Quien conoce a Rodra, y creo que no exagero si digo que es medio mundo, ya supondrá que fue él el padre intelectual de esta idea. Aquel día preguntó en el primer plato por Safi, mi niña en Bodouakro, se interesó en el segundo por los muchos proyectos en África con el sello Global Humanitaria y en los postres ya tenía claro que había que organizar algo, ser parte de una solución hacia la que, aunque demasiado lento, se va avanzando.
Enseguida, lanzados por su mente de arco iris y fantasías, nos pusimos a darle forma a aquello, metimos a su Adarve de por medio y, cuando nos atascamos, aún acertamos a recurrir a quien había que hacerlo: Aidén, responsable de apadrinamiento en Costa de Marfil de Global Humanitaria. Entre ella, que por cierto estuvo -junto con Estefi, madrina de madrinas- el sábado del partido informando a los interesados en el Estadio García de la Mata, y Rodra hicieron realidad una ilusión que no supimos hasta pasadas unas semanas si se trataba de un acierto o de una tontería.
También medió, y de qué forma, la directiva del Adarve, que empezó ofreciendo su total disposición y acabó donando todo el dinero recaudado y no la mitad, lo inicialmente acordado. El detalle, especificando que no se publicitara (mis disculpas, pero es de justicia hacerlo), demuestra la grandeza de un club tan humilde como generoso y tan solidario como alejado del postureo.
Al final, entre unas cosas y otras, estas Navidades llegarán alrededor de 500 euros a Petit Korhogo (Daloa), donde Global Humanitaria está desarrollando un proyecto de alfabetización de mujeres que en su mayoría no habían tenido acceso previo a la enseñanza. Muchas gracias a todos los que lo han hecho posible... y que sean muchas más.Mario Cortegana