Crecen en la misma casa, comen la misma comida, comparten los mismos genes, pero de alguna manera ocurre que los hermanos a menudo no se parecen más que si fueran completos desconocidos.
Un nuevo estudio de la Universidad Brigham Young (BYU, Utah, EE.UU.) encontró que las creencias de los padres sobre sus hijos -y las comparaciones que hacen- pueden hacer que las diferencias se magnifiquen.
"Las creencias de los padres sobre sus hijos, no sólo su crianza como tal, pueden influir en quién se convierten en sus hijos", dice el profesor y autor principal del estudio, Alex Jensen, en la nota de prensa de la universidad.
La investigación, publicada el viernes en la revista Journal of Family Psychology, se centró en los hermanos y sus logros académicos. Jensen y la coautora Susan McHale, de la Universidad Estatal de Pensilvania (Penn State), observaron a 388 hermanos adolescentes primogénitos y segundogénitos, y a sus padres, de 17 distritos escolares de un estado del noreste del país.
Los investigadores preguntaron a los padres qué hermano era mejor en la escuela. La mayoría de los padres pensaba que el primogénito era mejor, aunque en promedio, el nivel de los hermanos era bastante similar.
Las creencias de los padres acerca de las diferencias entre hermanos no estaban influenciadas por las notas anteriores, pero las notas futuras de los adolescentes sí fueron influenciadas por las creencias de los padres.
El chico que los padres consideraban más inteligente tendía a hacerlo mejor en el futuro. Los niños considerados menos capaces, por su parte, tendían a obtener una nota media relativamente peor el año siguiente. "Puede no parecer mucho", dice Jensen. "Pero con el tiempo esos pequeños efectos tienen el potencial de convertir a los niños en hermanos muy diferentes entre sí."
El huevo y la gallina
Jensen advierte de que se trata de un escenario el huevo y la gallina. Para cuando los hermanos llegan a la adolescencia, los padres pueden haber formado sus creencias sobre la inteligencia relativa de los hermanos basándose en años de experiencia.
Así que cuando los padres comparan a los hermanos adolescentes el uno con el otro, pueden estar basándose en diferencias reales que han existido durante años.
"Una madre o un padre pueden pensar que el hermano mayor es más inteligente, porque en un momento dado están estudiando temas más complicados en la escuela", explica Jensen. "El primogénito probablemente aprendió a leer primero, a escribir primero, y eso coloca en la mente de los padres la idea de que son más capaces, pero cuando los hermanos son adolescentes eso lleva a que sean cada vez más distintos. En última instancia, el hermano que es visto como menos inteligente tenderá a hacerlo peor en comparación con el otro hermano".
Excepción
La única excepción en el estudio se daba cuando el primogénito era un chico y el segundogénito era una chica. En ese caso, los padres creían que la hermana era más competente académicamente.
"Los padres tienden a ver a los hermanos mayores como más capaces, pero en promedio los hermanos mayores no lo hacen mejor en la escuela que sus hermanos menores", dice Jensen.
"Así que en ese caso las creencias de los padres son inexactas. Los padres también tienden a pensar que sus hijas son más académicamente competentes que sus hijos, y por lo menos en términos de notas eso parece ser verdad ". Entonces, ¿qué deben hacer los padres para preparar a todos sus hijos para el "éxito"?
"Es difícil que los padres no se den cuenta o no piensen acerca de las diferencias entre sus hijos, eso es natural", dice Jensen. "Sin embargo, para ayudar a todos los niños a tener éxito, los padres deben centrarse en el reconocimiento de los puntos fuertes de cada uno de sus hijos, y tener cuidado de vocalizar comparaciones frente a ellos."
Junio 2015
Universidad Brigham Young/T21
Fuente: Tendencias21