La Celidonia menor, Ranunculus ficaria o Ficaria verna es una de las reinas de los prados del invierno, además es capaz de adaptarse a las zonas más sombrías y frías de las laderas de las montañas, aguantando incluso con poquísimas horas de sol directo al día, o incluso ninguna. Debe ser por eso que sus flores imitan a un pequeño sol radiante, para iluminar incluso las zonas más tenebrosas de los bosques...
Esta planta se encarga de proteger el suelo de la erosión de las fuertes lluvias de invierno/primavera, ya que forma un espero manto tanto de raíces como de hojas sobre la tierra que las mantiene. Además provee alimento a diferentes insectos: moscas, algún sírfido despistado y yo creo que incuso a orugas y caracoles, ya que en alguna ocasión me he encontrado alguna de sus hojitas mordidas. En la siguiente foto se puede ver la mata que forma sobre el suelo, impidiendo llegar a la tierra los rayos del sol, si es que están situadas en una zona soleada.
Las hojas tienen forma de corazón, además son brillantes y de un color verde intenso, que no se puede apreciar muy bien en la foto superior, pero que si la veis en directo sabréis reconocer. En la de abajo se puede apreciar un poco más el hermoso tono verde:
En medicina antigua se han usado como antiinflamatorio, sobre todo para tratar las hemorroides, con sus raíces se elaboraba una pomada que se aplicaba por vía tópica en la zona afectada. Aunque también existen registros de aplicaciones vía interna en forma de infusión. También se le atribuyen propiedades astringentes. Para combatir las hemorroides vía interna se puede combinar en infusión con llantén, caléndula y agrimonia (pg: 129, Atlas ilustrado de las plantas medicinales. Ed Susaeta)
En la fotografía superior se puede apreciar al detalle como son las raíces de la celidonia menor, en algún libro leí que antiguamente las usaban para tratar las hemorroides precisamente porque las raíces tenían semejanza con las protuberancias intestinales... Resulta curioso como funcionaba la medicina tradicional.... Y como muchísimas veces daba en el clavo.
Como uso en el huerto no he encontrado nada en mis libros habituales, pero eso no quiere decir que no puede ser interesante experimentar, como he dicho forma una espesa manta en el suelo que bien puede servir para crear refugios de fauna auxiliar y ayudar a los abejorros y otros insectos que se alimentan de polen. Además al ser una planta que le gustan las zonas sombrías y húmedas la podemos colocar donde no podamos poner otras que necesitan horas de sol directo. Si la regamos bien la podemos mantener en verano... y si no, ella misma renace cuando vuelven las lluvias. Se la puede encontrar en las mismas épocas que a las violetas, que si queréis saber más sobre ellas, tenemos un artículo antiguo en el blog: Flora espontánea de Asturias: Viola odorata.
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