Este texto lo compartí hace un par de meses en el correo del Club, y quise volver a compartirlo en este formato más “abierto”, porque pienso que es importante mirar todo este asunto de “ser un bicho raro” o de “no encajar” desde otra perspectiva.
Todo empezó cuando estaba conversando con una amiga, y me dijo algo que ya me han dicho muchas veces: que soy un “bicho raro”. Lo dijo diferente, eso sí, porque me dijo “para mí tú eres normal, pero para la sociedad eres el bicho más raro de todos los bichos raros”.
Sé que no soy el bicho más raro de todos los bichos raros, obvio. Hay gente con ideas y costumbres muchísimo más particulares que las mías. Yo, de hecho, me siento como “del montón”… pero cuando pienso detenidamente en algunos aspectos de mi estilo de vida, me empieza a quedar más claro por qué hay gente que piensa que soy un bicho raro:
Lo “normal” es comer carne, desayunar con cosas que tengan huevo, mantequilla y queso y tomar café con leche. Yo no hago nada de eso.
Lo “normal” es comprar ropa cada vez que sale una colección nueva, o cada vez que hay ofertas, o cada vez que cambian las tendencias de colores. Lo “normal” es comprar ropa sin mirar las etiquetas para ver dónde fue fabricada. Yo no hago nada de eso.
Lo “normal” es comprar nuevos gadgets a cada rato, tener el último celular, la última cámara, la última tablet, televisor de pantalla plana y de 18.000 pulgadas. Yo no hago nada de eso. De hecho, no tengo televisor.
Lo “normal” es ir a hacer compras al supermercado, elegir lo más conveniente o más rico o más barato sin importar de dónde viene o cómo está empacado. Comprar champús que prometen pelo liso japonés, acondicionadores que prometen suavidad de conejo bebé, cremas que prometen piel de porcelana, desodorantes que prometen 48 horas de “seguridad”, maquillaje que promete look de estrella de Hollywood. Yo no compro nada de eso.
Lo “normal” es salir a tomarse un café en un vaso desechable, comprar agua embotellada que dice que viene desde los manantiales de Suiza, o tomarse un batido usando pitillo/pajilla/popote/sorbete. Yo no hago nada de eso.
Lo “normal” es preocuparse por tener la ropa más linda, los accesorios más trendy, la figura más esbelta (o más voluptuosa, según el país del que estemos hablando) y no preocuparse por lo que pasa detrás de esas cosas. Lo “normal” es hacer la mirada al lado cuando vemos una noticia de un edificio que se desploma sobre las personas que confeccionan ropa en Bangladésh, o cuando vemos los efectos de la minería que se requiere para que podamos tener aparatos tecnológicos y joyas, o cuando vemos imágenes de las atrocidades a las que sometemos a los animales para extraer los productos que consideramos que son importantes para nosotros.
Lo “normal” es hacer la mirada al lado, porque mirar esas cosas de frente duele, y nos obliga a cuestionarnos y a tratar de cambiar… y lo “normal” es que no queramos cambiar. Porque nos gustan las cosas cómodas, fáciles y rápidas. Y nos gusta creer que el problema son los otros, nunca nosotros.
Lo “normal”, además, es convencernos a nosotros mismos de que sí, que el mundo es una mierda, pero que no está en nuestras manos cambiar nada de eso.
Yo pienso que lo que es una mierda no es el mundo, sino lo que pensamos que es “normal”.
Y más aún: que pensemos que si algo es “normal” entonces no hay nada que hacer. Que no debemos desafiarlo. Que si es normal es porque así han sido las cosas, así son y así serán.
Pienso, también, que si todo eso es lo “normal”, pues lo último que quiero en la vida es ser normal. Que si querer tener una vida significativa, equilibrada y respetuosa con la Tierra, con los animales, con otros seres humanos y —por supuesto— conmigo misma me convierte en un “bicho raro”, entonces mi meta en la vida es ser el bicho más raro de todos los bichos raros. A fin de cuentas, siendo un “bicho raro” es como he aprendido las cosas más fascinantes, como he podido conectar con la gente más maravillosa, y como he aprendido a conectar conmigo misma de una manera que hubiera sido imposible si lo que estuviera buscando fuera ser “normal”.
* * *
Si estás leyendo este texto —y particularmente si llegaste hasta este punto— es porque seguramente también eres un “bicho raro”. Puede ser que lo aceptes muy abiertamente, o que todavía estés luchando con la idea de “encajar”…
Pero si te has preguntado por el impacto que tienen tus decisiones cotidianas en la salud del planeta, si has cuestionado la velocidad y la aparente comodidad que promueven nuestras sociedades, si piensas que en la vida tiene que haber más —mucho más— que el hecho de tener un trabajo que pague bien y un carro para ir al centro comercial a comprar todo lo que sale en los anuncios que ves en el TV de 18.000 pulgadas, que estamos distraídos con tanta información y estamos perdiendo la conexión con el entorno y con nosotros mismos, y que eso nos está llevando a acabar con todo lo que nos rodea… y si piensas que todos somos parte del problema, pero eso significa que todos somos parte de la solución, entonces eres un bicho raro. Al menos por ahora.
Digo por ahora, porque lo “normal” no es algo estático. No es algo que se escribió en piedra y que nadie puede desafiar… de hecho, lo “normal” ha cambiado muchísimas veces. Y lo que yo quiero —y muchas otras personas también— es que vivir en equilibrio con el planeta sea lo normal. Que preocuparnos por nuestro impacto en los seres que nos rodean sea lo normal. Que querer tener vidas llenas de significado, y no sólo de objetos, sea lo normal.
Para que eso pase, los “bichos raros” tenemos que dejar de esforzarnos por encajar. Nada de “mejor hago esto para que no piensen que soy rara” ni “mejor no cuestiono esto porque no quiero que la gente se sienta incómoda”. Lo “normal” sólo cambia cuando cambiamos nosotros, y para construir el mundo que queremos, necesitamos ser bichos raros, sí, pero también valientes.
Eso era todo lo que quería decir hoy: si eres un bicho raro (y probablemente lo eres), sé un bicho raro valiente. Esta sociedad, este planeta, necesita gente como tú. No te de vergüenza querer algo distinto a lo que sale en las portadas de las revistas, o hacer algo diferente a lo que hacen las masas.
Si lo que en este momento se considera normal es una mierda (y sabemos que en muchísimos aspectos lo es), pues ser un bicho raro es la cosa más importante —y más urgente— que puedes hacer en la vida. Y —aunque a veces lo parezca— no estás sola/o en ello ♡
¿Eres o no eres un bicho raro? ¿Y valiente? ¡Cuéntamelo en los comentarios!
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