tiempo destapamos, removemos y sacamos un poco del jabón en un recipiente para medirle el pH con las tiras medidoras de pH. Para ello le agregaremos un poquito de agua y revolveremos para hacer espuma. Las tiras las pondremos sobre esta espuma y si marca un pH entre 7 y 8 ya tendremos nuestro jabón arreglado.
9. Ahora es el momento de agregarle el colorante y la fragancia (o aceites esenciales) si lo queremos personalizar. Nos daremos cuenta que el colorante no varía porque el medio es estable y los colorantes no se alteran en este medio. También comprobaremos que la fragancia que le añadamos perdurará por mucho más tiempo.
10. Por último lo vertemos en el molde presionando con la espátula (para aplanarlo y que no queden huecos) y esperamos que se solidifique para poderlo utilizar. Para este tipo de técnica lo mejor es utilizar los moldes de madera, para que al presionarlo no se deforme.
Nota: el acabado de este tipo de jabón es más rugoso que el elaborado por saponificación en frío (que la textura del jabón es completamente líquida y sin grumos), pero si queremos conseguir un acabado más fino podemos batirlo con la batidora sin problemas (a la velocidad más baja posible para no producir espuma) antes de verterlo en el molde, aunque resulta un poco difícil cuando hemos añadido tan poca agua.
Esta misma técnica de refundido se puede utilizar en todos los casos en los que no nos haya convencido el resultado de nuestro jabón, bien porque hayan quedado zonas blandas gelificadas en el centro, o porque no nos guste el color que ha derivado, que posea zonas deformes o huecas, porque se nos haya olvidado añadirle el color o aroma, porque queramos asegurarnos de que las propiedades de los aceites esenciales utilizados queden intactas o simplemente por intentar conseguir mayor estabilidad en la consecución de un color.