Si alguien había encontrado una forma de crear un bebé modificado genéticamente, supuse que George Church lo sabría.
En su laberíntico laboratorio del campus de la facultad de medicina de la Universidad de Harvard (EEUU) puedes encontrarte con investigadores dotando a la bacteria E. Coli de un nuevo código genético jamás encontrado en la naturaleza. En otra esquina, otros están planeando usar la ingeniería genética para resucitar al mamut lanudo. A Church le gusta decir que su laboratorio es el epicentro de una nueva génesis tecnológica, una en la que el hombre reconstruye la creación para adaptarla a su medida.
Cuando visité el laboratorio en junio del año pasado, Church me sugirió que hablase con una joven investigadora postdoctoral llamada Luhan Yang, reclutada por Harvard en Pekín (EEUU) y que había tenido un papel clave en el desarrollo de una nueva y potente tecnología para editar el ADN llamada CRISPR-Cas9. Junto con Church, Yang ha fundado una empresa llamada eGenesis para hacer ingeniería genética con los genomas de cerdos y ganado vacuno, introduciendo genes beneficiosos y editando los perjudiciales.
Mientras escuchaba a Yang, esperaba la oportunidad de preguntar lo que de verdad quería: ¿Algo de todo esto se puede hacer a los seres humanos? ¿Podemos mejorar el patrimonio genético humano? La postura de gran parte de la ciencia convencional ha sido que una intromisión de este tipo sería poco segura, irresponsable, e incluso imposible. Pero Yang no lo dudó. Sí, por supuesto, afirmó. De hecho, el laboratorio tenía un proyecto en marcha para establecer cómo lograrlo. Abrió su portátil para revelar una diapositiva de PowerPoint titulada "Reunión de edición de la línea germinal".
Ahí estaba, una propuesta técnica para alterar la herencia humana.
La "línea germinal es la jerga de la biología para referirse al óvulo y al esperma, que se combinan para formar un embrión. Al editar el ADN de estas dos células o del propio embrión, se podrían eliminar los genes con enfermedades y pasar esos cambios genéticos a las generaciones futuras. Esta tecnología se podría usar para librar a las familias de azotes como la fibrosis quística. También se podrían instalar genes que ofrecen protección de por vida contra las infecciones, el Alzheimer y, según me contó Yang, posiblemente que los efectos del envejecimiento. Se trata de avances médicos históricos que podrían ser tan importantes para este siglo como las vacunas lo fueron para el pasado.
Eso es lo que promete la tecnología. Pero se teme que la ingeniería de la línea germinal abra la vía a una distopía de superhumanos y bebés de diseño para quienes se lo puedan permitir. ¿Quieres un niño con ojos azules y pelo rubio? ¿Por qué no diseñar un grupo de personas muy inteligentes capaces de convertirse en los líderes y científicos del mañana?
CRISPR se descubrió hace apenas tres años pero los biólogos ya lo usan de forma generalizada como una especie de herramienta de búsqueda y reemplazo para alterar el ADN, incluso una única letra. El sistema es tan preciso que se espera que se convierta en un nuevo método para crear terapias genéticas para quienes sufren enfermedades devastadoras. La idea es que los médicos puedan corregir directamente un gen con fallos, por ejemplo en las células sanguíneas de un paciente con anemia falciforme (ver Cirugía del genoma). Sin embargo, este tipo de terapia genética no afectaría a las células germinales y los cambios en el ADN no se transmitirían a las generaciones futuras.
En comparación, los cambios producidos por la manipulación genética de las líneas germinales se podrían transmitir y por eso la idea siempre ha resultado tan cuestionable. Por el momento, la precaución y las dudas éticas han ganado la partida. Una decena de países, entre los que no se cuenta Estados Unidos, han prohibido la modificación genética de la línea germinal y sociedades científicas en todo el mundo han concluido de forma unánime que sería demasiado arriesgado hacerlo. La convención sobre derechos humanos y biomedicina de la Unión Europea afirma que modificar el patrimonio genético sería un crimen contra "la dignidad humana" y los derechos humanos.
Pero todas estas declaraciones se hicieron antes de que fuera factible cualquier tipo de ingeniería de precisión sobre la línea germinal. Ahora, gracias a CRISPR, es posible.
El experimento descrito por Yang, aunque no es sencillo, seguiría el siguiente patrón: los investigadores esperan obtener de un hospital de Nueva York (EEUU) los ovarios de una mujer sometida a cirugía por cáncer de ovario producido por una mutación de un gen llamado BRCA1. Trabajando con otro laboratorio de Harvard (EEUU), el del especialista antienvejecimiento David Sinclair, extraerían ovarios inmaduros que se podrían forzar para crecer y dividirse en el laboratorio. Yang usaría el método CRISPR con estas células para corregir el ADN del gen BRCA1. El objetivo es crear un óvulo viable sin el error genético que causó el cáncer.
Igual que me sucedió con otros investigadores a los que preguntaba por la modificación de la línea germinal humana, hubo un momento en que Yang dejó de responder a mis preguntas, por lo que no puedo saber si el experimento que describió se está llevando a cabo, si se ha cancelado o si está pendiente de publicación. En una llamada de teléfono, Church se refirió a él como "no proyecto", al menos hasta que haya generado un resultado publicable, aunque Sinclair sí afirmó que hay una colaboración en marcha entre ellos. Independientemente del destino de ese experimento en concreto, la ingeniería genética de la línea germinal humana se ha convertido en un concepto de investigación pujante. Hay al menos un centro más en Boston (EEUU) trabajando en él, y científicos en China, Reino Unido y en una empresa de biotecnología llamada OvaScience, con sede en Cambridge (EEUU) que cuenta con algunos de los médicos más importantes en el campo de la fertilidad humana en su panel de asesores.
El objetivo de estos grupos es demostrar que se pueden crear niños libres de genes específicos que causan enfermedades hereditarias. Si se puede corregir el ADN del óvulo de una mujer o el esperma de un hombre, esas células se podrían usar en una clínica de fertilización in vitro para producir un embrión y a continuación un niño. También se podría editar directamente el ADN de un embrión producido por fertilización in vitro en sus primeras fases, usando CRISPR. Varias personas entrevistadas por MIT Technology Review afirmaron que este tipo de experimentos ya se habían llevado a cabo en China y que los resultados que describen la edición de embriones están pendientes de publicarse. Estas personas, entre ellas un especialista de alto nivel, no quisieron hacer comentarios públicos porque los artículos están en proceso de revisión.
Todo esto significa que la modificación genética de líneas germinales está mucho más avanzada de lo que cualquiera podía imaginar. "El tema del que hablas es muy importante para toda la humanidad", afirma uno de los fundadores de Boston IVF, Merle Berger, cuya empresa es una de las mayores redes de clínicas de fertilidad del mundo y que ayuda a más de mil mujeres a quedarse embarazadas al año. "Sería lo más grande que pudiera pasar en nuestro campo", afirma. Berger predice que la corrección de genes en el caso de enfermedades hereditarias graves será ampliamente aceptada por el público, pero más allá de eso la tecnología producirá un clamor popular porque "todo el mundo querrá un niño perfecto" y podría conducir a la posibilidad de escoger el color de ojos y, con el tiempo, la inteligencia. "Estas son cosas de las que siempre hablamos. Pero nunca habíamos tenido la posibilidad de hacerlo".
Editando embriones
¿Cómo de fácil sería editar un embrión humano usando CRISPR? Muy fácil, según los expertos. "Cualquier científico con conocimientos de biología molecular y de cómo trabajar con embriones puede hacerlo, explica la bióloga de la Universidad de California en Berkeley (EEUU), Jennifer Doudna, codescubridora de CRISPR para editar genes en 2012.
Para saber cómo se haría, visité el laboratorio de Guoping Feng, un biólogo del Instituto McGovern de Investigación del Cerebro del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), donde se está creando una colonia de monos del género Callithrix con el objetivo de usar CRISPR para crear modelos precisos de las enfermedades cerebrales humanas. Para crear los modelos, Feng editará el ADN de embriones y los transferirá a hembras para producir monos vivos. Un gen que Feng espera alterar es SHANK3, que está implicado con la comunicación entre neuronas y, cuando está dañado en niños, está demostrado que produce autismo.
Feng me explicó que, antes de CRISPR, no se podían hacer cambios precisos en el ADN de un primate, pero el año pasado nacieron los primeros monos con el genoma editado en Kunming, China (ver ¡Bienvenidos al mundo, monos transgénicos!). Con CRISPR, se espera que la técnica sea relativamente sencilla. El sistema CRISPR incluye una enzima que corta los genes y una molécula guía que se puede programar para atacar combinaciones únicas de las letras del ADN: A, G, C y T. Al introducir estos ingredientes en una célula cortan y modifican las letras deseadas.
Pero CRISPR no es perfecto y producir niños editados sería algo muy aleatorio, como han demostrado los esfuerzos de Feng por crear monos editados. Para usar el sistema CRISPR en los primates sus alumnos se limitan a inyectar los productos químicos en un óvulo fertilizado, lo que se conoce como cigoto, la fase previa a que empiece a dividirse.
Feng afirma que la eficacia de CRISPR a la hora de borrar o desactivar un gen en un cigoto es del 40%, mientras que las ediciones específicas, o cambio de letras del ADN, funciona en menos ocasiones aún, algo así como un 20% de las veces. Igual que las personas, los monos tienen dos copias de la mayoría de los genes, una de cada progenitor. A veces se consigue editar ambas copias, pero otras sólo una y en ocasiones ninguna. Sólo una mitad de los embriones dan lugar a un nacimiento vivo y de los que nacen muchos contienen una mezcla de células con ADN editado y células sin editar. Si se suman las probabilidades se descubre que hay que editar 20 embriones para conseguir un mono vivo con la edición deseada. Este no es un problema insuperable para Feng, dado que la colonia del MIT le dará acceso a muchos óvulos de mono y podrá generar muchos embriones.
Sin embargo, usar el mismo proceso en humanos presenta problemas evidentes. Colocar los ingredientes de CRISPR en un embrión humano es trivial a nivel científico, pero aún no serviría para gran cosa. Este es uno de los motivos por los que muchos científicos desprecian un experimento de este tipo -se haya producido ya en China o no- y lo ven más como una provocación para llamar la atención que como ciencia auténtica. El biólogo del MIT Rudolf Jaenisch, que trabaja en el edificio de enfrente del de Feng y quien creó en la década de 1970 los primeros ratones modificados genéticamente, ha dicho de los intentos por editar embriones humanos que son algo "totalmente prematuro". Y afirma que espera que se rechacen los supuestos artículos y que nunca lleguen a publicarse. "No es más que algo sensacionalista que removerá el ambientes. Sabemos que es posible, ¿pero es práctico? Yo lo dudo", afirma Jaenisch.
Pero Feng me dijo que a él le parece bien la idea de modificar las líneas germinales. ¿El objetivo de la medicina no es acabar con el sufrimiento? Sin embargo, teniendo en cuenta el estado de la tecnología, cree que los humanos editados genéticamente no llegarán "hasta dentro de 10 o 20 años". Entre otros problemas, CRISPR puede introducir efectos no deseados o cambiar trozos del genoma lejos de dónde se pretendía. Cualquier embrión humano alterado con CRISPR hoy en día conllevaría la posibilidad de que su genoma haya sufrido cambios inesperados. Pero, siguió Feng, estos problemas pueden acabar por resolverse y podrán nacer personas con los genes editados. "Para mí, se puede hacer a largo plazo para mejorar drásticamente la salud y reducir los costes. Es una especie de de prevención", afirmó. "Es difícil predecir el futuro, pero corregir los riesgos de sufrir enfermedades es una posibilidad real y habría que respaldarla. Creo que acabará siendo una realidad".
Editando óvulos
En otro barrio de Boston, los científicos exploran un enfoque distinto para hacer un tipo de ingeniería genética de la línea germinal que técnicamente es más exigente pero probablemente sea más potente. Esta estrategia combina CRISPR con descubrimientos relacionados con las células madre. Investigadores de varios centros, el del Church incluido, creen que pronto podrán usar las células madre para producir óvulos y esperma en el laboratorio. Al contrario que un embrión, las células madre se pueden cultivar y multiplicar. Así podrían dar lugar a una forma mucho mejor de crear descendientes cuyo genoma se ha editado con CRISPR. La receta sería la siguiente: en primer lugar se editan los genes de las células madre. En segundo lugar se convierten en un óvulo o en esperma. Y en tercer lugar, producen descendencia.
El 17 de diciembre de 2014 algunos inversores asistieron a una primera demostración de la técnica en el Hotel Benjamin de Manhattan (EEUU) de las presentaciones comerciales de OvaScience, una empresa fundada hace cuatro años para comercializar el trabajo científico de los investigadores Sinclair de Harvard y Jonathan Tilly, un experto en células madre de óvulos y el presidente del departamento de biología de la Universidad Northeastern (EEUU) (ver TR10: Células madre ováricas). Las presentaciones de la empresa formaban parte de su objetivo, alcanzado, de recaudar 132 millones de dólares (unos 119 millones de euros) durante el mes de enero.
Durante la reunión, Sinclair, un australiano con voz de terciopelo a quien la revista Time incluyó entre las "100 personas más influyentes del mundo" el año pasado, se subió al estrado y permitió al mundo de Wall Street echar un vistazo a lo que denominó desarrollos "que cambiarán el mundo". Estos, afirmó, harían que la gente recordase este momento de la historia y lo reconociese como un nuevo capítulo en "cómo los seres humanos controlan sus cuerpos", porque permitiría a los padres decidir "cuándo y cómo tienen hijos y cómo de sanos serán".
OvaScience ha estado recogiendo y estudiando lo que cree que son células madre de óvulos de la capa externa de los ovarios. La empresa aún no ha perfeccionado su tecnología de células madre -no ha informado aún de que los óvulos que cultiva en laboratorio sean viables- pero Sinclair predijo que conseguir óvulos funcionales era una cuestión de tiempo no de si era factible o no. Una vez que funcione la tecnología, explicó, las mujeres infértiles podrán producir cientos de óvulos y puede que cientos de embriones. Usando secuenciación de ADN para analizar sus genes, podían escoger los más sanos de entre todos.
Y también podrían crearse niños mejorados genéticamente. Sinclair explicó a los inversores que estaba intentando alterar el ADN de las células madre de óvulos usando la edición genética, un trabajo que según comentó después, está haciendo con el laboratorio de Church. "Creemos que las nuevas tecnologías de edición genómica permitirán usarlas en individuos a los que no sólo les interesa la fertilización in vitro para tener hijos, sino también para tener hijos más sanos en el caso de que haya una enfermedad genética en la familia", afirmó Sinclair ante los inversores. Puso el ejemplo de la enfermedad de Huntington, producida por un gen que provoca una enfermedad cerebral letal incluso en alguien que herede sólo una copia del mismo. Sinclair afirmó que la edición de genes se podría usar para eliminar el defecto letal de un óvulo. Describió su objetivo, y el de OvaScience, como "corregir esas mutaciones antes de generar a tu hijo. Aún es algo experimental, pero no hay motivos para creer que no se podrá hacer en los próximos años".
Sinclair habló conmigo brevemente por teléfono mientras atravesaba la ciudad de Boston cubierta de nieve en un taxi. Pero después me pidió que planteara mis preguntas a OvaScience. Cuando contacté con OvaScience, Cara Mayfield, portavoz de la empresa, me explicó que sus ejecutivos no podían hacer declaraciones debido a sus compromisos de viaje, pero confirmó que la empresa estaba trabajando en la posibilidad de tratar enfermedades hereditarias mediante la edición de genes. Lo que me resultó sorprendente es que las investigaciones de OvaScience para "cruzar la línea germinal", como la definen a veces los contrarios a la ingeniería genética humana, apenas haya generado atención. En diciembre de 2013, OvaScience anunció incluso que invertía 1,5 millones de dólares (unos 1,3 millones de euros) en una empresa de biología sintética llamada Intrexon, cuyos objetivos de I+D incluyen la edición genética de células madre de óvulo para "prevenir la propagación" de las enfermedades humanas "en generaciones futuras".
Cuando me puse en contacto con Tilly en Northeastern se rió al decirle por qué llamaba. "Va a ser un tema polémico", afirmó. Tilly también afirmó que su laboratorio "ya" estaba intentando editar óvulos usando CRISPR para librarlos de una enfermedad genética hereditaria que no quiso nombrar. Tilly hizo hincapié en que hay "dos piezas del puzle", una de ellas las células madre y la otra la edición de genes. La capacidad de producir grandes cantidades de células madre de óvulo es clave, porque sólo con cantidades importantes de estas se podrán introducir cambios genéticos estables usando CRISPR, caracterizarlas usando secuenciación de ADN y analizarlas cuidadosamente para comprobar que no hay errores antes de producir un óvulo.
Tilly predijo que la tecnología completa: de células a células madre a óvulo o esperma, a descendencia, se conseguiría primero en animales, ganado vacuno, por ejemplo, bien en su laboratorio bien en otras empresas como eGenesis, la spin-off del laboratorio de Church. Pero no está seguro de cuál debería ser el próximo paso con los óvulos humanos editados. No querrías fertilizar uno "a lo loco", afirmó. Estarías haciendo un ser humano potencial. Y hacer eso te haría plantearte preguntas que él no está seguro de que pueda responder. Me dijo: "Una cosa es si se puede hacer. Si se puede, aparecen las preguntas más importantes. ¿Lo harías? ¿Por qué querrías hacerlo? ¿Cuál es el objetivo? Como científicos queremos saber si es factible, pero entonces entramos en los temas más importantes y ya no se trata de cuestiones científicas sino de cuestiones sociales".
Mejorando a los humanos
Si la modificación genética de la línea germinal se convierte en parte de las prácticas médicas, daría lugar a cambios radicales en el bienestar de los seres humanos, con consecuencias para la esperanza de vida, la identidad y la producción económica. Pero también crearía dilemas éticos y retos sociales. ¿Y si estas mejoras sólo estuvieran a disposición de las sociedades o de las personas más ricas? En Estados unidos, un procedimiento de fecundación in vitro cuesta unos 20.000 dólares (unos 18.000 euros). Si a esto se añaden análisis genéticos y donación de óvulos o una madre de alquiler, el precio se eleva hasta los 100.000 dólares (unos 90.000 euros).
Otros creen que el fallo en esta idea es que no existen motivos médicos para hacerla realidad. El abogado y analista ético de la Universidad de Stanford (EEUU) Hank Greely cree que los defensores del procedimiento "en realidad no saben decir para qué sirve". El problema, según Greely, es que ya se puede analizar el ADN de los embriones fertilizados in vitro y escoger los sanos, un procedimiento que añade unos 4.000 dólares al coste del procedimiento (unos 3.600 euros). Un hombre con la enfermedad de Huntington, por ejemplo podría usar su esperma para fertilizar una docena de óvulos de su pareja. La mitad de esos embriones no tendrían el gen de Huntington y esos son los que se podrían usar para lograr un embarazo.
De hecho hay personas convencidas de que se sigue adelante con la modificación de la línea germinal basándose en "argumentos falsos". Esta es la opinión del director ejecutivo de Sangamo Biosciences, Edward Lanphier, cuya empresa de biotecnología, con sede en California (EEUU), está usando otra técnica de edición genética conocida como nucleasas con dedos de cinc para intentar tratar el VIH en adultos alterando sus células sanguíneas. "Hemos buscado motivos para hacer una modificación genética de la línea germinal en el caso de enfermedades y no existen", afirma. "Se puede hacer. Pero no hay motivo médico para hacerlo. La gente dice: No queremos que los niños nazcan con esto o aquello, pero es un argumento completamente falso y conduce hacia usos mucho más inaceptables".
Los críticos citan toda una serie de temores. Estos niños serían sujetos experimentales. Se podría influir en los padres mediante anuncios genéticos de las clínicas de fertilización in vitro. La modificación de la línea germinal daría lugar a una "eugenesia positiva", promoviendo la difusión de genes supuestamente superiores. Y afectaría a personas que aún no han nacido sin que puedan dar su visto bueno. La Asociación Médica Americana, por ejemplo, mantiene que la modificación de la línea germinal no se debería hacer "en este momento" porque "afecta al bienestar de las generaciones futuras" y podría producir "resultados impredecibles e irreversibles". Pero al igual que muchas otras declaraciones oficiales en contra de la modificación de la línea germinal, la de la Asociación Médica Americana, cuya última actualización es de 1996, es anterior a la tecnología disponible actualmente. "Mucha gente se limitó a dar su visto bueno a estas declaraciones. No costaba renunciar a algo que no puedes hacer", afirma Greely.
Otros predicen que se identificarán usos médicos a los que costará negarse. Una pareja podría tener varias enfermedades genéticas a la vez y no encontrar un embrión viable. El tratamiento de la infertilidad es otra posibilidad. Hay hombres que no producen esperma, una enfermedad denominada azoospermia. Una de las causas es un defecto genético por el que falta una región de un millón a seis millones de letras de ADN en su cromosoma Y. El joven médico austriaco Werner Neuhausser, que divide su tiempo entre la red de clínicas de fertilidad Boston IVF y el Instituto de Células Madre de la Universidad de Harvard, afirma que se podría coger una célula de la piel de un hombre con este problema, convertirla en una célula madre, reparar el ADN y a continuación producir esperma. "Eso cambiará la medicina para siempre, ¿no? Se podría curar la infertilidad, eso está claro", sostiene Neuhausser.
He hablado con Church por teléfono a lo largo de los últimos meses y me ha dicho que el motor de todo esto está en la "increíble especificidad" de CRISPR. Aunque aún o se han resuelto todos los detalles, cree que la tecnología podrá acabar sustituyendo o cambiando letras únicas del ADN sin efectos secundarios. Y afirma que esto es precisamente lo que hace que "resulte tentadora usarla". Church afirma que su laboratorio se centra principalmente en experimentos de ingeniería genética en animales. Y añadió que su no producirían ni editarían embriones humanos, afirmando que dar ese paso "no es nuestro estilo".
Para algunos científicos, el avance explosivo de la genética y la biotecnología significa que la modificación genética de la línea germinal es inevitable. En última instancia, si los beneficios superan a los riesgos, la medicina se arriesgará a usarla.
El estilo de Church sí que es la potenciación humana. Y ha estado defendiendo que CRISPR puede hacer algo más que eliminar genes relacionados con enfermedades. Puede dar lugar a aumentar las capacidades humanas. En las reuniones de grupos de algo que se conoce como "transhumanistas", personas a las que les interesan los próximos pasos en la evolución humana, a Church le gusta mostrar una diapositiva en la que aparecen listadas las variaciones naturales de alrededor de 10 genes que, cuando la gente nace con ellos, les dan cualidades extraordinarias o resistencia a una enfermedad. Una hace que tus huesos sean tan duros que rompen un taladro quirúrgico. Otra reduce drásticamente el riesgo de sufrir infartos. E investigadores islandeses hallaron que una variante del gen para la proteína precursora amiloidea, o APP, protege contra el Alzheimer. Las personas que la tienen nunca sufren demencia y siguen estando lúcidos hasta muy avanzada edad.
Church cree que CRISPR se podría usar para dotar a la gente de versiones favorables de los genes, haciendo ediciones del ADN que funcionaran como vacunas, no contra virus, sino contra las enfermedades genéticas más comunes. Aunque Church me dijo que cualquier cosa "atrevida" sólo debería hacerse con adultos capaces de dar su consentimiento al procedimiento, tiene claro que cuanto antes se hagan este tipo de intervenciones, mejor.
Church tiende a evitar las preguntas referidas a los bebés modificados genéticamente. La idea de mejorar la especie humana, según escribió en la introducción de Regenesis, su libro de 2012 sobre la biología sintética y en cuya portada hay un cuadro de Eustache Le Sueur de un Dios barbudo creando el mundo, siempre ha tenido "muy mala prensa". Pero eso es, en última instancia, lo que sugiere: potenciadores en la forma de genes protectores. "La prevención definitiva implica que cuanto antes se haga esta, mejor será", afirmó ante el público reunido en el Media Lab del MIT la primavera pasada. "Sí que creo que es la prevención definitiva si llegamos al punto en que es muy barato, extremadamente seguro y muy predecible". Church, que tiene un lado menos precavido, siguió para informar al público de que pensaba que la modificación de los genes "llegará a un punto en el que será el equivalente de la cirugía plástica actual".
Algunos filósofos han llegado a la conclusión de que no deberíamos dejar pasar la oportunidad de hacer mejoras en nuestra especie. "El genoma humano no es perfecto", afirma el especialista en bioética de la Universidad de Manchester (Reino Unido) John Harris. "Apoyar esta tecnología es un imperativo ético". Según algunos estudios, la opinión pública en Estados Unidos no tiene una visión especialmente negativa de esta posibilidad. Una encuesta de Pew Research llevada a cabo en agosto del año pasado halló que el 46% de los adultos estaban a favor de la modificación genética de los bebés para reducir el riesgo de enfermedades graves. La misma encuesta halló que el 83% de ellos afirmaba que hacerlo para que un bebé fuera más inteligente sería "llevar los avances médicos demasiado lejos".
Otros observadores afirman que una inteligencia superior es exactamente en lo que deberíamos estar pensando. el filósofo de la Universidad de Oxford (Reino Unido) Nick Bostrom, conocido por su libro del año pasado Superintelligence, que hacía saltar las alarmas sobre los riesgos de la inteligencia artificial en los ordenadores, también ha reflexionado sobre si los humanos podrían usar la tecnología reproductiva para mejorar el intelecto humano. Aunque cómo afectan los genes a la inteligencia es algo que aún no se comprende demasiado bien, y hay demasiados genes relevantes para que la ingeniería genética fuese algo sencillo, estas realidades no desdibujan la especulación sobre las posibilidades de la eugenesia de alta tecnología.
¿Y si todo el mundo pudiera ser un poco más listo? ¿O si algunos pudieran ser mucho más listos? Incluso un número pequeño de individuos "supermejorados", escribió Bostrom en un artículo de 2013, podrían cambiar el mundo a través de su creatividad y descubrimientos, y a través de innovaciones que usaría todo el mundo. En su opinión, la mejora genética es un tema tan importante como el cambio climático o la planificación de las finanzas a largo plazo por parte de los países, "dado que la capacidad para resolver problemas que tenga el ser humano es un factor en todos los retos a los que nos enfrentamos".
Para algunos científicos, el avance explosivo de la genética y la biotecnología significa que la modificación de la línea germinal es inevitable. Evidentemente, las cuestiones de seguridad serían lo principal. Antes de que aparezca un bebé con el genoma editado diciendo "mamá", tendría que haber pruebas en ratas, conejos y probablemente monos para asegurarse de que son normales. Pero en última instancia si los beneficios superan a los riesgos, la medicina se arriesgará a usarla. "Fue lo mismo con la fertilización in vitro cuando apareció", afirma Neuhausser. "No sabíamos si ese bebé estaría sano a los 40 o 50 años. Pero alguien tenía que lanzarse".
Entre viñedos
El sábado 24 de enero, unos 20 científicos especialistas en ética y expertos legales viajaron hasta el valle de Napa en California para un retiro entre las viñas en el hotel Carneros Inn. Los había convocado Doudna, la investigadora de la Universidad de Berkeley que codescubrió el sistema CRISPR hace poco más de dos años. Había sabido, y le había preocupado, que los investigadores estaban decididos a cruzar la línea germinal. Ahora quería saber si se podría detenerlos.
"Como científicos apreciamos que CRISPR es increíblemente potente. Pero eso tiene un doble filo. Tenemos que estar seguros de que se aplica con cuidado", me confesó Doudna. "El problema es sobre todo la edición de la línea germinal humana y saber que ahora esto es una posibilidad que está al alcance de todo el mundo".
En la reunión, además de especialistas en ética como Greely, estaba Paul Berg, un bioquímico de la Universidad de Stanford (EEUU) famoso por haber organizado la Conferencia Asilomar en 1975, un foro histórico en el que los biólogos alcanzaron un acuerdo sobre cómo proceder con seguridad con el ADN recombinante, el método recién descubierto en aquel entonces para dividir el ADN en bacterias.
¿Debería haber un Asilomar para la modificación genética de la germinal? Doudna cree que sí, pero las perspectivas de alcanzar un consenso de este tipo hoy en día parecen poco probables. La investigación en biotecnología es algo global, implica a cientos de miles de personas. No hay una autoridad única que hable en nombre de la ciencia, y no hay forma fácil de devolver el genio a la botella. Doudna me explicó que esperaba que al menos los científicos estadounidenses puedan alcanzar algún tipo de consenso respecto a que la investigación en líneas germinales debería detenerse. Algunos de los asistentes a la reunión afirmaron que firmarían una declaración a publicar en una revista científica de alto nivel en la que pondrían de manifiesto sus preocupaciones. Doudna afirma que espera que, si los científicos de Estados Unidos hacen una declaración conjunta, eso influya en investigadores de otras partes del mundo para que detengan su trabajo.
Doudna cree que debería aplicarse una pausa autoimpuesta no sólo a la alteración de embriones, sino también al uso de CRISPR para alterar óvulos o esperma humanos como están haciendo algunos investigadores de Harvard, Northeastern y OvaScience. "No me parece que sea apropiado hacer esos experimentos ahora mismo en células humanas que podrían convertirse en una persona", me explicó. "Siento que la investigación que hay que hacer ahora mismo es comprender la seguridad, la eficacia y la administración. Y creo que esos experimentos se pueden hacer en sistemas no humanos. Me gustaría ver que se ha hecho mucho más trabajo antes de que se haga en la modificación de líneas germinales. Estoy a favor de un enfoque muy precavido".
Pero no todo el mundo está de acuerdo en que la modificación de la línea germinal sea un problema tan grave o que se debieran clausurar los experimentos. Greely señala que, en Estados Unidos, hay un montón de leyes que impiden que las investigaciones de laboratorio se conviertan en un bebé modificado genéticamente fácilmente. "No me gustaría usar la seguridad como una excusa para una prohibición que no está basada en la seguridad", afirma Greely, quien afirma que se negó a la posibilidad de establecer una moratoria. Pero Greely también afirma que aceptó firmar la carta de Doudna, que ahora refleja el consenso del grupo. "Aunque esto no me parece un momento de crisis, creo que sí es el momento de que se produzca este debate", afirma.
Ahora que se sabe que se está experimentando con la línea germinal, algunas empresas de biotecnología que trabajan con CRISPR se han dado cuenta de que tendrán que posicionarse. El director ejecutivo de Intellia Therapeutics, una start-up de Boston, Nessan Bermingham, que recaudó 15 millones de dólares el año pasado (unos 13,5 millones de euros) para desarrollar CRISPR en tratamientos de terapia genética para adultos o niños, afirma que la ingeniería genética de la línea germinal "no está entre nuestros objetivos comerciales" y sugiere que su empresa debería usar sus patentes para impedir que la comercialice cualquier otro. "La tecnología está en su infancia", afirma. "No es apropiado que la gente considere siquiera aplicaciones en la línea germinal".
Birmingham me comentó que nunca habría imaginado que tendría que adoptar una postura sobre bebés modificados genéticamente tan pronto. Modificar la herencia humana siempre ha sido una posibilidad teórica. De repente es una posibilidad real. ¿Pero el objetivo no ha sido siempre comprender y controlar nuestra propia biología, convertirnos en los amos de los procesos que nos han creado?
Doudna sostiene que también piensa en estos temas. "Va al meollo de lo que somos como personas y te obliga a preguntarte si los humanos deberían estar ejerciendo ese tipo de poder. Hay cuestiones morales y éticas, pero una de las cuestiones más profundas es la idea de que si se hacen modificaciones de la línea germinal en humanos, se cambia la evolución humana". Uno de los motivos por los que cree que se deberían parar las investigaciones es para dar a los científicos la oportunidad de pasar más tiempo explicando cuáles podrían ser los próximos pasos. "La gran mayoría del público", afirma, "no está de acuerdo con lo que viene".